La Provincia - Diario de Las Palmas

La Provincia - Diario de Las Palmas

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

desde mi isla

De carreteras en Gran Canaria

El pueblo de San Nicolás de Tolentino ha sabido ganar con su esfuerzo una carretera digna que le comunicará con Agaete. Su historia está llena de constantes batallas libradas contra terratenientes y aguatenientes, bajo el sol y la soledad, en el aislamiento de una tierra próspera cuya salida al exterior había de hacerse por el mar, con problemas añadidos como el transporte marítimo de la fruta, que tuvo que asumir la casa Miller debido a la quiebra de la naviera de los Trujillo. Los nombres de los marqueses de Villanueva del Prado, Pérez Galdós y Hurtado de Mendoza aparecen en el currículum del municipio que cuenta para su confección y veracidad con el excelente historiador que es Francisco Suárez Moreno.

La vieja carretera -desgraciadamente, todavía activa- se asentó entre altas, sagradas y mágicas montañas (Tirma, Faneque?) y un mar bravío empeñado en abatir, día a día, las pardas murallas rocosas que le impedían morir en playas enamoradas. Cumbres de Alcorán, en lo alto y mar arropado por azul inmaculado, en lo bajo tan bello como los ángeles caídos que los aborígenes canarios golpean con sus ramas en un rito de obtención de lluvia. El Andén Verde fue aliado de ese mar siempre amenazante para imprudentes (o no) conductores. Guayedra fue el sereno paisaje, el oasis deseado por Fernando Guanarteme en el rumor monótono de callaos que quieren ser, también, olas de mar que hoy mima con especial atención Normando Moreno.

San Nicolás va a tener su necesaria y deseada carretera, que le redimirá de un ancestral olvido, devolviendo a sus habitantes muchas horas de vida, que ahorrará al paso de los vehículos por túneles que son luminosas heridas en el vientre de las viejas montañas. El canario aumentará su presencia en la generosa fiesta del Charco, entre agua, barro y lisas, perdido ya el temor de la excomunión a la que la condenó antaño la Iglesia.

Yo quiero proclamar, también, mi respeto por uno de los "conseguidores" que tuvo la vieja carretera. Me refiero a Rafael Guerra del Río, que hace posible con su esfuerzo la aprobación, en 1932, del Plan económico propuesto por la Junta Administrativa de Obras Públicas de Las Palmas, presidida por Tomás Lozano Nebot, en el que se incluía la vía de tercer orden de Agaete a Mogán, sección de Agaete a S. Nicolás, trozo segundo de 6,46 km y presupuesto de 747.596 pts., lo que significaba un coste de 115.000 pts/km, cuando la media del coste en España era de 250.000 pts./km. Ante la lentitud burocrática, Guerra del Río se dirige pocos días después (4 mayo 1932) en el Congreso al Ministro de Obras Públicas, Indalecio Prieto, con el ruego de que se autorice la construcción de la carretera a La Aldea. "Pedimos que se nos deje construirla porque empleamos nuestro dinero. Se quiere exigirnos un replanteo previo de los riscos de Canarias. Ruego se autorice sin previo replanteo. Nosotros pagaremos el sobreprecio que pueda interesarle al Ministro". Contesta el Ministro que el Ayuntamiento de San Nicolás no logra borrar la ilegalidad, pero desdibuja la responsabilidad económica. Añade: "A Canarias debe concedérsele la autonomía, no solo para la construcción de carreteras, sino para las obras públicas en general, para combatir los retardamientos burocráticos que existan sin concretar ofertas". Fue una gran actuación de Guerra del Río (ministro de Obras Públicas desde el 12 septiembre de 1933 al 4 de octubre de 1934) no valorada, desgraciadamente, como tal en nuestra isla.

Al hilo de esta laudable gesta emerge para acabar con una injusticia ya histórica la necesidad de considerar la situación de las carreteras de las altas medianías, cenicientas canarias, arrinconadas y acumuladas en el libro negro de deudas inversoras de hace casi 100 años. Ya es hora de que se acometa un Plan de carreteras para esos municipios de Valleseco, Artenara y Tejeda, de reformas y mejoras para pagar esa deuda histórica de las Administaciones para con unos pueblos olvidados para estos menesteres, pero no para pagar impuestos. Las actuales técnicas: túneles, viaductos, ensanches, reformas en curvas peligrosas deben acabar con nuestros temores y horas perdidas. Del anunciado Plan de carreteras del Estado, de 5000 millones de euros y en las inversiones del Gobierno de Canarias y del Cabildo de Gran Canaria (aclaro a los olvidadizos que Valleseco, Artenara y Tejera están en Gran Canaria) deben figurar urgentemente las dotaciones presupuestarias. Recuerdo que el Gobierno de España acaba de "premiar" con 5.000 millones de euros la mala gestión de varias autopistas españolas, entre ellas las de Madrid. Si alguien quiere saber de las carreteras de las medianías le invito a un recorrido por la de Firgas a Valleseco. A su estrechez y sus curvas en los que no caben una guagua (o un camión) y un coche se une una obra, entre los km 3 y 4, que estrecha aún más la carretera, que lleva más de 50 días parada. Claro monumento a la negligencia y la desidia. Me informan de que el consejero del Cabildo Víctor Torres frecuenta esa carretera. Pues, señor?

Añoro aquel titular de LA PROVINCIA del 28 de febrero de 1939: "Otro pueblecito de la isla que tiene comunicación con la ciudad, Artenara, cuya carretera se inauguró el sábado con la asistencia del Gobernador Civil". En ese mismo año se abrió la carretera a San Nicolás.

Termino entre barrancos. Un barranco es un río a tiempo parcial, que enmarca la gran belleza de nuestra isla entre hondas gargantas y oscuras paredes. No voy a tratar su belleza incomparable sino a llevar al ánimo de nuestros dirigentes que estudien la posibilidad de poner el nombre de los barrancos a la entrada de los mismos, en las carreteras que los atraviesan. No pido mas que estimular el conocimiento de accidentes geológicos que, al fin y al cabo, se pueden considerar como una lección continua de geografía de Gran Canaria. Amén.

Compartir el artículo

stats