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OBSERVATORIO

Feministas y machistas a tiempo parcial

El comentario de Rosa María Miras Puigpinós en Twiter, deseando que a la líder de Ciudadanos en Cataluña la violaran en grupo, ya de por sí inmoral y falto de envoltura inteligente, fue contestado por la empresa donde trabajaba despidiéndola y llevada a juicio por la ofendida, Inés Arrimadas.

Sin embargo, me quiero detener brevemente en la expresión que utiliza para adelantarse a las críticas que ella misma presentía. Dice literalmente: "Sé que lo que voy a decir es machista y todo lo que se quiera". Así que parece que todos los machistas desean violar en grupo a las mujeres. Me ofende enormemente como hombre machista que digan que quiero que se viole en grupo a las mujeres; yo soy machista a tiempo parcial, porque me pagan poco a tiempo completo y no me vale la pena ser del todo machista.

En el mismo caso se encuentra una muy buena amiga mía que milita activamente en el feminismo y que hizo un comentario machista: ella no es machista, pero se comportó como una machista porque todas y todos estamos impregnados de la ideología machista, hasta el punto de que caemos con frecuencia en creencias esencialistas sobre lo que es ser un hombre o una mujer, como si hubiera una identidad resuelta de antemano y las identidades no se forjaran a través de la historia y las relaciones sociales experimentadas. Después de hacerse consciente de lo que había dicho, esta amiga pidió disculpas. Así que mi amiga feminista fue machista a tiempo parcial. Y conste que es un ejemplo muy real y no un recurso retórico, bien que lo sabe esa amiga que seguramente ahora me está leyendo.

La tuitera Rosa M. Mira pensó que para hacer lo correcto podía ser moralmente convincente apoyarse en el sentido común que se ha instalado en el pensamiento colectivo: los hombres, seguramente, porque siempre estamos bajo sospecha, son machistas que desean que las mujeres sean violadas en grupo. Yo le contesto, apoyándome en el título del precioso libro de la feminista negra norteamericana bell hooks (así es como ella quiere que se escriba su nombre, con letras minúsculas), que El feminismo es para todo el mundo. De modo que, además de ser machista a tiempo parcial, también soy feminista a tiempo parcial.

Aunque, la verdad, me reconozco más como hombre por la igualdad que como hombre feminista. Siempre he sentido que para ser feminista hay que ser mujer, pues el feminismo no es solo una ideología sino también un sentimiento. Si fuera solo ideología me podría autodenominar feminista, pues son ideas que se abonan en el terreno de la racionalidad y el pensamiento sobre cómo debiera estructurarse un orden social y la forma en que las personas debiéramos comportarnos unas con otras. La ideología no solo nos sirve para desear que la sociedad se organice de determinada manera, sino también para decir cómo debieran cambiar las cosas. Soy, entonces, feminista en este sentido ideológico, como una ideología más que lucha conscientemente contra la injusticia del patriarcado y su fortín capitalista. Pero para ser feminista emocionalmente hay que ser mujer, creo.

Hay mujeres que no son feministas y encima las deslegitiman, pero estoy convencido de que ellas llegan más pronto a la vía del convencimiento y a la identificación ideológica con el feminismo porque sienten en sus propias carnes qué significa ser mujer en una sociedad patriarcalista. He aquí cómo las emociones no se producen tan fácilmente como las ideas y cómo las emociones son potentes motivadores de la acción, aunque para ser feminista no llega a ser suficiente. No basta ser mujer para llamarse feminista, necesitan de pensamiento formado, pues solo la emoción nos lleva a formalizar propuestas de cambio, de otra sociedad más justa, no solo en el plano del género, sino de otras liberaciones. Porque el feminismo no es solo una cuestión de género, sino que afecta a otros aspectos de la vida en común como la economía y la política. Por eso concluyo que soy ideológicamente feminista, un movimiento para acabar con las injusticias hacia las mujeres, pero no emocionalmente en el sentido que he apuntado. Puedo sentirme cómplice, pero no soy mujer ni pretendo serlo. Soy, en todo caso, un hombre que acompaña en la lucha por la igualdad. Soy, en todo caso, feminista a tiempo parcial por la ideología, pero con algún cortocircuito machista si de-jo de vigilarme y prestarme atención. Para ejemplo demostrativo de "emoción necesaria", el caso de una mujer blanca, activista norteamericana luchadora antirracista que, cuando enfermó de alzhéimer, insultaba y llamaba asquerosos a los negros. Esta mujer tenía ideología, pero no había vivido en propia carne el racismo: hacía falta ser negro en la Norteamérica profunda donde ella vivía para ser antirracista.

Siguiendo mi diálogo con bell hooks, ella critica a algunas feministas blancas porque, dice, "muchas mujeres blancas hacen uso del feminismo para defender sus intereses pero no mantienen ese compromiso con las mujeres negras, precarias y lesbianas". Es decir, si traduzco a bell con mis palabras, no se dan cuenta de que son feministas y machistas a tiempo parcial. ¿Les falta un cierto sentimiento de negritud? Estamos hechos a tiempo parcial, pero nos gusta presentarnos a tiempo completo en la vida pública. ¿Cuánta verdad sobre nosotros y nosotras mismas podemos soportar? La in-soportable levedad del ser y del no ser. Que se lo digan, si no, a las mujeres del PP, armas sigilosas de la derecha como Margaret Thatcher; que se lo digan a los partidos de la ultraderecha liderados por mujeres, a Cristina Fernández y a un largo etcétera de mujeres jefas de Estado. No sé si una mujer puede ser feminista y de derechas, pero me cuesta pensar en semejante química contra natura. A lo mejor se han extendido las aleaciones ideológicas a tiempo parcial y sin sentimientos.

Si criticas las contradicciones de los demás y los demás militan en una idea que suponen una verdad cerrada y sin fisuras, entonces tus propias críticas se convierten en una prueba de tu estulticia moral. Siempre es lo mismo, por eso no se me ocurre criticar al feminismo porque una mujer periodista, además de feminista declarada, no quisiera comentar mi libro Violencia contra las mujeres y transformación social, escrito en 1999, porque, según contestó a la amiga que se lo llevó al periódico local donde trabajaba, estaba escrito por un hombre y editado por el Instituto de Psicología Social Manuel Alemán, que además de hombre era sacerdote. Seguro que la periodista es feminista, no seré yo quien la destituya, ¿de sentimiento o de idea?, pero sí que fue machista a tiempo parcial, siempre y cuando el concepto machista lo asociemos al patriarcado y no a cualquier significado que solo contribuya a su inflación semántica para al final no querer decir nada de tanto querer decirlo todo. Ella, la periodista, no escribió sobre el libro y tampoco lo devolvió, a pesar de estar escrito por un hombre. Tampoco se percató de que el libro fuera fruto de un estudio financiado por el Instituto de la Mujer (Ministerio de Trabajo y Asuntos Sociales), que dieran dinero a un hombre y que tal hombre hiciera llegar una buena partida de ejemplares al Instituto Canario de la Mujer cuando este se lo solicitó gratuitamente, para regalarlo, a lo mejor a otras feministas a tiempo parcial. En fin, cosas que pasan con los contratos ideológicos a tiempo parcial, porque supongo que el emocional está tallado a tiempo completo.

Y todo esto no lo digo desde el pensamiento abstracto sino desde la experiencia vivida, pues ese mismo libro de la violencia contra las mujeres, escrito por un hombre, fue criticado, sin haberlo leído, por una feminista que comentó: "Hasta eso nos quieren quitar los hombres". Si hubieran leído a las historiadoras francesas feministas, verían que nos descubren que el feminismo es de las mujeres, pero que sin el apoyo histórico de algunos hombres difícilmente hubieran avanzado igual y que solo avanzarán más si conectan con cada vez más hombres. Estoy en la búsqueda de un contrato a tiempo completo para conseguir una sociedad más igualitaria, menos clasista y menos sexista, pero, por ahora, tengo que luchar contra mi machismo a tiempo parcial.

Volvamos de nuevo la vista a la señora Miras. Como sabemos, o como sabe el que lo sabe, independientemente de quién se beneficie más del sistema patriarcal, el machismo lo sostienen hombres y mujeres machistas. Pero la señora Miras no mira que haya mujeres machistas (que por ser mujeres pasan más desapercibidas y se les perdonan más sus cortocircuitos machistas, como ella misma, que no ve el machismo en ella misma), para ella y para la mayoría de las mujeres decir machismo es por antonomasia decir hombres. Aunque ser una o un correcto feminista puede ser una causa moralmente convincente, normalmente se apoya en un sentido de la obligación hacia unos principios más que hacia las personas, lo que puede conducir a la desconexión en vez de a la conexión. A pesar de que haya mujeres feministas que con sus acciones me hagan desconectar de sus principios, no renuncio a creer en ellos. Tengo la emoción por la igualdad y, ellas, por la igualdad y por ser mujeres.

Por ejemplo, quiero decir que yo soy sensible a la causa de las mujeres no porque sea lo correcto y las mujeres feministas lo desaprobarían si no lo hiciera, sino porque tengo un sentimiento de conexión con ellas que conlleva un sentido automático de responsabilidad por su bienestar. Cuando menos conectado con ellas me sienta, menos responsable me sentiré. No es que les deba algo, como un deudor debe a un acreedor, sino más bien que mi vida está ligada a las suyas y las suyas entretejidas en la mía, lo que significa que lo que les ocurra a ellas en cierto modo también me ocurre a mí. No las experimento como "esas otras" a los que decido ayudar porque sea lo correcto y en ese momento me sienta un "caritativo feminista" a tiempo parcial. El otro género es algo más amplio que yo mismo en lo que yo participo, y no puedo ser parte de eso sin prestar atención a lo que sucede en ellas, con ellas y entre nosotros y ellas.

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