La historia reciente de Canarias no se puede entender sin reconocer el papel que ha jugado el socialismo canario como elemento político aglutinador de importantes sectores sociales de las Islas y como pieza clave en la construcción del entramado institucional de la comunidad autónoma, pero también como responsable de la gestión de gobierno a todos los niveles de la administración en el conjunto del Archipiélago. El PSOE es el partido más antiguo de Canarias, una formación política cuya historia ha transcurrido, desde la recuperación de la democracia hace 40 años, de forma paralela a la del propio Archipiélago, y con un protagonismo esencial en su evolución política, económica y social en la que ha sido sin duda nuestra etapa más próspera como colectividad. Con las luces y sombras propias de una entidad presente en todo este devenir que nunca se ha quedado en los márgenes, el PSOE puede mirar hacia atrás con el convencimiento de que ha estado, en general, a la altura de las circunstancias de lo que el pueblo de Canarias debe demandar a sus servidores públicos.

Pero el salto histórico producido en apenas unos pocos años por las nuevas circunstancias socioeconómicas, con el efecto devastador de las crisis de 2008, y las novedosas formas de organización política y su mediática proyección sobre la sociedad, que han cristalizado en la aparición del fenómeno populista, está dejando muy tocado al PSOE, que no ha sabido digerir la nueva situación y que lleva años denotando síntomas de agotamiento. Un proceso que, junto a sus muchos errores de gestión, falta de liderazgo y guerras internas a mansalva, amenaza con sacarlo del juego político de las Islas, y con hacerle perder la representación de amplios sectores sociales y su condición de partido de referencia no solo de la izquierda canaria, sino del propio sistema político del Archipiélago.

Los socialistas canarios concluyen hoy en Gran Canaria su crucial XIII Congreso Regional, en el que, si quieren revertir esa dinámica, sólo tienen una opción como organización política con vocación de gobierno y de transformación social que señalan sus principios: reflotar el partido con una nueva dirección integradora pero fuerte y operativa, bajo el liderazgo del nuevo secretario general, Ángel Víctor Torres, que ponga fin al barullo orgánico de los últimos años; recuperar la unidad y una visión amplia y global de lo que es Canarias y acabar con los reinos de taifas insulares; activar la militancia para que su propio dinamismo la haga crecer en número y vida interna; e identificar claramente los objetivos políticos y programáticos para trasladar a los ciudadanos unos mensajes ajustados a los nuevos retos y desafíos a los que se enfrenta la sociedad isleña.

El reciente paso del PSOE por el Gobierno de Canarias en complicados y sucesivos pactos con CC en 2011 y 2015 ha marcado el pasado más reciente del partido y deja, junto a las luces y sombras de su gestión, un poso amargo en el conjunto de la organización. Ha sido una experiencia, especialmente la última, que parece haber provocado más frustración que satisfacciones entre sus dirigentes, pero también entre sus bases y electores. Todo ello agravado además por la propia guerra civil desatada en el ámbito federal a cuenta de la estrategia a seguir en la convulsa situación política en el conjunto del Estado. El regreso de Pedro Sánchez a la dirección de Ferraz y el alineamiento de Torres y su núcleo duro con este sector del PSOE, si consolida la paz interna, abre una ventana para que la acción conjunta y coordinada de las direcciones federal y regional ponga orden en el partido en las Islas.

Tras la ruptura del pacto y la salida del Gobierno de coalición con CC en diciembre pasado, se instala de nuevo el debate en el PSOE sobre la estrategia política de futuro. La línea aprobada en el Congreso de este fin de semana marca una interesante ruta de autonomía estratégica de oposición en la política regional sin renunciar a la posibilidad de acordar y marcar la agenda política de un Ejecutivo en minoría en temas de interés para su electorado y en general para todos los canarios. Pero también debe intensificar y mejorar las relaciones con los grupos con los que en el futuro pueda tener la posibilidad de acordar gobiernos de progreso y dar estabilidad a unas instituciones que se avecinan por mucho tiempo muy plurales y fragmentadas. Por eso, su legítima aspiración a ser "la izquierda de Canarias", como reza el lema del Congreso, no debe hacerles perder el sentido de realidad y reconocer que no estarán ni en un solo gobierno, ni actuar por tanto sobre los problemas de la sociedad canaria, si no son capaces de establecer alianzas con las demás fuerzas políticas. En ocasiones tendrán que hacerlo con las otras formaciones de izquierdas, Nueva Canarias y Podemos, para conformar gobiernos progresistas, pero también sin duda con Coalición Canaria allí donde aún puedan cerrar acuerdos programáticos que respeten la esencia de los postulados aprobados en el cónclave que hoy clausuran.

El PSOE debe hacer prevalecer así el interés general del partido, de los electores a los que representa, y de la sociedad canaria en general, sobre los personalismos que han marcado, y todavía marcan, la acción política en muchas de las instituciones donde ha gobernado o gobierna. El reciente caso de Telde, donde su concejal se ha pasado a la oposición y deja en minoría el pacto de progreso, es un claro ejemplo a combatir.

Ángel Víctor Torres, el nuevo secretario general, cerraba poco antes de la clausura de hoy una Comisión Ejecutiva de confianza aunque de amplio espectro político, en la que las diferentes islas quedan representadas y el equilibrio entre ambas provincias garantizado, y con la que debe marcar claramente las líneas rojas a las organizaciones insulares, que inician a partir de ahora sus propios congresos, tanto en el ámbito orgánico como en relación con los pactos. Es una acierto en este sentido que los socialistas hayan acordado en este Congreso rechazar a partir de ahora los pactos en cascada, y la nueva dirección debe mantenerse firme en esta posición por mucho que en el futuro otras formaciones pretendan condicionarle acuerdos de gobernabilidad en ayuntamientos, cabildos o incluso en el Gobierno regional.

Tras su victoria en la batalla interna por el liderazgo frente a Patricia Hernández y Juan Fernando López Aguilar, y el claro respaldo de la mayoría de los delegados del XIII Congreso que hoy concluye, el también vicepresidente del cabildo de Gran Canaria toma las riendas del partido y abre una nueva etapa en la que debe ponerse fin a los vaivenes estratégicos de la anterior, y asumir con seriedad cualquier responsabilidad de Gobierno, sin las escaramuzas, bravatas o desafíos que algunos de sus responsables han prodigado en los últimos tiempos. Torres, un dirigente de talante integrador y no contaminado de esa fatua dinámica, debe ganarse desde ahora el derecho a ser también el líder social del PSOE y próximo candidato del partido a la Presidencia de Canarias. Pero también, impulsar al conjunto del partido para trasladar a las instituciones donde pueda gobernar la impronta de un programa socialdemócrata de transformación social desde consensos básicos que reclaman sus electores y con el que consolidarse como esa izquierda útil y responsable que quiere representar.