La Provincia - Diario de Las Palmas

La Provincia - Diario de Las Palmas

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Zigurat

De cómo nos horrorizan

Hasta que nos veamos con las principales calles peatonales de la ciudad -de esta y otras por toda Europa- llenas de bolardos y otros artefactos que obstaculicen la circulación; hasta que veamos a los ejércitos de la OTAN patrullando las arterias más sensibles, los monumentos, las atracciones turísticas o cualquier otro lugar donde se congregue multitud; hasta que esto se tome en cuenta, la ciudadanía, desde un discurso de que todo está controlado, la guerra sicológica que el islamismo está llevando a su cenit por Europa, no nos detendremos a reflexionar sobre este imparable horror que nos acecha.

El racismo en Europa crece a un ritmo imparable, al igual que los grupos políticos y los movimientos clandestinos de ultraderecha; y en España, paradigma de derechos humanos para muchos colectivos, las denuncias por xenofobia subieron hasta un 25% con respecto a 2016.

Todos sabemos que hay un comienzo: en principio fue la primera guerra mundial, a la que siguió la segunda con el desmembramiento de los países de la región y la creación del estado de Israel. Por ahí habría que empezar.

Pero como parece que todo este asunto lo tienen trillado, ahora toca seguir de cerca a los sembradores del miedo en las redes y en las cámaras de seguridad de las que hay miles en las principales capitales. También desaparece mobiliario urbano como las papeleras u otros contenedores que puedan esconder alguna carga que nos explote literalmente en la cara: el último atentado en Londres, epicentro de las acciones de Isis por su implicación en la guerra de Irak, Siria o Afganistán y por su decidido apoyo a las políticas de sanciones a países que financien el terror.

Lo que pasa es que la hipocresía es tan grande, la moral tan laxa, la ironía tan fina y la mentira tan abyecta que no me creo casi nada de lo que leo. Le dieron una patada a Huntington y entronaron a Chomsky, dejaron el pragmatismo y llegaron al relativismo, hicieron una lectura política del Islam y llegaron a la conclusión de que efectivamente esta es una guerra de religión. Para esta conclusión no hacía falta tanto ensayo quimérico, y poco anclado en la realidad de Oriente, porque también existe una teología de la liberación musulmana. Evidentemente prohibida en muchos países musulmanes, pero traducidos a otros idiomas.

¿Y los programas de integración de la EU? ¿El programa francés con sus millones de magrebíes nacidos en esos mismos barrios donde malviven en las afueras donde todos los días se escucha algo? ¿El belga? ¿El inglés con un alcalde musulmán en Londres? La asimilación cultural es gradual y sostenida, donde el individuo por las exigencias de su entorno se va adaptando hasta llegar a confundirse como un natural más de esa comunidad. Ya ocurrió antes de estallar la segunda guerra mundial y muchos de los que murieron, de distintas culturas, así lo habían hecho.

Pero para lo contrario, cuando sientes que no estás en tu sitio, que crees que hay una cruzada para marginar todo tipo de manifestación religiosa como los atuendos que manda su ley, entonces no queda más que volver la cabeza hacia atrás y buscar las raíces donde arraigar y crecer, y según dicen convertirte en mártir, en testigo de tu credo y en poseedor de la verdad.

La guerra que parece que va a abrir otro foco en Asia y cambio climático se están acercando como los vientos y las presiones de los huracanes y el ojo ahora mismo está sobre Europa.

Compartir el artículo

stats