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Martín Alonso

LA MIRADA DE ANDERSSON

Martín Alonso

El huevo y la gallina

Entre el huevo y la gallina, durante siglos, la Humanidad plantó una X enorme en forma de incógnita. El misterio se planteó, siempre, en forma de una cuestión: ¿qué fue primero? ¿el cascarón o el ave? Este verano, tras aguantar una eternidad con el misterio sin resolver, parece que la ciencia ha despejado la ecuación: el huevo llegó antes que la gallina. Para alcanzar esa conclusión, un grupo de investigadores de la Universidad de Princeton (EE UU) analizó cerca de 50.000 huevos de 1.400 especies. El estudio certificó varias conclusiones. Las formas y tamaños del cascarón, por ejemplo, están relacionados con la capacidad o no para volar de cada pájaro, una teoría que se levantó sobre una misma base: un embrión -dentro de un huevo- evolucionó en algunos vertebrados que transitaban hacia la vida terrestre y, posteriormente, esos animales dieron lugar a los primeros vertebrados terrestres, entre los que se incluyen las aves. Por lo tanto, a partir de ahí, los científicos no tienen dudas: el huevo fue primero que la gallina.

A la Unión Deportiva Las Palmas, ahora mismo, le acompañan algunas sospechas. No del tamaño ni de la importancia que planteó durante siglos saber si fue antes el huevo o lo gallina, pero todas sintomáticas sobre el momento que vive el equipo amarillo, que acumula ya seis jornadas de Liga y no se sabe aún a qué juega. No es una cuestión menor despejar esa X para los intereses del representativo grancanario. Los resultados, en mes y medio de competición, no son buenos: cuatro derrotas en seis partidos dan forma a un balance deficiente. Pero reparar sólo en eso es fijarse únicamente en el plumaje del pájaro, un análisis superficial que impediría llegar al fondo de la cuestión: justo hasta el embrión. Es ahí donde residen los males de un conjunto plano y tristón que no sabe qué paso debe dar primero para escapar del galimatías en el que anda perdido.

La solución, ante un panorama así, es elemental y va mucho más allá del repetitivo y melancólico discurso de Manolo Márquez tras caer ante el CD Leganés -aquello del “fue un quiero y no puedo” durante la rueda de prensa-. La UD Las Palmas no juega bien y, a partir de ahí, sucede todo lo demás: aburre, echa a la gente de las gradas y pierde muchos partidos. Con la visita al FC Barcelona de Leo Messi en el horizonte, al entrenador del equipo amarillo no le iría mal fijarse en los científicos de la Universidad de Princeton que analizaron tantos huevos de tantas especies. Nadie tiene la fórmula del fútbol. A esto de darle a la pelota juegan tan bien, y de manera tan dispar, tanto el Atlético de Madrid del Cholo como el Real Madrid de Zinedine Zidane. El método de uno no tiene nada que ver con el del otro, pero son reconocibles y productivos. ¿Se puede decir eso de la Unión Deportiva de Márquez? ¿Juega a algo? ¿Tiene un plan? ¿Lo ejecuta? ¿Es un equipo bien trabajado? ¿Sabe hacia donónde va?

Cierto que el domingo no pudo contar con piezas como Bigas, Rémy, Halilovic, Samper o Dani Castellano. Eso es indiscutible y tiene su peso. Tan real como que futbolistas como Lemos o Tana están irreconocibles -lejos de su mejor momento-, que Jonathan Viera pelea contra el mundo solo y lejos de la portería rival -una ruina-, que el equipo juega todos sus números de la lotería a que Jonathan Calleri pesque un balón en condiciones dentro del área rival, que Vicente Gómez debe ganar peso en el entramado táctico y que nadie sabe, más allá del cuerpo técnico, por qué hay futbolistas que no tienen continuidad en el once después de rendir de manera más que aceptable sobre el terreno de juego. La UD Las Palmas habita en un estado de confusión. Márquez, ¿qué fue primero? ¿El huevo o la gallina?

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