La Provincia - Diario de Las Palmas

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Punto de vista

La deuda

E s desolador pensar cuánta gente se asombra de la honradez y cuán pocos se escandalizan por el engaño". Una frase de Sir Noel Pierce Coward. Este pensamiento del compositor inglés lo viví en El Aaiún hace unos meses al enterarme de la historia de Omar. Me quedé sorprendida de la muestra de honradez de este hombre. Por eso quiero compartir con los lectores de este periódico este relato, basado en hechos reales y que no debería quedar en el olvido. Solo se han cambiado los nombres de los protagonistas.

Ocurrió que a principios de los años 70, en la ciudad de El Aaiún, un español decidió entregar a Omar una cabrita para que se la cuidara junto a las de su rebaño. Y así lo hizo, custodió y protegió al animal desde el primer momento hasta que creció. Incluso, siguiendo su costumbre de poner nombres al ganado, le puso el de Acheiba, algo así como Cenicienta, porque en su pelo abundaban diferentes tonos grises con pequeñas manchas negras y blancas.

En aquellos años, el Sáhara vivía momentos inciertos que desembocaron en la "operación golondrina" con la salida de todos los españoles del territorio. Pero Omar seguía al cuidado de su rebaño y esperando la visita de Manuel, que así se llamaba el propietario de la chiva, pero pasaron los años y el hombre nunca volvió.

Con el transcurso del tiempo, Omar se hacía mayor y ya no tenía fuerzas para cuidar debidamente a su manada. Fue vendiendo las cabezas del ganado guardando, claro está, el valor de la cabra de su amigo, con la esperanza de entregárselo algún día, ya que el buen musulmán no debe de morir con deudas. Estaba preocupado y pensativo, tenía que encontrar a Manuel. Así que

emprendió la búsqueda de Manuel para entregarle el dinero de la venta de Cenicienta. Sabía que vivía en Canarias y aprovechaba cada vez que se encontraba con las personas que viajaban asiduamente a las islas, en su mayoría eran comerciantes, para contarles su historia y encargarles que preguntasen por él para localizarle. Siempre recibía respuestas negativas, nadie sabía nada de Manuel. Pero siguió con su empeño de encontrarle ya que su principal objetivo era saldar su deuda antes de morir.

En cierta ocasión se encontró con uno de sus amigos, que le informó del fallecimiento de Manuel. "¿Cómo?", exclamó Omar llevándose las manos a la cabeza. "¡Dios mío! ¿Y qué hago ahora?" Su inquietud se incrementaba al ver alejarse la posibilidad de librarse de su carga. Pero al momento recordó que Manuel tenía dos hijos: Luisa y Pepe. Empezó a calmarse poco a poco pensando en iniciar una segunda batalla, la de cómo dar con los hijos de Manuel. Pero no fue posible, pasaron los años y seguía en la misma situación, pero sin perder su afán de entregar su deuda a los herederos del dueño del animal. Una deuda que le ha hecho vivir temeroso de morir sin pagarla.

Y por esas casualidades de la vida, a finales de mayo de 2017, estando Omar cumpliendo con sus oraciones del mes de Ramadán, oyó que alguien le llamaba. Observó que era uno de los empresario que conocían su caso. Al acercarse le preguntó: "¿A que no sabes quién viene a cenar a mi casa esta noche?" "No", le respondió. "La hija de Manuel". Le miro incrédulo: "¿Quéee, será una broma?" El hombre se acerco, apoyando su mano en el hombro de Omar y le dijo: "No, es cierto, ella ha venido a El Aaiún de visita, con un grupo de amigas, antiguas alumnas del instituto General Alonso" y después de más de 42 años. Omar con los ojos como platos repetía: "No me lo puedo creer". El empresario, sonriendo, le invitó: "Ven a cenar esta noche a casa y te la presentaré".

Se encaminó a pasos rápidos hacia su domicilio. Su corazón empezó a latir aprisa. "Gracias, Dios mío", se repetía haciendo pasar entre sus dedos las cuentas del rosario que siempre llevaba en sus envejecidas manos. Con la emoción en aumento y ansioso, recogió un viejo sobre y lo metió en el bolsillo de la darraa que se puso para la invitación. Fue uno de los primeros en llegar a la vivienda del empresario. No podía creer lo que estaba viviendo.

Llegaron los invitados. En cuanto entró Luisa fue cogida de la mano por el empresario y llevada ante Omar, que se puso de pie; le parecía vivir un sueño. Tras la presentación y el saludo, le contó su historia. Luisa estaba asombrada. "¿De qué cabra me hablas", exclamó. "¿Qué me estas contando?" Omar le hizo entrega del sobre diciéndole: "No sabe lo que significa para mí este momento y lo gratificante que es poder entregarte esto". Luisa se negó a cogerlo: "Que no, no... Yo no sé nada de esa cabra". Y Omar seguía explicando: "Su padre me la dejó hace más de 43 años y después ya no supe nada de él, le ruego que coja esto. Os pertenece, tome", y la hija de Manuel: "No, no lo voy a coger. Yo no lo quiero". "Por favor", insistió Omar, "soy una persona mayor y quiero morir en paz. Todo este tiempo he estado esperando este momento". Luisa, ya con ganas de dar fin a la situación, le da la solución: "Mire, puede quedárselo o dárselo a alguien que lo necesite". "Sí, sí", comentaron varios de los comensales que siguieron atentamente la conversación. "Es una buena solución para su deuda", afirmaron.

Omar, muy a su pesar, tuvo que admitir la propuesta. Y al día siguiente lo primero que hi-zo fue entregar el total de la deuda a una familia necesitada. Sintió un gran alivio al saldar así una deuda que ha sido su principal preocupación durante más de 43 años.

"La humanidad que yo sueño es cuando se da la palabra, la palabra es un documento. Y cuando te doy la mano, es un contrato". Esta frase del expresidente José Mujica refleja perfectamente la época del protagonista de la historia. Morían por la palabra dada y cuando se estrechaban las manos era señal de un pacto. Todo lo contrario de lo que pasa en estos tiempos que vivimos. Antes la honradez y la honestidad eran unos valores que formaban parte de la integridad de las personas. Estas cualidades, lamentablemente, se van perdiendo de una generación a otra. Y se habla más de las personas corruptas que de las honradas. Este relato hace honor a los justos, como Omar, que, gracias a Dios, todavía existen aunque rara vez son noticia.

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