La Provincia - Diario de Las Palmas

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OPINIÓN

Despertando recuerdos

También estaba terminando un año, ya hace sesenta y seis, cuando de forma oficial llegaba el Celta de Vigo a Canarias a jugar al fútbol de Primera contra la UD Las Palmas, que se había metido en la elite unos meses antes, imparable como caballo desbocado, de ánimos aunque en experiencia ni siquiera se afeitaba todavía para camino tan difícil. Había tenido que saltar muchos obstáculos, hasta el último en que tuvo que doblegar a aquel Málaga conducido por Ricardo Zamora, ejemplar tantas veces reputado como mejor portero del mundo, con permiso del ruso Yashin (o algo así), que destruía la mala intención que albergaba cualquier pelotero de desflorar y mancillar la puerta del sóviet del que era guardián.

Era, aquel tiempo de la visita liguera del Celta (1951-52) cuando, entre la mar de la pesca y la guerra; y la tierra de la construcción, había aquí casi tantos gallegos como canarios. Tantos gallegos había que, buscando en el recuerdo, se nos aparece la Casa de Galicia por la que tantas resistentes estachas de corazon reforzado se botaron a tierra por parte del Celta, amarrándolas a los norays del muelle de la amistad.

"¿Y lueeego?" (como suele decir el gallego). Pues luego recuerdo que agasajaron a los directivos y periodistas isleños en "su Casa gallega" cuando estuvo allí al borde mismo de la playa de las Canteras junto al mar. Fue además un agasajo presidido por el gallego Sr. Vieitez de Soto, a la sazón delegado de Hacienda en esta capital, y organizado por 'Moncho', Ramón Mariño Mirazo, el gallego más amarillo que he conocido en mi vida, tanto que inventó y publicó la más bonita y atrayente revista del club grancanario.

Con los celestes coincidieron otros actos inolvidables, como por ejemplo la organización de la entonces primera y modestísima cabalgata de Reyes en la que llegaron a participar jugadores de los dos clubes. Y otra, muy importante, para la posterior historia de los amarillos, como fue el debut del portero valenciano Pepín (José Casas Gris). "Es muy bajito", decían los aficionados aquel día (6-1-1952) en que, sobre la marcha y sustituyendo al tinerfeño de manos gigantes Gorrín, se presentaba el nuevo portero.

Y bajito era de verdad, despertando cierto desencanto entre la afición. En especial, cuando comenzado el partido UD Las Palmas-Celta resulta que Hermida, goleador gallego, le coló un gol tonto que, por si faltaba algo que invitara a la protesta, entró "¡por arriba del portero!"

"¡Ciertos son los toros! Éste portero no nos sirve. Ha sido un error. No saben fichar", protestaban los espectadores del Insular que tan cerca estaban del césped, que ya lo cuidaba entonces 'Mastro Gumersindo'.

Pero, amigo lector, se lo cuento porque lo vi y viví. El partido se acabó ganando por el 2-1 que marcaron para Las Palmas Gallardo y Luciano. Y, pese a que se descendió, el tal Pepín, que por culpa de aquel gol estuvo a punto de ser devuelto a su casa mediterránea como "paquete", resulta que empezó a detener balones que parecían ir al revés, o sea volando hacia sus manos, donde quedaban como imantados en vez de que sus manos fueran a por ellos.

Tanto fue así que se mantuvo varios años como valladar de la puerta canaria, en la que solo entraban goles imposibles de parar. Esto es lo que nos indujo a que, como la gente, le llamáramos don José y no Pepín.

Nunca cayó enfermo ni lesionado. Los suplentes, entre los que estaba el fabuloso Betancor, se desesperaban porque no les llegaba la ocasión para relevarle. Y cuando ésta llegó al cambiar de escuadra Pepín yéndose al Real Betis siguió siendo allí en Sevilla "tan pequeño gran portero" que le llamó la selección nacional española, donde también dejó su huella de gigante. Por tocdo eso, ¿no creen que es lógico recordar a Don José, cuando ahora tenemos ahí ante nosotros al Celta, que en su primera visita de hace 65 años nos dejó esas secuencias inolvidables?

Sí, vale la pena, y recordado queda. Sería entrañable hacerlo también de forma personal con alguno de los que con él jugaron aquel día, y no es posible, porque también se marcharon con él para siempre. Fueron Beltrán, Juanono Bartolo, Pedrín, Villar, Lorencín, Luciano, Gallardo, Torres y Oramas, quienes recibieron y vencieron por primera vez a los celtas.

¡Cuántas gentes afloran a la memoria cuando ésta se ejercita! Como ésta que se hace presente con aquella primera llegada céltica, que aumenta el caudal de cosas destacadas este próximo lunes. Porque es a partir de entonces cuando Canarias aumenta, a través del equipo amarillo, la aportación al fútbol internacional con su capitán Jonathan Viera, felizmente debutante en Jerusalén y felizmente también debutante con galón de internacional dando cara al Celta de Vigo en el Estadio de Gran Canaria.

Hablando de todo esto del pasado histórico no se qué podría contar a la afición sobre la importancia de los puntos que tiene en juego la UD en el partido. Cada cual tocará su tecla de colaboración colectiva, pero la que debe ser conjunta, general y afectuosa es la acogida que merece un joven de clase sencilla como Jonathan Viera, capaz de meterse en el bolsillo el internacionalato español en Jerusalén, y seguro que necesita también meterse en el corazón el aplauso, la admiración y la compañia de sus aficionados en Canarias, porque es él quien continúa la larga historia de la raza canaria introduciéndose, otra vez con honor, en el concierto internacional del fútbol español. Lo veremos.

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