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opinión

Batalla de la Naval 1595

En las fiestas del barrio de la Isleta se conmemora la Batalla de la Naval que enfrentó a soldados y civiles encargados de la defensa de Las Palmas de Gran Canaria con la poderosa flota inglesa mandada por el Almirante Drake, compuesta por 28 navíos y 3.000 hombres. Llegaron a Las Palmas el 6 de octubre de 1595 y se dispusieron a atacar la ciudad, en lo que según sus informes preveían como una fácil victoria.

Hay que enmarcar esta acción en la lucha por la supremacía marítima entre España e Inglaterra, unos años después del envío de la Armada Invencible mandada por Felipe II en 1588 para destronar a Isabel I y que sufrió adversas condiciones climatológicas. A la ofensiva española siguió la Contrarmada inglesa o expedición militar de Inglaterra contra diversos puertos españoles, que también fracasó en sus objetivos. Esta guerra anglo-española duró casi veinte años, entre 1585 y 1604, por motivos tanto políticos y económicos como religiosos y se libraron combates en América y en Europa. Canarias no estuvo al margen, dada su crucial importancia geoestratégica.

La defensa del Real de Las Palmas se montó alrededor del Castillo de la Luz, del de Santa Ana y de seis piezas de Artillería que se dispusieron en trincheras en la playa. Se habían conseguido reunir apresuradamente unos 1.500 hombres, la mayor parte civiles sin instrucción militar. La guarnición fija de las fortificaciones era de ocho artilleros, seis a sueldo del Cabildo, apoyados por 28 ayudantes fijos.

En el combate destaca la defensa artillera desde el Castillo de la Luz o de las Isletas, con el capitán de milicias Pedro Serpa y el cabo de Artillería Juan Negrete y los artilleros veteranos Pedro Bayón, Bartolomé Martín, Diego Ternado, López Hernández. Las piezas de Artillería utilizadas fueron cuatro culebrinas, tres cañones franceses de 13 centímetros de calibre, un cañón encampanado de 18 centímetros y una medio culebrina, con fuegos que llegaban hasta la Caleta de Santa Catalina y que según Rumeu de Armas "bajo la experta dirección del cabo Negrete, sembró la confusión y la muerte por doquier".

La flota atacante estaba formada por seis galeones: en el Defiance enarbolaba su insignia sir Francis Drake y en el Garland John Hawkins, mientras que la Infantería de Marina de Thomas Baskerville iba en los otros galeones. El resto de los 22 barcos estaba formado por buques mercantes, naos, urcas y pataches. Enviaron primero una lancha hacia la caleta de Santa Catalina en la que venía Drake de reconocimiento y a continuación se lanzaron al ataque 27 lanchas, apoyadas por los cañones de varias naos.

Se estableció un violento intercambio de cañonazos. Los fuegos artilleros impidieron a los ingleses desembarcar y, tras hora y media de intensos combates se retiraron, habiendo perdido unos 40 hombres y 4 barcazas. Por parte española apenas hubo bajas. Al evaluar lo costosa que había resultado la operación, y con daños importantes en los buques, los ingleses desistieron de su empeño de atacar Las Palmas y zarparon hacia la despoblada bahía de Arguineguín para aprovisionarse. Fueron atacados allí por una patrulla española, con lo que se desplazaron a La Gomera, en donde sí pudieron abastecerse de agua y leña y emprendieron viaje a América.

Derrotados los ingleses en 1595, habría de sufrir Las Palmas de Gran Canaria de nuevo un violento ataque tan sólo 4 años después, esta vez por parte de una armada holandesa. En junio de 1599 una flota tres veces más potente que la de Drake, al mando del holandés Pieter Van der Does logró, esta vez sí, desembarcar en Las Palmas de Gran Canaria y conquistarla. Tres días después las fuerzas canarias vencieron a los holandeses en la batalla del Batán gracias a su valor y a su conocimiento del terreno.

Los ataques a la isla de Gran Canaria a finales del siglo XVI de Drake y Van der Does, junto al ataque de Nelson a Tenerife a finales del siglo XVIII, fueron las ocasiones más claras que pusieron a prueba la determinación del Reino de España para mantener la integridad de las Islas Canarias y las ocasiones en que corrieron mayores riesgos. Aunque estos combates fueron los más peligrosos, las Islas sufrieron muchos ataques debido a la estratégica situación. El Archipiélago era un lugar privilegiado para facilitar los viajes hacia América, pero también hacia el sur de África y para circunvalar el continente africano camino hacia la India.

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