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opinión

¿Pero qué pasa?

Pocos defenderán que no merece respeto la identidad de un pueblo, su destrucción sería genocidio. Pocos serán también los que nieguen que es normal el apego a la tierra propia. A lo que todo ello despierta, se le puede llamar sentimiento nacional, pero otra cosa es que el respeto que merece necesite un Estado.

Hace unos 20 años, cuando estudiaba políticas en la Universitat Autònoma de Barcelona, vino a darnos una conferencia el primer presidente del parlamento. A Heribert Barrera i Costa le preguntaron sobre la necesidad de un estado catalán en una Europa que estaba en proceso de integración, contestó que lo quería para Cataluña mientras otros lo tuvieran. La respuesta nos da pistas sobre una de las claves del problema. Lo que algunos no aceptan es un estado que sea español, no les importa integrarse en otra cosa. Las tierras hoy catalanas, formaron parte de la Hispania Citerior, la más cercana a Roma. Ahora, después de bautizarnos a todos los demás como hispanos, los que quieren irse desean usar un nombre algo más moderno (circa siglo XII).

A muy largo plazo, la solución podría estar en una Europa más unida, ojalá federal. Alemania y Francia decidirán. Quizá puedan llegar a conseguirlo, ahora que se marcha el caballo británico, al que De Gaulle no quiso abrirle las puertas de la ciudad. Para todos habrá daños, como siempre pasa cuando algo se rompe. Menores si se va al trote, y graves si se marcha desbocado y nos arma la de Troya. No olvidemos que tienen tradición imperial, mueren matando, y si "descolonizan", dividen.

Los daños económicos de la fractura de nuestro estado serían enormes para las dos partes. Molesta lo que se roba, es decir, la solidaridad de Cataluña con otros territorios que son su fundamental mercado, y casi la mitad de los catalanes creen que, si lo pierden, serán más ricos. Alemania logró el mercado europeo después de dos guerras mundiales, y con ello querían sus nuevos socios evitar la tercera. Los alemanes han cumplido y han sido solidarios, pero algunos piensan que el mercado se lo merecen gratis y que pueden irse de la Unión Europea y seguir vendiendo sus productos, acaban de lograr 94 escaños en el Bundestag, Hitler en 1928 consiguió 12.

La solución ahora, después de lo ocurrido el primero de octubre, dicen que tiene que ser el diálogo, el acuerdo y la reforma de la Constitución. Muy fácil decirlo, hacerlo es otra película. Exigen el derecho a decidir la autodeterminación. No parecen querer una España federal. ¿Café para todos o sólo para los que tengan pedigrí independentista?

Podemos proponer que sea sólo para algunos y ofrecerles además lo máximo posible. Un referéndum en Cataluña, Valencia y Baleares. ¿Alguien cree que el resultado sería favorable a la independencia de los Països Catalans como desea la CUP? Semejante lío para semejante resultado. Sería un parto de los montes, que después de poner en jaque a todo el país, alumbraría un ratoncillo.

Como diría con asombro nuestra última cupletista: ¿Pero qué pasa?... ¿Qué invento es este?

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