La Provincia - Diario de Las Palmas

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Internet en medicina

Los avances científicos y tenológicos han encontrado siempre la oposición de los conservadores. No les gustaba el ferrocarril. Cómo se iba a consentir que un instrumento diabólico negara la Providencia Divina. Si Dios Todopoderoso hubiera querido que los hombres viajáramos más rápido hubiera puesto a nuestra disposición otros animales, pero Él nos obsequió con los caballos. Ésa debería ser la máxima velocidad permitida.

Tampoco les gustó nada la imprenta de tipos móviles que desarrolló Gutenberg. Pensaban que la facilidad para editar libros iba a corromper a las gentes sin formación. La escritura fue durante siglos cosa de unos pocos, esa clase letrada al servicio del poder. El primer riesgo se corrió con la escritura alfabética: ya no se precisaban años de estudio para aprender a leer o escribir. Pero los textos, caligrafiados, eran escasos e inasequibles. En el siglo XV, con papel e imprentas, la perversión del inocente pueblo estaba asegurada.

Qué pensarían de Internet. Lo que siguen pensando, por eso los gobiernos limitan el acceso a ciertas páginas que pueden hacer daño a sus desadvertidos súbditos. Tienen razón. En la web hay mucha basura. Como la hay en la calle, en las opiniones sin fundamento o con fundamentos interesados, falseados. Todos las emitimos. Como uno no puede saber de todo ni se puede entretener en examinar cada opinión, nos fiamos de las personas que por alguna razón se han ganado credibilidad. Lo mismo en la red.

En medicina se aconseja acudir a páginas que estén sustentadas por una organización responsable. Los médicos tenemos las preferidas, depende de la especialidad y de la exigencia. Yo prefiero las de las agencias de evaluación de tecnología o de entidades que no tienen intereses comerciales o profesionales. Las páginas de las asociaciones médicas son buenas, pero pueden estar sesgadas para proteger los privilegios de la especialidad.

Más peligrosas son las de las instituciones con ánimo de lucro. Como puede ser una Universidad privada. Harvard es un buen ejemplo.

La necesidad de ingresos le ha hecho abrir un departamento de venta de productos en la red. Casi todos los días recibo una oferta de un manual con el que puedo resolver algún problema médico. Suele enfocarse a problemas comunes, de baja intensidad, que pudieran mejorar con modificaciones en el estilo de vida o intervenciones que no precisan una prescripción facultativa.

"Aprende cómo en sólo cuatro semanas puedes poseer más energía, alerta y adquirir un dinamismo supercargado", "Ten la energía de la juventud a cualquier edad". Éste es uno de los anuncios de Harvard. La carta está personalizada: "Querido Martín, no importa tu edad, puedes poseer tanta energía que durará todo el día y se prolongará durante la noche, no importa cuán exigentes sean tus planes. Supercarga tu energía y mantente poderoso en sólo 28 días. Los doctores de Harvard Medical School te mostrarán cómo conseguir y mantener la energía física y mental. Este informe contiene 17 etapas, estrategias fáciles y secretos sorprendentes para eliminar la fatiga y ganar energía extra. Si lo compras ahora tendrás un 30% de descuento".

He extraído, sin modificar, alguna de las frases de la propaganda.

Naturalmente, no lo he comprado. No lo he hecho porque me parece un camelo. Dice, por ejemplo, que aprenderás a usar la energía con más eficiencia. Veamos. La energía procede de los alimentos, también del alcohol. En nuestras células se queman y la cantidad de energía que producen es la que contiene ese alimento. La que se aprovecha, que sería la eficiencia, está determinada por el metabolismo, algo a lo que no tenemos acceso. Por tanto, desde esa perspectiva, los doctores de Harvard poco nos pueden aconsejar. Tampoco podemos intervenir en cómo se usa dentro del organismo, para transportar materias, para metabolizar, para reconstruir tejidos. Donde sí podemos ser algo más eficientes es en el transporte de nuestro cuerpo o partes de él. Pero eso es sólo importante en deportistas de élite, las diferencia en gasto de energía en actividades normales es mínima.

Así que a no ser que se refiera a otra energía, la mental, la espiritual, energías que no se pueden medir, que se llaman energía por analogía, pero que no siguen los principios de la termodinámica, nada podemos hacer.

También nos dice que con ese libro se conseguirá que la dieta diaria sea una fuente abundante de potencia. Supongo que son los alimentos mágicos, ésos que además de la energía que contienen sus componentes, carbohidratos, grasa o proteínas, aportan algo más. Ya se sabe, la quinoa es hoy el cereal (no es exactamente un cereal) mágico. Antes lo fue la soja, con él íbamos a resolver todos nuestros problemas, incluso los hormonales. También se asoma a ese palmarés la escanda. Todos ellos se caracterizan por contener todos los aminoácidos esenciales. Nada especial porque no son los únicos, todos los alimentos animales los tienen, además no hay necesidad de consumirlos a un tiempo, puede uno comer arroz hoy y mañana lentejas y ya está, si es vegetariano.

Saben que hay un mercado para este tipo de consejos y los venden amparados en su nombre y prestigio. Internet es formidable, hay de todo. Elegir puede ser difícil.

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