La temporada pasada la Unión Deportiva Las Palmas encajó 74 goles. Esa cifra deja una media de casi dos tantos en contra por partido, un lastre para sobrevivir en Primera División. Sólo la calamidad, convertida en fútbol, que firmaron Granada, Osasuna y Sporting ­-los tres equipos que descendieron a Segunda-­ evitó que el equipo amarillo ­-excelso en la primera vuelta; depresivo en la segunda mitad de curso-­ se metiera en un lío serio. Con ese precedente, que debió tomarse como un serio aviso a navegantes, en la comisión deportiva de la entidad ­-presidida por Miguel Ángel Ramírez-­ nadie vio este verano como un asunto urgente darle una vuelta al sistema defensivo del equipo.

El rendimiento de la Unión Deportiva, tras la disputa de las nueve primeras jornadas de la nueva campaña, revela que el problema aún habita en su manera de defender. Ya ha encajado 22 tantos, lo que da a un promedio de 2,4 goles en contra por partido. El dato subraya la debilidad defensiva del equipo amarillo, pero también pone el foco sobre una dificultad que hipoteca de manera considerable su futuro en Primera División: con esos números, para ganar, al conjunto grancanario no le queda otra que marcar tres dianas -­como mínimo-­ en cada cita para ganar. Un drama que explica a la perfección porqué Las Palmas sólo ha celebrado dos triunfos en lo que va de campaña, no gana desde el 17 de septiembre y ocupa plaza de descenso a Segunda División.

Lo explicado en las líneas anteriores es obvio, se levanta sobre estadísticas al alcance de la mano de todo el mundo y es un simple relato de todo lo sucedido. Para aportar algo de luz al asunto, para ponerlo negro sobre blanco, hay que reparar en la raíz del problema. Y en este caso, el punto de origen ­-el criterio de la comisión deportiva para dar forma al proyecto-­ lleva a otra calamidad: el día a día.

En verano, para reforzar el sistema defensivo, el club sólo cambió algunas piezas: se fueron Varas, Helder Lopes, Roque Mesa y Montoro y llegaron Chichizola, Borja Herrera, Ximo Navarro y Aquilani ­-un mediapunta reconvertido en pivote defensivo-­. Cromo por cromo. Ni hubo revolución ni, a simple vista, se elevó el nivel de la retaguardia. Los resultados, de momento, así lo certifican. Como si el futuro de la Unión Deportiva fuera una partida del PC Fútbol, en la comisión deportiva se apostó por acumular talento arriba y formar un equipo de peloteros.

Para dar con una solución, alguien en la UD Las Palmas debería reparar en la figura de Chuck Daly. Cierto que fue entrenador de otro deporte, baloncesto en concreto, pero su hoja de servicios -­campeón de la NBA en dos ocasiones con los Pistons de Detroit y técnico del Dream Team con el que Estados Unidos se colgó la medalla de oro en los Juegos Olímpicos de Barcelona 92-­ debería tomarse en consideración como ejemplo de gran gestor de grupos. "El ataque gana partidos, pero la defensa te da títulos", soltó un día el técnico de Pensilvania. Tomen nota.

Localizado ese problema estructural, la deficiencia del sistema defensivo amarillo lleva al estado físico y anímico de los jugadores. En verano, algunos futbolistas vieron en De Zerbi al enemigo: un tipo exigente en el día a día. Por eso, muchos apostaron ­-vía conexión en Miami-­ por Manolo Márquez. El resultado fue nefasto: el técnico catalán dimitió tras solo seis partidos. Hoy, la Unión Deportiva compite a una velocidad menos que sus rivales y tipos como Lemos, Míchel Macedo, Aquilani o Vitolo andan lejos de su mejor nivel. Será porque Pedro Martínez, otro entrenador de baloncesto, igual tiene razón: "Se compite como se entrena".

PD: Pako Ayestarán, en la rueda de prensa posterior a la derrota ante el Villarreal, dejó dos perlas. Primero, apuntó al mal cierre del curso pasado como lastre en el viaje actual. Y segundo, consideró que no se había equivocado en nada pese a la abultada derrota. Puede que tenga razón en la consideración del pasado, pero la falta de autocrítica pone en duda su capacidad para mejorar el futuro de la Unión Deportiva.