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CARTAS A GREGORIO

Manuel Ojeda

El ritmo circadiano

Querido amigo: en la madrugada del próximo domingo volveremos a cambiar la hora. Esta vez toca retrasar el reloj una hora, así que, a las dos de la madrugada tendremos que poner la una. Hay que ver, Gregorio, cómo nos complican la vida.

Esa decisión hace que, tanto las personas como los animales, tengan que cambiar su ritmo de vida, o lo que llaman el ritmo circadiano, y la razón de estos cambios parece estar en función del aprovechamiento de las horas de luz solar.

Y se pregunta uno si no sería más fácil cambiar el horario de trabajo. Es decir, empezar a trabajar en verano una hora antes y en invierno una hora después. Nos ahorraríamos, entre otras cosas, la fatiga de cambiar nuestro reloj dos veces al año o el de todas las torres, campanarios y demás edificios públicos.

Parece que las vacas son los animales más afectados por estos cambios de hora, y es que, además, ni a la vaca ni al lechero les importa un carajo las horas de luz que tengan. Quien quiera tomarse un vaso de leche recién ordeñada, que se adapte a la hora de la vaca y del lechero. Lo mismo pasa con las gallinas, que van a seguir poniendo los huevos a la misma hora y los gallos, que seguirán cantando con la primera luz del sol.

Tampoco a nosotros los jubilados nos importa mucho que el reloj marque las siete o las ocho de la mañana para levantarnos, y si las tiendas quieren abrir o cerrar a otra hora, allá ellos.

Quien quiera ahorrar luz, que se levante más temprano, Gregorio, pero que no nos fastidien falsificándonos la hora. ¿Y cómo le enseño yo a mear a mi perra una hora antes...? Y a un bebé, ¿cómo le digo que tenga hambre una hora antes o una hora después? Vaya una tontería.

Dice el Doctor Ricardo Martínez Murillo, neurólogo del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), que en las instalaciones controladas del centro de investigación animal, se procura mantener a los animales en un ciclo de oscuridad y luz constante, algo que califica de "muy importante para evitar cambios de comportamiento". Sin embargo dice que no les afecta a los animales que viven en libertad... Debe ser que no tienen un reloj a mano o alguna vaca que les venga a mugir lo del cambio de hora.

También dice el prestigioso doctor que, en verano, con más horas de luz y actividad, las personas que sufren de ciertas patologías tienden a la depresión y a desarrollar ideas suicidas. En fin, Gregorio, doctores tiene la Iglesia, pero yo creo que quién tendría que suicidarse es el que inventó esto de los cambios horarios.

Los canarios podríamos cambiar el reloj una hora antes de modo que a la una fueran las doce del día anterior. Así tendrían que decir en los telediarios: "Son la una, las doce de ayer en Canarias...", que todo es publicidad.

Un abrazo, amigo, y hasta el martes que viene.

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