Arde uno en deseos de descubrir las propuestas de los grupos parlamentarios (empezando por CC y terminando por Podemos o a la inversa) para paliar la pobreza y la desigualdad social en Canarias. Bueno, en algunos casos las propuestas ya han sido adelantadas. Los diputados de Podemos sostienen que pueden conseguirse hasta 400 millones (duro más o duro menos) con una tasa turística. Y con 400 millones se monta uno una tómbola de subvenciones y ayudas que ríete tú del precio por el que compraba la cebolla el complejo agroindustrial de Teguise en los tiempos de Dimas Martín. Me imagino a sus señorías de Podemos aplicados a cabalísticas operaciones con una hoja de papel y un par de rotuladores Carioca. Pongamos que a las islas llegan 14 millones de turistas. Se le clava a cada guiri 27 euros y te embolsillas 400 millones. Es una lástima que la realidad sea más jodida y embarullada, incluyendo la complejidad de diseñar e imponer un sistema de recaudación en colaboración con las empresas, la amplia variedad de estilos y formatos vacacionales, los modelos de estancia -desde hoteles de lujo hasta apartamentos pasando por viviendas particulares o caravanas- y que para muchos extranjeros 27 euros es lo que les cuesta un billete en una línea de low cost, con lo que la medida tendría a medio plazo impacto considerable en la demanda. Se pueden aumentar los ingresos fiscales dependientes de las actividades turísticas sin necesidad de establecer una tasa o una ecotasa: una obviedad que jamás satisface a los que quieren castigar a los que más ingresan.

En realidad la mayor parte de las medidas para atacar la pobreza que propone o insinúa la oposición parlamentaria tienen un sesgo recaudatorio y conciben un gesto social como parche dinerario para evitar que el paciente termine desangrado. Algo que se parece más a un instrumento de caridad laica que a una política social moderna, sistemática, transversal y que se oriente a maximizar los recursos públicos entre todas las administraciones. El Gobierno autonómico ha preparado en los presupuestos generales de 2018 un conjunto de medidas tributarias y de ayudas económicas para individuos y colectivos en distintas dificultades. Su impacto real no será irrelevante, pero en la mayoría de los casos tampoco deslumbrante. En todo caso las políticas paliativas deben combinarse con políticas estructurales y son esas las que nunca aparecen. Políticas que consigan impulsar una redistribución de la renta y sobre la que algunos pelmazos llevan (llevamos) insistiendo hace años. Aumentar los fondos para la Dependencia: crea puestos de trabajo, desata dinámicas empresariales, libera horas para dedicar al empleo o a la empresa propia. Crear una red de guarderías públicas -podría incorporarse capital privado- para que las mujeres jóvenes tengan más tiempo para buscar empleo o dedicarlo a formación. Potenciar la formación ocupacional y la educación infantil, ampliando horarios lectivos e introduciendo inglés y francés como idiomas con carácter obligatorio, no opcional, para centros y profesores. Incrementar los créditos fiscales a las clases medias y medias bajas. Hay otras medidas y opciones que se han ensayado en otras latitudes y que apenas reciben atención en la agenda pública local. Una distracción un poco suicida, sinceramente.