Clavijo ve tras la cronificación de la pobreza en Canarias la alargada sombra de un pasado "colonial" que ha cuajado hasta la actualidad en un lumpen que no cotizó a la Seguridad Social, o lo hizo de manera casi testimonial por el régimen abusivo de sectores como el tomate o el plátano. A lo que se refiere el presidente del Gobierno es al caciquismo, cuya relevancia en el modelo socioeconómico de las Islas queda patente en las pensiones míseras, no contributivas, que padecen ahora mismo muchos canarios y canarias. Pero viene la segunda parte: la cabeza más alta del Ejecutivo regional reconoció durante su intervención ayer en el pleno del Parlamento que para invertir el estado de vulnerabilidad de la población isleña ante la pobreza hace falta un profundo cambio del modelo productivo, algo, admitió, que no se consigue ni hoy ni mañana, ni pasado, ni tiene plazo, ni se lo espera. O sea, que el horizonte para subvertir esta herencia "colonial" está muy oscuro. Y ante el pesimismo gubernamental, cabe preguntarse: ¿y qué apellido debe tener el modelo que practican los empresarios del sector turístico con sus trabajadores? ¿Poscolonial? ¿Situación extractiva de la riqueza? ¿Fuga de capital? Este tipo de resignación política ante la pobreza nos dispara de inmediato hacia la frustración. Nos damos cuenta de que el modelo productivo ni se reconduce ni se crea, sino que se alimenta de los tics de un caciquismo reinventado; segundo, que acabar con la desigualdad social es poco menos que imposible; tercero, que los canarios están condenados a estar en el furgón de cola en cuanto a sueldos y pensiones, y cuarto, que nunca acabaremos de saber dónde han ido a parar los ingentes presupuestos. Bueno, una gran parte ha sido para superautovías.
