La Provincia - Diario de Las Palmas

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OBSERVATORIO

Womad, de vuelta a casa

Hace 24 años ya que el festival Womad pisó territorio canario, que aterrizó en la playa de Las Canteras para asombrarnos y asombrarse. Para asombrarnos con su alcance, con su potencia humana y con su capacidad para el hechizo y la sorpresa. Para asombrarse con la respuesta y la inmediata sintonía con la gente de aquí. Desde entonces quedó sellado un trato entre Womad y Las Palmas de Gran Canaria, sin papeles ni compromisos eternos, pero desde aquel noviembre de 1993 sobre la arena quedó claro que esta ciudad es ciudad Womad.

Tengo que reconocer que fue un empeño personal traerlo hasta aquí, seguramente porque ningún proyecto que no tenga detrás un empeño personal termina por ser creíble. Amo mi ciudad, amo Las Palmas de Gran Canaria a pesar de los sinsabores o las incomprensiones, y siempre he querido para ella lo mejor de lo que me pueda pasar a mí. Cuando vi en las calles de Alcalá de Henares el montaje de don Juan Tenorio también lo quise para mi ciudad, se lo propuse al Ayuntamiento y desde entonces lo disfrutamos en Vegueta cada víspera de difuntos. Cada vez que ideo un proyecto de teatro o de música quiero compartirlo aquí porque vivo aquí, porque mi hijo es de aquí y porque quiero morirme aquí.

Había visto Womad en la ciudad monumental de Cáceres, un conjunto imponente con una magia especial para acoger entre sus muros de siglos y siglos de historia las historias del mundo que propone siempre este festival. Me quedé maravillada y de inmediato me lo imaginé compartido con mis conciudadanos en un sitio tan singular como la playa de Las Canteras. El alcalde de entonces, Emilio Mayoral, al que seguramente no le hemos hecho el reconocimiento debido, compartió conmigo aquella visión maravillosa. Y desde allí compartimos miles de personas con el resto del mundo el privilegio de un lugar único con un festival cautivador. Recuerdo a Salif Keita, llamando a la gente a subirse a bailar con él en el escenario; o a Los Gofiones con Los Coquillos bañándose en Las Canteras. Cómo no recordar al presidente Olarte, que impuso su entusiasmo frente a las primeras adversidades políticas. Peter Gabriel conserva con mucho mimo el timple que le regaló.

Las Palmas de Gran Canaria no es Cáceres, pero las aparentes diferencias que separan a ambas ciudades terminan por convertirlas en hermanas. Tierra cargada de historia, de civilizaciones que la amalgamaron, de conquistadores que buscaron otros mundos, Extremadura tiene un arraigado sentimiento de unión con Womad. Y Las Palmas de Gran Canaria, abierta al mundo, paso de descubridores, vecina del continente donde comenzó todo, con una ciudadanía tolerante e inquieta producto también de muchas culturas, es puro Womad.

La gente Womad es especial, muy especial. Acude a cada llamada del festival con los ojos bien abiertos, con muchas ganas de rozarse, de abrazarse, de conocer cada nueva propuesta que llega de los puntos más dispares del mundo. Nadie nos exige que traigamos un artista de relumbrón de radiofórmula, eso ya lo ofertan otros festivales. Quieren zambullirse en este mundo de tantos colores y de tantos sabores que nos acerca Womad en cualquier parte del mundo, disfrutar del descubrimiento y de la sorpresa, de la concordia y la solidaridad, algunos de los valores que siempre hemos defendido en cada ciudad donde estamos o hemos estado.

No soy una mujer que se rinda fácilmente, y las vicisitudes que ha vivido nuestro Womad canario no me han hecho tirar la toalla nunca. Siempre hemos respetado desde la organización que me honro representar las decisiones de los responsables públicos respecto a la continuidad o a la interrupción de este festival. En otras circunstancias algunas de esas decisiones habrían disuadido a cualquiera de volverlo a intentar, pero siempre hemos valorado mucho a la hora de volver la impresionante respuesta ciudadana que existe en Canarias respecto a este festival.

Hemos vivido tres años bellísimos en Fuerteventura, primero de la mano de un Cabildo entusiasta, y al final animados por un pueblo, el de Gran Tarajal, que hizo todo lo posible por que nos quedáramos. No fue posible, y por suerte el Cabildo de Gran Canaria y el Ayuntamiento de Las Palmas de Gran Canaria decidieron llegado el momento de recuperar Womad para sus ciudadanos.

Estamos verdaderamente encantados de volver, en mi caso, de permanecer. Creo que esta es la casa de Womad y me resultaba incomprensible que no lográramos ponernos de acuerdo para hacer posible este regreso.

Sólo puedo tener palabras de gratitud y de reconocimiento para personas como Antonio Morales, presidente del Cabildo; Augusto Hidalgo, alcalde de Las Palmas de Gran Canaria, y para la concejala de Cultura, Encarna Galván, y el consejero homólogo del Cabildo, Carlos Ruiz. Todos ellos han puesto todo lo que ha estado en su mano para que este reencuentro pueda ser realidad en tan solo unos días. Han trabajado a tope junto a sus equipos para que el corto plazo con el que hemos contado no impidiera que podamos tener un festival de muchos quilates.

Estar en casa siempre es reconfortante. Disfruten de la ciudad Womad.

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