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INVENTARIO DE PERPLEJIDADES

La cara oculta de Hemingway

En Estados Unidos, su país, se ha publicado una nueva biografía sobre Ernest Hemingway. No la he leído en su original versión inglesa pero por el adelanto de su contenido que sirven los periódicos españoles parece que buena parte de sus 750 páginas están dedicadas a investigar las dudas que tenía el escritor sobre su verdadera identidad sexual, en la que, al parecer, el lado femenino de su personalidad se ocultaba bajo el aspecto rudo de un supermacho valeroso y amante del riesgo. En ese sentido, la autora del libro, Mary V. Dearborn, que también ha sido biógrafa de los no menos famosos escritores Norman Mailer y Henry Miller, no escatima detalles sobre la vida del autor, entre otras obras, de El viejo y el mar. Detalles y anécdotas que abonan la idea de una fascinación por lo femenino si bien no existe ninguna prueba de que Hemingway se haya sentido atraído sexualmente por los hombres. Una evidencia que no impide que la biógrafa se demore en resaltar aspectos pretendidamente morbosos de su personalidad. Como el hecho de que en su última novela, El jardín del Edén, hubiera ideado un personaje que le pide a su mujer que lo sodomice con un consolador, que su madre lo vistiese con ropas de mujer cuando era niño, o que un hijo suyo se hubiera cambiado de sexo a los 63 años y acabase por morir en una cárcel para mujeres con el nombre de Gloria. Escaso argumento para sostener una tesis fiable sobre su orientación sexual.

Últimamente, han aparecido bastantes biografías que inciden en descubrir ocultas tendencias homosexuales en personajes que, en vida, aparentaban estar en posesión y ejercicio de conductas inequívocamente viriles. Y la moda -al parecer- muy rentable va camino de convertirse en un subgénero literario. Al margen de apetitos y conductas, lo que verdaderamente interesa de artistas y científicos es su obra, y la de Hemingway, desde un punto de vista exclusivamente literario, es muy notable. Sobre todo, por su estilo, cortante, claro, directo y podado de todo artificio inútil, muy del gusto del gran periodismo norteamericano, que tuvo en él a uno de sus principales maestros. Un estilo que trasladó sabiamente a sus libros.

El estupendo prosista catalán Josep Pla, que fue un genio de la adjetivación, dice en uno de los capítulos de Madrid. El advenimiento de la República, que Ernest Hemingway, pese a ser norteamericano, escribió el mejor libro sobre tauromaquia que él haya conocido, y que Muerte en la tarde es una "delicia de naturalidad y conocimientos". Y para demostrarlo reproduce en inglés algunas de sus observaciones que son perfectamente entendibles, incluso no dominando el idioma de Shakespeare. Por ejemplo: "Cojones: testicles; a valerous bullfighter is said to be pleinfully equiped with these: In a covardy bullfighter they are said to be absent. Puta; a whore, harlot, jade, broad, chippy, tast or prostitute. Hijo de puta; son of any of de above, common insult shouted at bullfighter equivalent to our son of a bitch; Muy hombre: very much a man, plentifully supplied with huevos, cojones etc.". Curiosamente, de su pasión por los toros y de sus andanzas por España durante la Guerra Civil, en los resúmenes de la biografía que he podido leer no se dice nada.

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