La Provincia - Diario de Las Palmas

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desde mi noray

El escaparate de la bahía

Cada jornada cuando nos asomamos a la bahía del Puerto de Refugio de La Luz contemplamos un gran escaparate de barcos y enseñas navieras, que se renueva de forma constante como si fuera un desfile naval, donde no falta la pequeña embarcación a vela hasta la gigantesca plataforma petrolífera, pasando por el majestuoso crucero de turismo y el gran portacontenedores que llega para la remoción de su carga, sin olvidar al mineralero que viene a tomar combustible a través de una barcaza abarloada.

Es el paso diario del mundo marítimo que viene al encuentro de la isla de Gran Canaria y su capital, como si se tratara de un gigantesco almacén dispuesto a dar toda clase de servicio como una demostración de que los 134 años de existencia de esta gran estación no han pasado en balde, sino que ha supuesto su consolidación en la ruta de tres continentes, con esos pabellones que apuntan con sus proas hacia la bahía de Las Isletas, buscando múltiples servicios para seguir luego la derrota que han marcado en sus cartas marinas.

En los viejos tiempos de falta de comunicaciones, el vigía situado en la atalaya de la montaña de La Isleta con el despertar del día anunciaba si el barco que aparecía en el horizonte procedía del Norte o del Sur, era la primera señal que esperaba la casa consignataria para que sus empleados estuvieran preparados para darle el mejor servicio. Hoy en cambio basta marcar la cifras de un teléfono móvil o emitir un mensaje vía Internet con ayuda del satélite de la zona, para trasladar desde a bordo el mensaje que demanda el propio buque o un tripulante para que la respuesta sea inmediata. Son los nuevos tiempos de las comunicaciones donde muchos servicios se tramitan de forma directa desde la propia oficina del consignatario sin utilizar la legendaria falúa.

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