Querido amigo, el último fin de semana me encontré con Pedro, un tipo de la Higuera Canaria que conocía de niño cuando estábamos en el colegio, y que después de no sé cuantos años nos volvíamos a ver. Ahora tiene un negocio de compraventa de coches y parece que le va muy bien.
Alguien me dijo que se había separado de Paquita, su primera mujer, así que estaba presumiendo de nueva pareja: una chica rubia muy mona que debía tener veinte años menos que él.
Hablamos y le felicité por la suerte de poder conquistar a una chica tan joven a su edad, lo cual me confirmó diciendo: "Sí, es muy joven y también muy guapa", para luego añadir: "Las mujeres son como los coches, amigo, que tienes que cambiarlos cada equis años, cuando tienen demasiados kilómetros recorridos..., pero que no te pase lo mismo que cuando compras un coche nuevo, que sale carísimo, lo usas poco y gasta mucho más..." Menudo personaje el Pedrito.
Ya nada dura como antes, Gregorio, y parece que para algunos, ni su mujer.
El primer coche que tuve fue un Volkswagen escarabajo de color verde. Era fuerte como una roca y el más seguro y resistente de los coches que he tenido, pero cuando mis hijos fueron creciendo se nos quedó pequeño y tuve que comprarme uno de cuatro puertas. Pero el escarabajo lo tenía aparcado delante de mi casa, y en más de una ocasión me sacó del apuro cuando el nuevo fallaba. Al final, con tanto gasto de seguro y mantenimiento, se lo vendí por tres perras a un amigo, y todavía lo veo circular como si fuera nuevo.
Ahora todo lo nuevo está hecho para que no dure mucho, así que debería venir con fecha de caducidad, como los yogures
Dicen que los coches son ahora más económicos que antes pero, ¿de qué te sirve que sea más barato si dura la mitad...? Lo mejor es que te dediques a cuidar el viejo lo mejor que puedas.
Pero no te lo ponen fácil. El alcalde de Londres decidió hace unos días cobrar un peaje de tráfico a los coches más contaminantes, que son los matricu-lados antes de 2006, que tendrán que pagar 10 libras al día para circular por el centro de la ciudad.
Es decir, que los mismos que permitieron que se vendiesen vehículos contaminantes, son ahora los que penalizan al comprador por usarlos. Dicen que es una medida para limpiar el aire de la ciudad y no sé si lo van a conseguir, pero lo que sí conseguirán es limpiar el bolsillo del contribuyente.
Lo que habría que hacer es obligar a las empresas que nos vendieron esos coches a cambiarlos por otros que contaminen menos y con cargo, naturalmente, a las imprevisiones del gobierno.
No es, entonces, una cuestión de renovarse o morir, sino de morir por querer renovarse.
Cuídate, amigo, y hasta el martes que viene.
