El domingo, nada más finalizar el partido contra el Levante, en beIN Sports ofrecieron unos números, correspondientes al año natural, sobre la UD Las Palmas que daban pavor. En lo que va de 2017, el equipo amarillo ha perdido 24 de los 34 partidos que ha disputado. Un drama. Ante una estadística así y después de otro tropiezo más, Alberto Edjogo-Owono -comentarista del canal televisivo- encendió la luz: repasó los nombres de los tres entrenadores que han dirigido, desde enero hasta ahora, al representativo grancanario y dejó entrever que el problema de la Unión Deportiva iba más allá de la elección del técnico. Para sostener ese análisis, puso sobre la mesa la teoría del iceberg: los malos resultados son sólo la punta que sobresale en el mar; el mal funcionamiento del club, la clave de todo, flota por debajo del mar.

La conclusión de Edjogo-Owono es tan obvia como sutil. En la entidad amarilla, para llegar hasta este punto del camino, en el que la UD Las Palmas cuelga con el cartel de colista de Primera División, se han hecho muchas cosas mal más allá de despreciar o elegir entrenadores. Basta con realizar un ejercicio de memoria para comprender la dificultad que supone sumarse a un proyecto tan particular, tan unipersonal. Así que les invito a hacer un viaje en el tiempo y volver sobre sus pasos hasta el 4 de febrero de 2014. Ese día, casi 72 horas después de una derrota en Ipurúa ante la SD Eibar, la suerte de Sergio Lobera como entrenador de la Unión Deportiva estaba echada: su despido era inminente y el elegido para sustituirle en el banquillo era Gorosito.

La cronología de los hechos, aunque algunos aduladores la nieguen, se mantiene diáfana en la memoria. Era martes y una avería, en el avión que debía traer de vuelta a la expedición amarilla desde Bilbao el domingo, había dilatado el trance. Pero la decisión, más allá de retrasos o dudas, estaba tomada. Hasta Miguel Ángel Ramírez, que esa tarde almorzaba en las instalaciones de un medio de comunicación, lanzaba la noticia a los cuatro vientos mientras daba pistas sobre el nombre del sustituto de Lobera. La noticia, entonces, llegó a oídos de José Miguel Santana -redactor de LA PROVINCIA- que, a través de un buen contacto en Jerez de la Frontera, habló con uno de los ayudantes de Gorosito.

Al otro lado del teléfono, en Mar de Plata, el preparador físico de Gorosito confirmó el principio de acuerdo con la UD Las Palmas. Incluso apuntó que estaba camino del aeropuerto, a petición del entrenador, para viajar a Buenos Aires y, desde allí, desplazarse hasta las Islas para unirse al proyecto del representativo grancanario. Con esos datos en la mano, se optó por subir la información a la web de LA PROVINCIA. Al instante, otros medios que también contrastaron los hechos, ofrecieron la noticia. En los mismos términos, con los mismos nombres y las mismas claves.

Lo que sucedió después alcanzó un elevado nivel de surrealismo. La noticia adelantada por LA PROVINCIA sentó como un tiro en la entidad amarilla, que se negó a complacer una de las peticiones de Gorosito: asumir el cargo con su equipo de trabajo. Descartado el preparador argentino, la Unión Deportiva se lanzó a por la contratación de José Bordalás. Y aquí, ojo, viene el detalle clave de esta historia: el técnico descartó sentarse en el banquillo de Las Palmas tras leer un informe -célebre, por lo visto, dentro del balompié español- en el que se subrayaban las dificultades que se topan los entrenadores para trabajar con autonomía, comodidad y profesionalidad en la UD.

Bordalás, esa misma tarde, firmó por la AD Alcorcón. En Las Palmas, pese a que algún palmero llegó a dar la noticia -para luego borrarla en la red-, se optó por recular y se negó la mayor: se mantuvo en el cargo a Lobera -que fue destituido tres meses después-. Y en el negocio del fútbol ese famoso informe siguió circulando. De él habló Quique Setién en su día. Y esta semana, en la Cope, el propio Pako Ayestarán admitió tener constancia de ese documento.

Tal vez ahí, entre hojas que recogen las experiencias de los profesionales que han pasado por el equipo amarillo, se pueda calibrar el tamaño real de la parte sumergida del iceberg. No creo que el documento señale al preparador físico de turno. Ni a todos los entrenadores que han desfilado por el banquillo. Tampoco creo que responsabilice a cada uno de los futbolistas que han defendido el escudo del club. Tal vez, sólo tal vez, se apunte en una sola dirección para señalar el problema de la Unión Deportiva Las Palmas. Común denominador solo hay uno.