La Provincia - Diario de Las Palmas

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Tropezones

Lujo

En la sobremesa familiar del otro día se montó animado coloquio sobre el concepto del lujo. Pronto quedó meridianamente claro que la noción de lujo es absolutamente subjetiva. Lo que para uno es un lujoso entorno de las mil y una noches, con sedas y brocados, o grifería bañada en oro, para otro puede suponer una infumable horterada. Y lógicamente para el que malvive en una chabola, el más humilde chalet representará un lujo oriental.

Pero sí se consiguió un principio de acuerdo sobre algunas de las condiciones necesarias para sentirse uno impregnado de tan voluptuosa condición.

La primera, y tal vez la más indispensable, es la libertad. Libertad de movimientos por supuesto, para tener capacidad de elección, de lugar de destino o de permanencia, sin ninguna servidumbre, ya sea reglamen-taria o económica. Ni siquiera un hippy puro que presuma de su desprecio o desvinculación de las normas sociales de con-vivencia podrá disfrutar de autonomía plena si no dispone de una saneada cuenta corriente. Un miembro de la familia apor-tó como ejemplo de lujo haber fletado una avioneta con un grupo de amigos, para salvar las incomodidades de una huelga de la compañía de aviación regional, que había convertido el aeropuerto en un campo de refugiados, con los viajeros tirados por los suelos. Un improvisado vuelo alternativo vip de auténtico lujo.

La segunda quizás tendría que ver con la exclusividad. Un disfrute multitudinario difícilmente podrá percibirse como un lujo. E inversamente la selección de un entorno generoso en espacio y silencio sin duda fomentará tal sensación. Aquí otro miembro de la familia presu-mió de haber convertido en exclusivo un modesto tour de autobús turístico; al constituir un requisito de la compañía para el tour una venta mínima de cuatro billetes, y al ser él y su pareja los únicos candidatos, había procedido a adquirir los dos restantes, para cubrir así el cupo, tornándose el autobús en espacioso y particular taxi, encima con recorrido casi a gusto del consumidor.

La tercera condición puede tal vez parecer algo obvia, pero viene a ser condición sine qua non para el disfrute de las dos anteriores. Se trata de estar bien, de sentirse a gusto, sin obstáculos externos (p.ej. condiciones meteorológicas extremas) o internos (con las miserias físicas propias de nuestras vulnerables anatomías bajo control). Aquí uno de los familiares más seniores apuntó acertadamente que los mejores momentos de su actual safari vital los disfrutaba en "los días buenos". Y que la esporádica ausencia de dolores en dichas ocasiones constituía para él el colmo de los lujos.

Como colofón a la tertulia familiar se pasó revista a todos sus miembros, examinándolos de lo que para cada uno representaba el lujo, dándose envidiables experiencias, facilitadas, eso sí, por las actuales tarifas "low cost", desde el cálido disfrute de playas caribeñas o solitarios baños bajo cascadas en selvas subtropicales hasta estancias en históricos castillos, reconvertidos en palaciegos alojamientos turísticos.

Y claro, me llegó mi turno. Pero me lo habían puesto muy fácil. El auténtico lujo para mí ese día había sido sin duda poder disfrutar de mi familia, fantaseando sobre el lujo.

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