La actividad portuaria vuelve a dar motivos de satisfacción a Canarias. Sobre todo los puertos de la provincia de Las Palmas, que según los últimos datos ofrecidos por la Autoridad Portuaria, cerraron el año 2017 con casi todos los indicadores en positivo. Así, la mercancía general que movió el conjunto de estos puertos creció un 20%, hasta los 24,2 millones de toneladas. La actividad de cruceros también protagonizó un fuerte tirón, registrando una subida del 11,6% al finalizar el año. Más de 1,2 millones de cruceristas, en términos absolutos, que consolidan este espacio geográfico con un gran potencial de futuro. También el tráfico de pasajeros en línea regular creció un 3,5% en el conjunto del ejercicio, alcanzado los 1,3 millones de personas gracias sobre todo al aumento del 75% de la bonificación al transporte interinsular.

Pero es sobre todo el tráfico internacional de contenedores el indicador que permite ser más optimistas: en 2017 se movieron casi 1,2 millones de contenedores en los puertos de Lanzarote, Fuerteventura y sobre todo Gran Canaria, ya que el Puerto de La Luz acapara el grueso de este transbordo. Bien es verdad que ya a finales de 2016 hubo cierto repunte, aunque no llegó a superar la barrera del millón (945.518) de TEU. Ahora sí se ha logrado gracias a un incremento por encima del 24%, que ha permitido volver en 2017 a cifras de 2012. El índice de contenerización es ya del 76% y se prevé que continúe al alza durante 2018.

Esta remontada está permitiendo al Puerto de La Luz superar un periodo difícil, que se prolongó entre 2012 y 2016, y en el que la actividad fue retrocediendo hasta llegar a un cierto estancamiento. Es importante no olvidar las causas que entonces llevaron a encenderse, no sin razón, algunas señales de alarma. La principales navieras, tanto Maersk como Mediterranean Shipping, amagaron con marcharse del Puerto de Las Palmas por considerar demasiado elevados sus costes portuarios. De hecho, en esos años Las Palmas retrocedía en el tráfico de contenedores, mientras seguían creciendo tanto los restantes puertos de España como puertos competidores emergentes como Sines, Lomé o Tánger Med. Los avances tecnológicos se estaban produciendo con mucha más rapidez en otras zonas portuarias que compiten directamente con los puertos canarios. La enorme deuda acumulada por la sociedad que entonces gestionaba la estiba vino a complicar aún más un periodo de progresiva pérdida de competitividad, que afortunadamente ha comenzado a revertirse el pasado año. El Puerto de la Luz, junto al resto de puertos de la provincia, supo en definitiva reaccionar a tiempo para no quedar al margen del creciente tráfico marítimo internacional, que mueve hasta el 80% de las mercancías que se distribuyen por el mundo.

Al hablar de competitividad es obligado subrayar la protesta de camiones que recorrió la capital esta semana en una réplica de los atascos que cada día se forman en los accesos a las terminales de contenedores del Puerto. Los empresarios asociados en la patronal del transporte reclaman soluciones a una situación larvada desde hace más de dos años. Aseguran que el aumento de la actividad no se ha visto acompañado de las dotaciones materiales y humanas necesarias y denuncian que esto, sumado al aumento de los precios de los combustibles, genera unas mermas en su productividad superiores al 25%. La solución, consideran, pasa por una serie de medidas entre las que incluyen una actualización del sistema de penalizaciones por demora vigente desde 1999, algo visto con recelo por las terminales, que se defienden con el recuerdo de la sanción millonaria que Competencia impuso en Valencia por una situación similar. Mientras se desatasca la madeja los atascos continúan, aunque ahora de nuevo dentro del Puerto.

Durante un largo periodo, el Puerto de Las Palmas había logrado situarse como uno de los cien puertos de referencia de la cadena logística mundial. Vuelve a dotarse, en 2018, de unos factores de competitividad que permiten augurar que las navieras vuelven a recuperar la confianza en su capacidad. La contención de precios y el proceso en el que se halla inmersa la estiba en el conjunto de los puertos españoles para sustituir relaciones laborales obsoletas por un nuevo marco adaptado a la normativa europea, pueden favorecer esta reactivación de la actividad portuaria. Y superar la situación de bloqueo del último lustro. Corresponde ahora a la Autoridad Portuaria, junto a todos los agentes que integran el sector, lograr que este avance del último año no quede en las estadísticas como un progreso coyuntural, sino como el primero de una mejora estructural que blinde sus factores de competitividad, conjugando una política laboral justa y eficiente con una política comercial a la altura de los retos de un puerto que siga siendo una referencia en esta zona del Atlántico.