Domingo Doreste Ojeda nos dejó? En silencio. Recibí la fatal noticia, querido amigo, apenas te fuiste. Al ver reflejado el nombre de tu hijo Dominguito en el telefonillo, imaginé lo peor. No se equivocaron los médicos, solo unos meses, de lucha interna, de silencios prolongados, de pesares y tristezas por lo que sufrías y de sufrimientos de tu Rosita y de tus hijos, de todos los tuyos, al ver que esos silencios cada vez eran más pronunciados y que se ensancharían indefinidamente? Las esperanzas eran pocas.

Cuando, a tu vera, te hablaba, sufría al sentir una breve y casi ininteligible respuesta o un leve movimiento de tu cabeza, en donde se libraba la verdadera y definitiva batalla; sufría al sentir ese silencio de tu mente, silencios que solo tú sabías el inmenso dolor que sentías y que yo solo imaginaba. Si el silencio rodeaba tu mente en este último caminar de tu vida, tuviste una fiel acompañante que te cuidaba noche y día, como lo hizo a través del sendero que juntos recorristeis y unos hijos excelentes que te querían y te querrán siempre y que, como un legado que dejas, mantendrán tu herencia, ellos y tus nietos.

Cumpliste sobradamente, querido amigo, en esta vida de la que te vas pero, en el recuerdo, permanecerás entre nosotros y tendremos memoria para tus muchos años de buen hacer como presidente del Grupo Filatélico y Numismático de Las Palmas, se recordará tu labor en el Ayuntamiento, tu aportación a la cultura a través de tu afición y conocimiento de la medallística canaria y de la tarjeta postal; sin lugar a dudas, de las mejores colecciones de nuestra región; se te recordará por el empeño, el sentimiento y el impulso constante que proyectaste para que tu madre Pino Ojeda tuviera el reconocimiento que se merece y te recordaremos por la entrañable amistad que nos ofrecías.

Para tu esposa Rosita, a tus hijos Domingo, Pilar, Carlos y Luis, a todos los tuyos y a los más pequeños, un fuerte abrazo y en él mi dolor y mi pesar? Ellos no te olvidarán y nosotros tampoco, entonces tu vida seguirá?

Permíteme, querido amigo Domingo, que finalice esta ¿carta de despedida? incluyendo en ella una estrofa de la primera parte de El derrumbado silencio, de la inigualable Pino Ojeda:

El tiempo ha muerto, sí,

ese tiempo está enterrado

entre pétalos y anhelos.

?Pero nacerá otro tiempo

con otro nombre, con otro signo,

con otro destino, con otra suerte.

Será un tiempo nuevo,

sujeto a otra cadena,

de engranaje más seguro

para las horas de un sueño

En el encuentro con tus padres, en esos abrazos iniciales de esa nueva vida, serás feliz y velarás por los que has dejado en esta tierra. Hasta que nos veamos, amigo.