La Provincia - Diario de Las Palmas

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opinión

¡No va más!

Eso es lo que dicen las croupiers (¿o 'croupieras?') al borde de las mesas de juego en el casino cuando aparte de colgar la chaqueta, nada te queda que apostar. Los tahúres, alguno, que no todos, piensan en que parece llegado el momento de cambiar de vicio y costumbre. ¿Los equipos de fútbol también? ¿Acaso se pasará nuestra gente a jugar al pin pon, envite o subastado? No. Ni mucho menos.

A lo largo de 68 años que sigo a la UD y antes a sus primeros cachorros fundacionales, les he visto, como ahora, otras cinco veces sin tener nada que apostar. Pero tan firme tiene el vicio futbolero isleño en la cabeza (por culpa, dice Javier Domínguez, de los ingleses), contra quienes también jugué hasta yo de marinerito en el viejo Pepe Gonçalves del Muelle Grande, que, con cojos o mancos, canarios de cantera, extranjeros de raza o color, peninsulares con o sin cortijo, nunca se alejó ni se aleja de la parada esperando en ella a la siguiente guagua. La tradicional de entrada trasera, antes de que llegue el "metro" y se la coma también en estos tiempos en los que se descuelgan, fusilan, resucitan u honran nombres a capricho del color de quien gobierne.

Entre llanto y desafío, uno de los chicos amarillos que jugó el pasado jueves en día-bético, respondió al periodista lo más bonito de la semana a la pregunta sobre qué pensaba tras ese su último partido de la temporada allí, de Primera División. Respondió:

-No pienso tanto en la pena de este último partido de la UD en Primera, como con la alegría y entusiasmo que me da pensar ya en la llegada del primero de Segunda en la próxima temporada desde la que quiero volver.

Pero, bonituras aparte, ¡qué caro está el género! ¡Y qué retorcido dolor produce ahora ver enumerar lo malo como "leña de árbol caído" dejando desaparecido, aunque ya era poco, lo bueno, si acaso lo hubo! Esta vez, ni es justo olvidar la presencia del espíritu de combate que siempre estuvo aunque con acierto de "bobo mierdas, técnico-táctico-prácticos-direccionales" ni silenciar nuestro lamento por la sempiterna ausencia de un trabuco de carga útil, con pólvora pura en el cartucho y buen dedo 'apreta-gatillos' que lo active cara a puerta ajena.

Son algunos de los orígenes de "leñas de árbol caído", cosa corriente en un equipo que no encuentra la vuelta de hoja. Ser leña quemada incita a la exageración por rabia o vergüenza. Por eso se intuía al Benito Villamarín abanderado con perfil de matadero en fiesta; a Setién con verduguillo en mano y a Paco Jémez, con más deseo que poder, dispuesto y bufando a lo que salga con poco entendimiento colectivo por falta de tiempo. Aún con eso, los pletóricos verdiblancos y su estratega no interpretaron alegremente, ni mucho menos, su marcha triunfal porque, pese a tanta carta buena en la mano, sudaron lo que no está escrito hasta el último segundo permitiéndonos recordar entonces que Setién tiene dicho y publicado ese "¡Ojo!, que en Gran Canaria nos lavaron la cara".

Esta vez, por lo de Sevilla, pese a ganar por el desgraciado 1-0 tan parecido a aquel del Levante, ambos casi con la hora final, estoy seguro de que en vez del lavado de cara se proveyó de cremas para disimular las protuberancias del acné aparecido por susto en casa propia.

Es este un pobre doble consuelo que no permite sacudir la miseria en que entre unos y otros nos han dejado a los amarillos en la presente temporada de la que salimos por la puerta de atrás. ¿Hasta cuándo? Otra vez a construir, como en aquellos años 50.

Desde entonces nunca han sido campeones (solo casi), pero sí que patearon para figurar en esta Primera División de la que consumen sus últimas horas. Hoy tienen otro partido de rastrojo. Lo van a ver, frente al Alavés que salió del fondo valerosamente con dos cambios de entrenador.

Hoy la afición canaria es dueña de su actitud y para sí hará lo que crea conveniente. Y tan cabezuda y tendente a fútbol es desde que caminaba como descalza, conoce bien el camino para recuperar lo que supo ganar y, cuentos aparte, ha perdido. Su presencia es vital, por eso se ha sabido, se dijo y dice, que Las Palmas siempre ha tenido mejor afición que equipo. Solo le falta marcar los goles. ¡Ahí queda eso!

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