Querido amigo: La imbecilidad no es algo que se le pueda otorgar a cualquiera aleatoriamente, hay que ganarse ese apelativo a base de tonterías y estupideces. Pero es cierto que, a veces, hay quien se lo merece más que nadie.

Al Imperio Británico le gustaría poder tratar a la Unión Europea como a las colonias que en otros tiempos tuvieron, y si por ellos fuera cambiarían el euro por la libra y nos harían a todos súbditos de su graciosa majestad Isabel II.

Pues sí, Gregorio, yo también estoy cabreado con la alarma sísmica en Canarias que se inventaron estos pollos. Pero es típico de los medios sensacionalistas británicos servirse de lo que ahora llaman "fake news" (falsas noticias), que es lo que publican habitualmente "fucking newspapers" ingleses como The Sun.

Y ya puestos a insultar a estos hijos de la Gran Bretaña, a mí me parece que lo de la representante inglesa en Eurovisión fue un numerito. Es difícil creer que con las medidas de seguridad que tienen en esta clase de espectáculos, no se pueda evitar que alguien se cuele hasta el mismísimo escenario para robarle el micro a la cantante. Menos mal que al final decidieron no repetir la casposa canción que presentaban este año. Nos ahorraron ese sufrimiento.

Aunque para sufrir hasta llorar de pena fue casi todo, desde el cacareo de la gordita de Israel hasta el habitual mercadeo de votos entre los países participantes... Por cierto, ¿qué hacen Israel o Australia en un festival de la Unión Europea?

A saber la de millones que se ventilan en esa juerga que, dicho sea de paso, costean las televisiones públicas de los países participantes.

En cuanto a la representación española, Eurovisión supone cada año una nueva euro-desilusión, si es que todavía hay algún iluso que crea en Operación Triunfo.

De todas formas, lo peor de Eurovisión no es la insustancialidad de las canciones, sino el sustancioso negocio que se montan unos pocos con dinero público.

Es difícil conocer las cifras exactas porque Televisión Española no está dispuesta a darlas fácilmente, pero se estima que cada año pagamos alrededor de 400.000 euros por participar en la fiestita. La cosa no estaría tan mal si sirviera de promoción a nuestros compositores y cantantes, pero pasan los años y solo conseguimos hacer el ridículo.

Pero, volviendo al Imbrexit británico. Sería ideal que los participantes de Eurovisión solo fueran países de la Unión Europea. Hay que hacer patria de Europa, Gregorio, y el que quiera divorciarse que pague y se marche, y que los ingleses se monten en otra parte su propio Festival Colonial si quieren, que eso se les da de maravilla, pero que no vengan aquí a molestar con temblores sísmicos que solo están en la cabeza de los hooligans del periódico The Sun.

Si te quieres dir dite inglés, que yo no te juleo, que en las islas ya tenemos bastantes turistas.

Un abrazo, amigo, y hasta el martes que viene.