Drugoje Nebo (Otro cielo) es una producción rusa de 2010 en la cual un pastor uzbeco parte a Rusia junto a su hijo en busca a su esposa y madre del pequeño, que emigró a Moscú buscando una mejor vida.

El argumento recuerda algo a la inolvidable París, Texas. Así, Drugoje Nebo tiene en común con esta película de Wim Wenders que apenas hay diálogos, pero éstos no hacen falta, basta el afligido y desconsolado rostro de su adusto y taciturno protagonista para expresar el dolor de un hombre condenado a la soledad y a una vida miserable mientras recorre todos los lugares donde su esposa estuvo buscándose la vida, desde un quiosco a un prostíbulo.

Hasta ahí llegan las similitudes con la genial película de Wenders, porque, a diferencia de ésta, Drugoje Nebo no consigue que el espectador sienta ninguna empatía por el desdichado protagonista. Y es que, por mucho que lo compadezca, el fin no llega a ser conmovedor por mucho que lo intente su director y el argumento aburre terriblemente, incluso en el desenlace, en el cual la pareja se reúne de nuevo, pero sin despertar ninguna emoción.

A lo largo de la película oímos los noticiarios de la televisión rusa que informan acerca de la pandemia de la gripe A, refiriéndose particularmente a España, con lo que la asépticas noticias de la televisión sirven para mostrar un mundo globalizado en el que la desaparición de algunas fronteras ha supuesto la aparición de nuevos problemas.

De hecho, la emigración es el gran tema de la película, porque el propio protagonista es un emigrante ilegal en Rusia y en varias ocasiones es detenido por la policía, por eso, en la película oímos hablar varios idiomas e incluso el protagonista visita una casa de lenocinio china en Rusia. En el mundo globalizado no sólo se venden e intercambian mercancías sino personas que han sido reducidas al carácter de mano de obra exportable y explotable. Cuando el hijo del protagonista muere mientras trabaja en un aserradero no vemos lágrimas ni oímos llantos, todo sigue en silencio.

Que Drugoje Nebo haya sido incluida en la categoría de Nuevos Directores, ya que se trata de la primera obra cinematográfica de su realizador Dmitrij Mamulija, explica el carácter de la película, justificable al tratarse del producto de un director novel que logra mostrar la deshumanización de una sociedad, pero que fracasa en su intento de transmitir emociones al espectador.