El director Miguel G. Morales presentó ayer Una luz en la isla. Domingo Pérez Minik, un documental que se proyecta dentro de la sección Foro Canario e incorpora numerosos testimonios sobre el escritor y crítico literario tinerfeño, además de imágenes de archivo del homenajeado.

- Domingo Pérez Minik falleció hace más de veinte años. ¿Cómo surgió la idea de retratarlo en un documental y qué estrategia ha seguido para completarlo?

- Yo trabajé de realizador en la Televisión Canaria. Allí realicé una serie de entrevistas que hacía Juan Cruz. A través de ellas empecé a conocer a personajes de la cultura canaria que hablaban de esa generación de Gaceta de arte, de Pérez Minik, Westerdahl y toda esa gente. Es una generación que yo desconocía. Así, cuando empiezo a escucharlo me resulta llamativo que no se me haya hablado de eso en mi educación. Y ahí surge el gusanillo de contar una historia sobre ese grupo generacional. En 2003 hice el primer documental, Aislados. Ya sabía que había que realizar varias películas sobre personajes concretos, y uno de esos era Pérez Minik. Así que desde entonces llevo grabando y preparando material, siempre de la mano de Juan Cruz.

- En varios momentos del filme escuchamos reflexiones de Pérez Minik acerca de la condición del isleño. ¿Cómo resolvió él esta relación de amor-odio con las islas?

- Es parte de la conferencia sobre la condición humana del insular, uno de sus textos más conocidos. Creo que se salvó precisamente con la literatura, la cultura. Se refugió en eso para salvarse porque de hecho apenas puede salir de Canarias, pero está totalmente vinculado, escribe en revistas en Estados Unidos, en Europa. Todos sus libros se publican fuera, en editoriales de la Península. Respecto a esa doble vertiente del insular, creo que Pérez Minik es el que tiene una visión de la que me siento más cercano. Es clave, mucha gente se identificó con esa forma de ser, esa forma de mirar Canarias desde fuera aunque estuviera dentro sin poder salir. Tenía ese prisma de observar su mundo desde fuera, lo que le permitía estar fuera del localismo y el ombliguismo. Por eso es una figura tan llamativa, por eso tiene esa atracción.

- Ha conseguido usted bastantes filmaciones de los últimos años del biografiado. Parece que, al menos al final, obtuvo un cierto reconocimiento en vida.

- La generación del 70, pero también las anteriores, gente como Martín Chirino, Pepe Dámaso o Cristino de Vera, descubren a toda esa gente que estaba en la sombra: Cabrera, Westerdahl y Pérez Minik. Este último vivió hasta el 89, pero muchos de Gaceta de arte murieron jóvenes. El caso es que aquellos jóvenes los descubren y los salvan en esos últimos quince años, cuando llega el Premio Canarias y todo eso. Aun así, después volvieron a quedar en el olvido. Fallecieron a mitad de los ochenta y desaparecieron otra vez.

- ¿Se salva la memoria de la generación de Gaceta de Arte en Pérez Minik?

- A mí me enganchó cuando era muy pibe y leí Facción surrealista española de Tenerife, que es un poco el libro más conocido de él. Ahí cuenta toda esa historia mítica de la visita de Breton, la exposición surrealista y todo eso. Es el cronista; si no nos lo hubiera contado él, a lo mejor no nos hubieran llegado tantos detalles sobre esa edad de oro de la cultura en Canarias. Es fundamental y a mí me atrajo en seguida cómo lo contaba, con un toque de autocrítica. Eso es muy valioso, que una persona de ese nivel tan alto fuera, a su vez, tan humilde.

- Usted pasa en el filme directamente de la época de Gaceta de Arte a los años finales de la biografía. Quedan obviados los cuarenta años del franquismo, una etapa en la que hubo alguna iniciativa para rescatar el espíritu de esas primeras publicaciones. ¿Por qué no abordó esa parte?

- En esta película y en otros documentales me interesa obviar datos biográficos y cosas puntuales, y centrarme en el espíritu, que te llegue lo que él era, qué defendía. A veces te pierdes en meros datos biográficos, aunque algunos, lógicamen-te, tienen que estar porque son fundamentales. Pero yo las secuencias no las trabajo desde el punto de vista biográfi-co, sino desde el punto de vista de conceptos. Es cierto que existieron esos intentos.

- Muchos de aquellos jóvenes que conocieron a Domingo Pérez Minik en los últimos años van a su vez ya cumpliendo años. El documental es, pues, una memoria de la memoria.

- Este documental es, en ese sentido, parecido a Aislados. Ambos son documentales testimoniales, no van por el camino visual, lo que quieren es quedarse con un testimonio de algo que tiene que ser contado. En cuanto al tema audiovisual, aunque hay muchos libros publicados sobre todo esto y se han reeditado las obras de Pérez Minik, se trata de aportar algo en un lenguaje diferente y que puede llegar al gran público.