No me ponga preso y pregunte lo que quiera", reza a modo de presentación. Antonio Baltasar es parte del alma mágica que esconde La Restinga. Tanto como lo son, para la Isla, sus sabinas, sus lagartos gigantes o sus bimbaches. "Yo he sido muy burro para todo y de tantos trabajos como he tenido todo el mundo me conoce como yo conozco esta tierra", asegura.

Su historia, enmarcada entre el mito y la realidad de los recuerdos de otra época, comenzó a escribirse en ese punto irreal que fue señalado durante siglos como el final del mundo conocido. Hace 82 años nació en el Faro de Orchilla, en esa raya que antes que Greenwich señalaba en los mapas la mitad precisa del planisferio y donde su familia alimentaba de enseres y comida a aquellos que servían una luz en la oscuridad de la noche para un sinfín de travesías.

A los trece años, dejó su faro para instalarse en El Pinar, de donde, con la obra del muelle, pasó a La Restinga. "Todo lo que está ahí lleva mi firma porque yo, como guarda de la obra, mantenía un control para que todo el mundo lo pudiera cobrar", señala. Posteriormente fue pescador, guarda de montes y capataz en un rugido de antiguas motosierras que sirvieron para despejar los caminos entre los pinos. También fue, durante 19 años emigrante en Venezuela, agricultor, ganadero y, ahora, maestro gobernador de sus distintas fincas y propiedades.

Todo el mundo le saluda y todos le preguntan, por eso cuando ayer, al salir de la reunión a puerta cerrada que mantuvieron las autoridades políticas con los vecinos desplazados de sus casas, la prensa le pidió su opinión. Él, desde su sencillez, dio con la clave al concluir convencido; "Ha sido sí pero no".

"Vamos a ver qué es lo que de verdad pasa", se oyó pasados unos minutos sobre las cuatro de la tarde. Ayer, las cerca de 600 personas que, ante el tremor magmático del volcán sumergido fueron desalojadas el martes pasado de La Restinga, entraron en el Centro Cultural de El Pinar con la ilusión de poner un poco de orden y claridad a tantas preguntas como les inundan, pero sin embargo salieron, al cabo de una hora, con la mismas caras de preocupación e incertidumbre.

Desalojo indefinido

La Restinga sufre, dolido en su desalojo indefinido y grita en silencio, sin ser oído, su lamento de impotencia. Ana María Suárez es madre y abuela. Ella nunca niega una palabra de cariño e incluso regala fruta a los periodistas que la atosigan con preguntas. Ayer, junto a su nieta Agsay, casi no retenía las lágrimas al confesar, una vez más, la pena que le produce no tener valor para volver a su hogar. Junto a ella, hosteleros, submarinistas, pescadores, empresarios y vecinos, todos, como en un gran familia, pidieron pruebas, estudios, datos y respuestas sobre lo que está pasando frente a sus costas bañadas de azufre. Pero no hubo ninguna. La recogida de datos conlleva para ellos un proceso lento. La ciencia todavía no les ayuda.

Además pidieron tiempo. Quieren volver, aunque solo sea cuando el sol gobierne en el cielo para atender a sus casas, sus negocios y sus animales. Después, que cada uno elija si quiere o no dormir en su cama. Pero, los vecinos solo consiguieron de las prudentes autoridades media hora más sobre el permiso actual. Desde hoy, dispondrán de una hora al día para reordenar poco a poco sus vidas.

"Las corrientes empujan la mancha hasta el puerto y estamos estudiando la salubridad del aire", informó José Manuel Santana, director general de Seguridad y Emergencias del Gobierno de Canarias, que si bien señaló que los primeros datos reflejaron una calidad del aire correcta, aseguró que deben proseguir con el estudio al entender que la mejoría obedece a una disminución momentánea en la actividad eruptiva acompañada por un viento con dirección hacia el mar. "Debemos realizar más pruebas durante los próximos días para ver si esta mejora es constante", afirmó.

Mientras, el presidente del Cabildo herreño expuso su planteamiento ante la solicitud de ayudas por parte de los vecinos. "Hoy hemos tenido la primera reunión de un comité que hemos creado para la reactivación socioeconómica de la isla de El Hierro ante la crisis volcánica a partir de la cual iremos recogiendo las demandas y necesidades de los vecinos afectados", comenzó, y añadió: "A partir de ahí iniciaremos la gestiones para solicitar y defender las demandas y las ayudas correspondientes tanto al gobierno regional, al estado y a Bruselas". Entre las principales solicitudes por parte de los vecinos figura una asistencia para los alquileres, un tema que el Gobierno de Canarias, según las palabras de su presidente, Paulino Rivero, se ha comprometido a resolver en los próximos días.