En el Cruce de Cueva Corcho, Raúl, operario del Cabildo de Gran Canaria, avisaba a las seis de la tarde que no se podía acceder hasta Aríñez, donde momentos después eran desalojados su vecinos debido a que el incendio de Tejeda empezaba a llegar hasta este pago de San Mateo. En la primera de las viviendas que se encuentran tras pasar este cruce, ya sus moradores se habían ido. Una muestra de que salieron a toda prisa era que el portabultos del coche estaba abierto, mientras que los perros no paraban de ladrar al oír voces.

En el mismo punto, agentes de la Guardia Civil de Guía explicaban que también habían sido desalojados los residentes de La Culata, Cruz de Tejeda, Parador y Cueva Grande. Justo a la misma hora, otros operarios del Cabildo, que venían desde Aríñez, comentaron que se dirigían hacia los Pinos de Gáldar porque el fuego había avanzado hacia esa zona y debían informar al Cecopin (Centro de Control Operativa Insular).

Aunque este periódico se saltó este control de Cueva Corcho, una vez que los agentes lo abandonaron, resultó imposible llegar a Arínez puesto que altos mandos de la Guardia Civil impedían acercarse a este pago de las medianías donde anoche los bomberos y personal de Medio Ambiente se esforzaban por contener el avance del fuego.

Desde el Mirador de Lanzarote, en Valleseco, los vecinos de ese municipio contemplaban con pesadumbre los remolinos de humo del incendio. Por allí pasaba a las siete y media de la tarde Juani Nuez, que como cada día había ido a caminar hasta Cuevecillas. "Esto pinta feo, porque hace una hora cuando salí este humo no estaba". También Madai Navarro y su mujer Jenifer Cardona destacaron como en la última hora "todo se había complicado". En su caso hasta recordaban el fuego que arrasó todo el pinar del monte del linde con San Mateo, y que se veía aún pelado. Desde allí, también las jóvenes Herlinda y Almudena, que acudieron desde Gáldar para ofrecer su ayuda, miraban como dos helicópteros echaban agua.