"En Canarias la gente es muy rítmica, muy latina"

El cantante, tras seis años de silencio, regresa con ´Obras son amores´ (Universal), un álbum en el que rinde homenaje a su padre: Juan Habichuela

"En Canarias la gente es muy rítmica, muy latina"

D esde 2011 se mantenía en silencio. ¿Por qué tanto tiempo sin publicar disco? ¿Y por qué ahora ve la luz Obras son amores ?

Para mi carrera en solitario he optado por ir pasito a pasito. Con Ketama publicábamos discos cada año o cada año y medio. Eso era mucho tiempo en la carretera, todo el rato. Ahora quiero mi tiempo. Antes de ponerme con Obras son amores me fijé un objetivo: qué disco quería hacer yo, cuál deseaba. Y eso es lo que he hecho. Ha salido el disco que yo quería. Además también tuve lo de mi padre, que estaba muy malito [Juan Habichuela falleció en 2016 tras sufrir alzheimer]. Opté por apartarme un poco para estar con él y darle todo el cariño del mundo durante estos años. El cuerpo me pedía desviar mi tiempo hacia él. Con todo, tampoco paré. He estado en Miami, donde colaboré en diferentes producciones e hice muchas cosas.

Ha residido en Miami durante los últimos años, pero regresa con un tono muy reconocible, sin perder la raíz flamenca.

No, no lo he hecho. Al componer soy flamenco; lo soy desde que me levanto. Pero vivir en América me ha permitido trabajar con Gustavo Santaolalla, que a nivel personal es un colofón muy importante para mi carrera, y rematar el disco con muchos amigos. Este es mi primer trabajo producido por mí. Y es del que más orgulloso me siento. Soy flamenco, como decía antes, pero también tengo muchas inquietudes y eso me ha llevado a un sonido más internacional. Tenía muchas ganas de hacerlo así.

El primer single es Mencanta , así, todo junto, un homenaje a su padre.

En esa canción nos hemos juntado dos generaciones de los Habichuela, porque la canto junto a mi sobrino Juan Carmona. Cuando la compuse aún estaba vivo. Y es un tributo a ese personaje que nos dio todo en la vida. Él nos trajo de Granada y lo fue todo para su familia. Habla un poco de eso y de su última época. Luchó contra el alzheimer con todo. Se le olvidaban las cosas, pero peleaba. Es un homenaje a él y a los ocho millones de personas mayores que tenemos en España. Es mi manera de estar agradecido a Juan Habichuela, guitarrista.

¿Cómo es criarse en la casa de una leyenda del flamenco, rodeado de sus guitarras?

Buff? [Risas] Era muy tiquismiquis con sus guitarras. Eran como sus mujeres. Se pasaba todo el día afinándolas. Ni para comer las soltaba. Eran su vida. Y nosotros casi ni las podíamos tocar. Si le pedíamos una, se ponía muy serio y nos soltaba: "Te estoy dejando una de mis niñas, si te la vas a llevar, que sea para algo bueno. Afínala bien y haz algo digno". De casa de mis padres salí con dos guitarras que él me regaló. Todo lo demás me lo he ganado a pulso.

¿Qué significa ser parte de la dinastía de los Habichuela?

La estirpe de los Habichuela es muy reconocida dentro del flamenco. Hay pocas familias con tanta tradición a la guitarra como acompañamiento al cante. Un día, una persona importante dentro del flamenco, me dijo que mi padre era una institución. Y es verdad. Para mí era una institución, era mi templo. Y, además de todo eso, con él se va una gran persona.

En España se habla de flamenco y de flamenquito , una mezcolanza en la que parece que vale todo. ¿Cree que en España se respeta cómo se merece al flamenco?

[Se lo piensa] Mi experiencia comenzó con el cajón. Y a partir de ahí puedo decir que he tenido la fortuna de trabajar con Pata Negra, Camarón o Paco de Lucía. La raíz de la que procedo es un flamenco más heterodoxo, pero a partir de ahí he hecho mi propia música, con mucha fusión y a partir de mi manera de ver las cosas.

Y si mira para atrás y analiza su carrera, ¿qué ve?

Bueno, a mí me ha tocado de todo. He vivido lo mejor de la música, cuando vendías un millón de discos, y el momento actual, en el que ni de coña llegas a esas cifras. También he visto cómo se maneja esta profesión: cuando estás arriba, te doran la píldora y te cuentan todo el rato lo bueno que eres. Y también cuando ya no vendes como antes y a veces terminas en un garito, que tampoco hay que verlo como algo malo. Si analizas por qué hemos llegado a esta situación te das cuenta de cómo han dañado a la música, en ese empeño por convertirlo todo en un negocio. A nivel personal estoy muy orgulloso y muy tranquilo con lo que he hecho, tanto como en Ketama como con mis tres discos en solitario.

El año pasado participó en el disco tributo a Ray Heredia, con el que convivió en los primeros pasos de Ketama, producido por Teo Cardalda. ¿Se ha hecho justicia en este país con Ray Heredia?

Ray ha aportado muchísimo a la música de este país. Era un fenómeno. Con él compartí mucha música, muchas vivencias, de todo, en Ketama. No sé si le ha hecho justicia, pero ese homenaje y todos los que vengan serán muy merecidos. Era alguien especial, un artista muy grande.

Hablemos de la industria de la música. Ahora, las generaciones más jóvenes tienen acceso y más facilidades para acceder a todo tipo de música, pero sin embargo en las radio fórmulas todo suena igual o parecido. ¿Cómo hemos llegado a este punto, en el que todo suena a reguetón y pop facilón marcado por el autotune , cuando la tecnología nos abre tantas puertas diferentes?

Eso es cierto y es muy extraño. Por ejemplo, recuerdo que en los 80 y en los 90, compartíamos cartel en un concierto con grupos muy diferentes a Ketama. Coincidíamos con Los Rebeldes, Tahúres Zurdos o Rosendo. Y había espacio para todos. Todos teníamos nuestros fans y todo el mundo cabía en la música española. Ahora parece que hay un empeño por etiquetarlo todo y rechazar lo diferente. No lo entiendo. Cuando era un crío me pasaba el día atento a Radio3 para ver qué podía descubrir. Así conocí a Maria Bethânia. La escuché en Radio3 y cuando sabía de alguien que iba a Brasil le pedía que me comprara discos de ella. ¿Sabe quién cuida muy bien las raíces de su música?

Cuénteme.

Los estadounidenses. Sobre todo con el jazz. Cuidan y respetan a gente como John Coltrane o Miles Davis. Y les enseñan a sus niños, a sus jóvenes, quiénes eran. Eso, al final, lo notas en la música. ¡Si hasta en el hip-hop llevan años metiendo bases de jazz! Aquí nos cuesta. Nuestros dioses, nuestro Coltrane y nuestro Davis, son flamencos. Y los hemos tenido muy grandes. Camarón, Paco de Lucía, La Niña de los Peines, etcétera. Gracias a ellos somos lo que somos. Y no se hace nada por mostrar nuestra cultura. Por tener no tenemos, ni siquiera en la televisión pública, que debería estar para eso, un programa en el que enseñen a la gente lo que es una malagueña o una seguiriya.

¿Tiene planes para visitar Canarias con su nuevo trabajo?

De momento no. Voy a estar en el Teatro Alcalá de Madrid, el Starlite de Marbella y en varias ciudades, pero aún no toca pasar por Canarias.

Si no recuerdo mal, su primer disco en solitario lo presentó en un Womad Las Palmas, ¿no?

Cierto. Y tengo muy buen recuerdo. La gente, desde el público hasta la prensa, pasando por los técnicos del festival, fue muy cariñosa conmigo. Canarias es como mi segunda Andalucía. La gente es muy rítmica, muy latina. Es un sitio donde saben quién es quién en la música que procede de América.

Su nuevo disco, con tanta colaboración latina, puede encajar muy bien por aquí.

Sí puede ser. En Miami me rodeé de gente como Fernando Osorio, Luis Enrique, Álex Cuba? Y creo que sí puede encajar muy bien en Canarias. Allí tienen un pulso muy parecido al latino. Cuando salen de fiesta salen a bailar y eso se nota en los conciertos. Canarias es una plaza grande.

¿Recuerda un concierto de Ketama en Veneguera que se tuvo que suspender por la lluvia?

¡Nos llovió lo más grande! Claro que me acuerdo. El sitio era fantástico. Si no recuerdo mal, antes que nosotros tocó Pedro Guerra. Era de noche y, de repente, el cielo se puso blanco. Nos comentaron que no nos preocupáramos, que allí hacía un año que no llovía. Diluvió. Recuerdo que salimos cargando con los instrumentos y la gente nos ayudó. Espero volver por allí pronto.

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