Ccontra lo que pueda pensarse, no son los Rolling Stones los únicos pioneros de los 60 y los 70 que siguen en la brecha de las actuaciones en directo y las grabaciones discográficas. Este verano ha vuelto a la carretera (de la que en realidad nunca se fue del todo) otra de las formaciones de primera línea de aquellos años de oro del pop-rock. Deep Purple ha regresado a los escenarios con una gira europea, que recaló en Madrid, Barcelona y Barakaldo, para presentar su nuevo disco, Infinite, que quiere emular las grabaciones más punteras de su trayectoria. La gira se realiza bajo el título de El largo adiós, pero ya se sabe cómo son de largas las despedidas de algunas estrellas y cuánto tardan en apagarse.

Del sinfónico al 'hard rock'

En 1961 un estudiante de música clásica y artes escénicas llamado Jonathan Douglas Lord decidió formar un grupo, fascinado por una actuación del organista Jimmy Smith. Entró en Art Wood Combo, una banda liderada por un hermano de Ron Wood, actual guitarrista de los Stones, que publicó un LP a finales de 1967. De ahí pasó a Flowerpot Men, con algunos de cuyos miembros fundó Deep Purple después de fichar al guitarra Ritchie Blackmore y al batería Ian Paice, único superviviente hoy de esta formación primigenia. Su primer disco The Shades of Deep Purple se publicó en 1968 y llegó al número 5 de las listas de Estados Unidos antes de que se conociese en su propio país, Inglaterra. Su segundo LP Book of Taliesyn era un conglomerado de rock sinfónico en la estela de Vanilla Fudge, con versiones pretendidamente sublimes de Kentucky Woman de Neil Diamond y de We can work it out de los Beatles. Estos dos primeros discos se publicaron en España con cierto retraso, cuando Deep Purple ya eran famosos internacionalmente gracias a su tercer LP titulado con el nombre del grupo. Lo malo es que para entonces la formación inicial ya se había disuelto a causa de la quiebra de su discográfica.

Deep Purple reapareció con una nueva alineación a la que se incorporaron Roger Glover y el vocalista Ian Gillan, el otro superviviente hoy de aquel grupo. La moda del rock sinfónico atrapó a Deep Purple durante los primeros años de esta etapa, en la que en 1969 grabaron en directo para la BBC-TV el Concierto para Grupo y Orquesta con la Real Filarmónica de Londres dirigida por Malcolm Arnold. Cuando Jon Lord fue consciente de que la aportación de Deep Purple al rock sinfónico se había agotado decidió dar un giro hacia el heavy metal. Acertó plenamente. Durante los años siguientes Deep Purple grabó cinco discos magistrales (uno de ellos doble en directo) que pusieron a la banda en primera línea. In Rock, de 1970, con una portada que emulaba la escultura de Gutzom Borglum de los presidentes Washington, Jefferson, Roosevelt y Lincoln en el monte Rushmore de Dakota del sur (una efigie que retoman en la portada interior de Infinite, ahora sobre una de las caras de un iceberg), estuvo todo un año en las listas de ventas. Era una carga de ritmo salvaje, de sonido duro y metálico, de voces al límite de su potencia, de guitarras distorsionadas. Al año siguiente editaron Fireball y grabaron en un hotel de Montreux Machine Head, el álbum que contenía el tema Smoke on the Water -canción que surgió tras un incendio que sufrió el Casino Montreux-, que se convirtió en uno de los himnos del heavy rock. Made in Japan quedó para la historia del rock como el álbum con más fuerza grabado en directo. A partir de esta cima Deep Purple registró una caída de la que tardaría en recuperarse. Who Do We Think We Are fue el último eslabón en la cumbre y el primer síntoma de su ocaso. Ian Gillan y Roger Glover abandonaron el grupo. Encontrar una voz con el timbre de la de Gillan fue un verdadero problema que la de Richard Coverdale no solucionó. Sus siguientes discos, Burn y Stormbrindger fueron hundiendo cada vez más a Deep Purple en una sima que Come Taste the Band, ya sin Ritchie Blackmore, no pudo superar.

Lo nuevo viejo

Hace cuatro años Deep Purple editó Now What?, con una versión poco afortunada del clásico Highway Star, que significaba su regreso al rock duro en este segundo milenio. El organista Don Airey hace que no se eche de menos a Jon Lord, que murió el 16 de julio de 2012, mientras Ian Paice sigue en la batería tan fresco como hace cincuenta años y Ian Gillan hace lo que puede (mucho) con su voz.

Y estos días ha aparecido Infinite, su último (¿definitivo?) disco, que hace el número 20 de su carrera. Se promociona como "El álbum rock del año" y viene acompañado de las letras de las canciones y de un excelente documental de casi 100 minutos narrado por Rick Wakeman que recoge las sesiones de grabación en Nashville y Toronto, en las que destaca la labor del productor Bob Ezrim, con momentos conmovedores, como el recuerdo de Jon Lord y las declaraciones del guitarrista Steve Morse sobre los dolores en sus manos a causa de la artritis.

Con Infinite Deep Purple rescata el sonido de los viejos tiempos, ahora más sofisticado, en temas como Hip Boots, One Night in Vegas y On Top of the World y retoma el rock and roll clásico con Get Me Outta Here, con una melodía muy parecida al Rock de la cárcel. La sensación de infinito que el grupo quiere transmitir está en la introducción de Time for Bedlam, una especie de canto gregoriano a una sola voz, y en The Surprising. El cierre, Broadhouse Blues, es un viejo tema de los Doors compuesto por Jim Morrison y Ray Manzarek -con el que abrían el álbum Morrison Hotel (1970), que Deep Purple acompañan con armónica y piano y que pone un brillante broche final a la grabación.