Los ex reclusos, a pesar de los prejuicios que generan, son de los mejor valorados por las empresas ya que son personas que anhelan una oportunidad tras vivir una experiencia extrema, ha señalado la directora de la fundación, Ana Muñoz de Dios.

Durante el coloquio ha intervenido Juan, un español de 37 años que desde los 18 ha cumplido varias condenas por robo, quien ha explicado que conseguir su primer trabajo "le ha cambiado la vida" y se siente orgulloso "de por fin ganar dinero honradamente".

José, un joven latinoamericano de 24 años al que descubrieron transportando droga en el estómago, ha señalado lo difícil que resulta al empresario contratar a un inmigrante ex convicto, pero gracias a la ayuda de los asistentes sociales, los educadores y fundaciones como Integra en su caso lo ha conseguido.

Carlos, un marroquí que cumplió condena por tráfico de drogas, ha destacado que si se comete un "error" por falta de dinero, tener trabajo al salir de la cárcel es fundamental para no volver a delinquir.

También ha dicho que es más rentable poner a trabajar a una persona que mantenerla en la cárcel, y ha recordado que cualquiera puede caer en la indigencia o ingresar en prisión en cualquier momento, "incluso los políticos", pero lo importante es saber que se puede salir.

Los tres han coincidido en que la sociedad debe superar el rechazo y dar una oportunidad a gente como ellos.

La Fundación Integra, creada en 2001, sirve de nexo entre diversas ONG que proponen a los candidatos y más de 50 empresas que los acogen en sus plantillas y dan apoyo financiero.

Una de estas empresas es Acciona, cuyo director de Recursos Humanos, Rafael Montes, ha señalado que un 1 por ciento del nuevo empleo generado por su compañía lo forman este tipo de personas desfavorecidas, y ha animado a las administraciones a elaborar una ley de integración social de los excluidos, como sucede ya con los minusválidos.

Las mujeres con cargas familiares no compartidas, por un tema práctico de horarios, y las personas "sin techo", por su dificultad para adaptarse a las reglas del mercado laboral, son los colectivos más difíciles de integrar según los responsables de la Fundación, que trabaja en Madrid, Barcelona, Valencia, Sevilla, Vigo, Mallorca e Ibiza.

La presidenta fundadora de esta institución, la concejala madrileña Ana Botella, ha destacado la importancia de ayudar a los excluidos, definidos a veces como "personas a las que no quiere ni su madre", pero que con iniciativas como ésta consiguen en muchos casos su primer empleo y responden bien.

Concepción Dancausa, concejala de Asuntos Sociales del Ayuntamiento de Madrid, ha recordado que en la capital existen unas 1.600 personas sin hogar y cerca de 400.000 perciben unos ingresos que las sitúan por debajo del umbral de la pobreza.