La señora Hacker, reconocida el pasado año como la columnista más longeva del mundo por el Libro Guinness de los Récords, publicaba una columna quincenal en el periódico "Camden New Journal" (CNJ), que se distribuye en el norte de la capital.

La periodista empezó a colaborar con ese medio en septiembre de 2006, después de arengar a una multitud en Tavistock Square (centro de Londres) sobre el desarme nuclear con motivo de un homenaje a las víctimas de las bombas atómicas arrojadas en 1945 por Estados Unidos sobre las ciudades japonesas de Hiroshima y Nagasaki.

El director del diario, Eric Gordon, quedó tan impresionado por la energética alocución de la ya centenaria anciana, que decidió ficharla para escribir en las páginas del "Camden New Journal".

Su primera columna, que versó -como no podía ser de otra manera- sobre desarme nuclear, causó sensación en el mundillo periodístico londinense.

Grandes diarios británicos como "The Guardian", "The Independent", "The Times" o "The Daily Telegraph" se hicieron eco del "fenómeno Hacker".

Durante su enfermedad en el Whittington Hospital, donde su pluma se detuvo para siempre, la columnista, de apariencia afable, pelo ya cano y fotografiada casi siempre con una amplia sonrisa, recibió un aluvión de tarjetas con muestras de cariño de sus fieles lectores.

"Desde que me topé con sus artículos, éstos han enriquecido mi vida", escribió el lector Alan Nelhams.

Otra admiradora, Wilma Nelhams, afirmó: "Es lo primero (los artículos de la señora Hacker) que leo cuando recibo el CNJ. Y envío copias (de esos artículos) a periodistas amigos de todo el mundo".

Nacida en Londres en 1906 en el seno de una familia judía, Rose Hacker no se aburrió durante su larga vida, pues fue madre, activista, escritora, artista, diseñadora de ropa y, en los últimos años, periodista.

En la década de los años treinta abrazó el socialismo radical tras visitar la Unión Soviética, una experiencia le marcó como una persona políticamente comprometida el resto de su vida.

La inquieta mujer fue también, en las décadas de los años cincuenta y sesenta, una de las primeras terapeutas sexuales del Reino Unido y llegó a escribir varios libros sobre la sexualidad de los adolescente, al tiempo que integró el llamado "Consejo de Orientación en el Matrimonio".

Como columnista se caracterizó -en palabras del agradecido lector Jeremy Codd- por "hablar con mucho sentido entre tanto ruido".