Con las ideas muy claras, y la lengua muy viva, Basilio Valladares, director del Instituto Universitario de Enfermedades Tropicales y Salud Pública de Canarias, manifiesta su desconfianza por el pánico organizado en los meses pasados ante la gripe A, una enfermedad que ha demostrado ser más benigna que una gripe normal y que, sin embargo, provocó una de las mayores alarmas sanitarias que se recuerden en la historia médica del planeta. Valladares cree que es importante que las comisiones de investigación depuren responsabilidades y que se recupere la confianza en las instituciones.

- ¿No ha acabado todo esto de la gripe A como en la fábula de Esopo sobre el parto de los montes?

- Desde que empezó este asunto se vio el camino que iba a llevar, que no era otra cosa que lo que ya ocurrió con otras enfermedades en las que hubo gran alarma. Yo creo que hay que dar gracias a Dios de que al final sólo fuera un ratoncito lo que parió la montaña, porque lo que se había advertido era pavoroso. A mí me extrañó mucho que la OMS, una organización a la que todos tenemos que respetar, se apuntara también a provocar ese miedo, a anunciar que la mutación del virus iba tener consecuencias tremendamente graves y que morirían muchas personas. Y lo más sorprendente es que la OMS dijera eso, cuando los médicos que trataban a la gente con gripe A decían todo lo contrario.

- ¿Pero este pánico alrededor de la gripe A fue algo espontáneo?

- No, yo creo que todo este pánico ha estado organizado. Es la tercera vez en poco tiempo que se provoca miedo ante situaciones de alarma sanitaria, y luego vemos que detrás hay grandes movimientos económicos. Empezó con lo de las vacas locas, luego la gripe aviar y ahora esto. Que se produzcan situaciones como ésta porque hay intereses detrás puede incluso entenderse, pero que les siga la corriente una organización como la OMS a la que todos tenemos que respetar y mimar, una organización que debe ser nuestro faro, pues eso es lo que a mí me dejó desconcertado. Y que todo esto esté generado por intereses, pues tiene sentido: si alguien detecta una forma de diagnóstico nueva, o una nueva terapia, es normal que lo mueva.

- La OMS se vio obligada a modificar la definición de pandemia en esta última crisis para poder declararla.

- No puedo opinar de eso, porque desconozco cuál es el protocolo. Pero sí puedo decirle que desde el principio se vio que esto no era lo que parecía, pero nadie lo dijo. La primera persona que yo escuche poner un poco de sentido a la situación, y fue en una entrevista en este mismo medio, fue don Antonio Sierra, que es una persona que se caracteriza por no ser alarmista, por saber lo que dice. Y él dejó claro que esto no era tan grave, que el impacto de la gripe A no iba a ser tan fuerte como se decía. Yo pensaba lo mismo ya entonces, pero la verdad es que yo no dije nada. Y fue duro. Yo me encontré con mujeres que se querían quedar embarazadas, o que ya lo estaban, y que tenían una enorme angustia por lo que pudiera ocurrirles a sus hijos. Las llamadas al Instituto de mujeres embarazadas fueron muchas. Y nosotros intentábamos tranquilizarlas. Es verdad que lo mejor es que durante el embarazo no se contraiga ninguna enfermedad, sobre todo de origen vírico. Pero la vida no puede pararse por una cosa de estas.

- Cree usted que las comisiones de investigación que se han creado sobre lo ocurrido con la gripe A servirán al final para algo?

- Sí, se están creando comisiones de investigación en la Unión Europea y en la OMS para estudiar qué es lo que ha pasado... es que todo esto que ha ocurrido es muy grave. Pero yo soy una persona positiva y lo que digo es que de todo se pueden sacar aspectos positivos: yo espero que después de ocurrirnos esto tres veces, la próxima vez se actúe con más aplomo, que la gente no se olvide. Y luego se han adoptado una serie de medidas en relación con cómo enfrentarnos a la gripe -lavarnos las manos, aprender a estornudar- que son medidas útiles, precauciones normales que debemos aprender a tener todos. Esas medidas deben incorporarse a nuestros hábitos higiénicos.

- Después de medio año de alarma social y de enorme atención mediática sobre la gripe A, ¿a qué se debe que ahora se hable tan poco de ella... es que todo el mundo se ha olvidado?

- Ya no se habla de la gripe A por lo mismo que ocurre con los niños chicos, que cuando se les descubre en una mentira o hacen una cosa mala, lo primero que hacen es callarse. Mire, yo vi en la tele a la presidenta de la OMS y le escuche decir lo que dijo, y me callé porque ella debía tener más conocimientos, más información y más autoridad que yo.

- Hay una cierta tendencia a la interpretación conspirativa, a esa que hace referencia a la necesidad de dar salida al Tamiflu encargado, o a que son las multinacionales farmacéuticas las que inventan las enfermedades.

- No lo sé. Pero es cierto que las multinacionales empujaron a los administraciones a comprar el Tamiflu para hacer frente a la gripe aviar, y que ahora hay sitios donde se ha decidido no recetarlo. En Inglaterra, por ejemplo, porque consideran que puede ocasionar problemas en los niños. Y es cierto que las multinacionales colocan sus productos farmacéuticos, y hacen lobby para que se compren.

- Al margen del sida, con una casuística muy especial, las enfermedades infectocontagiosas que más mortandad causan en el planeta son la tuberculosis, la malaria, el dengue y el cólera. Los recursos destinados a la prevención de la gripe A en esta campaña habrían bastado para prácticamente erradicar esas cuatro enfermedades. ¿No es todo esto un absoluto despropósito?

- Tiene usted toda la razón, eso es así. Es un problema económico empresarial: si yo me dedico a generar un medicamento, una terapia para estas enfermedades... ¿Quiénes son mis usuarios, quiénes me las van a comprar en una farmacia? Esas enfermedades que usted ha relacionado afectan al 70 por ciento de la población mundial, pero precisamente a quienes no tienen capacidad para poder pagar a los laboratorios. Ahora se está avanzando un poco en la investigación de enfermedades tropicales, pero no es porque nos hayamos vuelto más sensatos. Es porque las enfermedades van entrando en el mundo desarrollado junto con los turistas occidentales que vuelven de vacaciones a países exóticos, o con los emigrantes, e incluso como consecuencia del cambio climático... Mire, en este siglo van a moverse en el mundo unos 2.000 millones de personas. La mayoría vienen de países afectados por estas enfermedades. Yo creo que es un buen argumento para que las multinacionales se pongan las pilas.

- En un reciente congreso usted desautorizaba a los apocalípticos que dicen que las pateras pueden traer la enfermedad del Ébola a Canarias...

- Es que eso es una barbaridad. Eso son frases malintencionadas que esconden un interés de impulsar la xenofobia. Los que llegan no pueden ser tratados como apestados. Primero porque no es cierto que vengan enfermos y nos trasmitan enfermedades. Cuando alguna persona llega enferma se toman las medidas y se cura. Eso es lo que hace la sanidad española. Pero no es frecuente, porque los que llegan son realmente superhombres. Los principales problemas de entrada de enfermedades no los provocan los emigrantes sino los turistas, los que vamos de viaje.