Nació en Teror, "hace cincuenta y muchos". Muy jovencito emigró a Venezuela con su familia, donde empezó a enamorarse del toreo. "No se puede explicar lo que se siente ante un animal tan noble", dice con ese aire un tanto épico con el que se expresan los toreros. Es el único matador canario vivo y está indignado con el hecho de que se diga que Cataluña es la segunda región española donde se prohíben los toros, detrás de Canarias. "Aquí se pueden celebrar corridas. Yo maté toros en mi plaza de Playa del Inglés tras la Ley de 1991, lo que pasa es que es un espectáculo muy costoso", dice Orlando Ramos, que aún va a los tentaderos de sus amigos en la Península para no perder el contacto con la pasión de su vida, torear.

"Un día, aconsejado por un amigo, decidí indultar a un novillo, porque me costaba un dineral traerlos en barco desde la Península, y así aprovecharlos el fin de semana siguiente. Mi sorpresa fue que el público se volvió loco de contento". Fue así como nació el espectáculo para turistas en la plaza de toros portátil del Sur. "Dejé de matarlos porque era más rentable, porque con una entrada de 4.000 personas no se cubren los gastos de un espectáculo taurino tradicional", añade Ramos, que dice respetar a los antitaurinos, "porque soy una persona demócrata", pero que reclama el mismo respeto por sus ideas.

Orlando estuvo veinte años haciendo corridas para los extranjeros, que llegaron a sacarle a hombros, pero tiene una trayectoria de más de treinta en las plazas de toda España. "Toreé siete veces con el Niño de la Capea, pero también con figuras como Roberto Domínguez o Julio Robles", recuerda. Está convencido de que en Canarias sí hay público para una corrida de toros. "Yo le digo a usted que si traigo a José Tomás, la plaza se llena hasta los topes, aunque sólo sea por el morbo. Cuando decidieron dejar de usar la que había cerca del Aeropuerto se estaba llenando, y eso que tenía un aforo de 14.000 personas", asegura el torero, que dice no concebir su vida sin torear.

Orlando Ramos considera: "Los taurinos somos personas sensibles, muchos toreros hemos toreado gratis en corridas benéficas y respetamos más que nadie a los toros, porque los conocemos bien", dice, y concluye: "El toro bravo ha nacido para luchar, lo contrario sería acabar con la especie".