- ¿Cuál es el curso actual de la biomedicina y cuáles serían los principales desafíos?

- Bueno, con la biología molecular se ha avanzado mucho en la comprensión de las reacciones químicas internas de las células y cómo desde el ADN se gobiernan. Esto ha sido esencial para la biomedicina, que se encarga de estudiar los fundamentos científicos de aplicaciones a llevar a cabo en seres vivos para curar seres humanos. Sin embargo, en el conocimiento adicional de los procesos que suceden cuando el organismo enferma, en los fundamentos moleculares de la enfermedad, hay mucho por andar aún.

- Se ha avanzado mucho en la curación pero no tanto en cómo hacer para no enfermar. ¿Por qué? ¿Interesa menos?

- En gran parte es cierto que los descubrimientos pendientes acerca de los procesos de la enfermedad van a tener una traducción muy potente en la medicina preventiva, aunque ese conocimiento servirá también en la parte curativa, como es lógico. Pero en lo preventivo también se ha adelantado mucho, por ejemplo, en la vacunación.

- La propuesta del Campus incorpora, con todo, la biomedicina aplicada a la cooperación al desarrollo. ¿A qué se refiere, sólo a enfermedades tropicales, o a centrarse en las necesidades más urgentes de ciertos países?

- Es más amplio. Se trata de un intercambio favorable para ambas partes. Dentro de esta aplicación al desarrollo hay una parte, en efecto, sobre nuevas vacunas o tratamientos que, por así decirlo, las multinacionales no están interesadas en desarrollar, por ejemplo, la malaria. Y luego está la dimensión del traslado y propagación de virus en Canarias, aspectos que la investigación hoy no puede obviar. Pero hay una segunda parte, que es el perfil que a mí más me interesa de este tema. Se trata del hecho de que las poblaciones africanas llevan sobreviviendo cientos, tal vez miles de años a través de remedios que conocen bien, pero que no han sido estudiados suficientemente. Y ahí es donde Canarias tiene mucho que aportar: se trata de sentarse con ellos y analizar cómo abordan determinados procesos patológicos y los curan o los mejoran para identificar los principios activos que ahí están actuando, conocerlos, probarlos, mejorarlos e incorporarlos.

- Sería como descodificar la medicina tradicional africana.

- Eso es, descodificar. Y poner ciencia donde ahora hay superstición o brujería, porque como no comprenden por qué lo hacen, por qué logran sanar, se lo atribuyen a poderes mágicos. Conocer todas esas plantas, en qué ciclo vital es cuando tienen más principio activo. En fin, de qué manera se podrían cultivar. Es que esto podría transformar la agricultura si fueran productos muy útiles o fuera necesario obtener de manera abundante. Una cosa que frecuentemente ocurre con los compuestos químicos es que no se pueden sintetizar en un laboratorio, porque el desarrollo de la química no da para más. Y éste es, además, un campo inagotable, no se sabe lo que se puede aprender.

- Con todo, la urbanización acelerada de África, la desruralización en favor de las villas miseria, ha dado al traste con parte de sus saberes tradicionales.

- En mi opinión, la inmensa mayor parte sigue estando ahí. Aunque sin duda tras la colonización en África ha habido un cambio de papel respecto de los que hasta entonces dirigían los procesos de la enfermedad, en favor de la medicina científica.

- ¿Esta dimensión de la biomedicina aplicada se ciñe a África o también toca a América?

- No, el proyecto es tricontinental, y lo mismo cabe decir de Latinoamérica. Yo he estado en sitios de México que hablan zapoteco, no tienen ninguna relación con lo moderno y mantienen intactas prácticas médicas.

- ¿Éste es un campo inédito, o las universidades canarias ya cuentan con algún recorrido?

- En Canarias ha habido una tradición importante, sobre todo fundada por Antonio González, su tocayo, por cierto, el grandísimo químico, que abrió el camino hacia América, y esa colaboración luego otros la hemos continuado. Él tuvo el mérito de traer aquí a formar a gente que luego ha vuelto a ocupar puestos en sitios claves junto a la gran biodiversidad latinoamericana. Con lo cual ahora te puedes encontrar con químicos orgánicos formados en Canarias que están en los Andes, en Ecuador, donde están las universidades más importantes. Y ellos, con los que de siempre colaboramos, conocen el potencial de la medicina tradicional indígena, sólo que no tienen medios para investigar. Y es imprescindible que nos pongamos en marcha para rentabilizar estos progresos.

- ¿Qué aportaría cada universidad canaria en este punto?

- La Laguna ha avanzado muchísimo en el estudio de compuestos químicos, por ejemplo, y se ha especializado en obtener productos naturales y en proponer modificaciones que mejoran la actividad de las moléculas [con fines curativos]. Mientras, en Las Palmas de Gran Canaria hemos desarrollado la capacidad para estudiar la actividad espermatológica de los productos, para buscar antitumorales, por ejemplo. Tenemos ahora una línea de investigación en la cual estudiamos una diana terapéutica concreta extremadamente importante en leucemia, que es una ruta que activa la proliferación, y estamos probando en ella determinados compuestos de tipo natural, por decir así, nos inspiramos en los productos naturales. Lo que sucede es que son tan poco abundantes que casi habría que plantar una parte de Canarias de una planta concreta para obtener unos gramos de ese producto.

El mensaje, en suma, es que tenemos gente muy preparada, tenemos los contactos en América Latina y falta crear lo de África. Ahora estamos probando en laboratorio un producto que se refiere al lagarto de Mauritania y que lo usan localmente para bajar la glucosa, para la diabetes: algo ingiere el lagarto, una especie de balo, que luego permite usarlo con esos efectos. Imagínense si pudiéramos tener acceso a la biodiversidad del Guinea Ecuatorial. Fíjese que en el ecuador las plantas deben de sobrevivir de infinito número de hongos y bacterias. En el potencial de la biodiversidad está el futuro. Y Canarias debe aplicarlo. Se trata de una grandísima fuente de compuestos que sirven para todo. E insisto en que su desarrollo puede cambiar la agricultura en Canarias, puede volver necesario sustituir algunos monocultivos por el cultivo de productos importantes para la biotecnología. Se abre una perspectiva inmensa no sólo en términos de hallazgo de productos sino de la cualificación de la sociedad canaria.

- Y eso mismo es válido para la sociedad africana ¿no?

- Sin duda, la propuesta incluye una gran centro de formación en biomedicina en Canarias a donde vengan africanos a formarse y luego regresen para hacer allá sus hallazgos; es obvio que solo nadie puede con todo.