Si bien el derecho a una vivienda digna es un tema de total preocupación entre los jóvenes de hoy en día, la posibilidad de buscar alternativas habitables sostenibles también se ha convertido últimamente en una necesidad inmediata por parte de los arquitectos. Habitainer es un sistema que permite, partiendo de la estructura de los contenedores, plantear alternativas sostenibles para acceder a espacios habitables.

Hace ya algunos años, Luis Rodríguez, arquitecto de profesión, trabaja en la transformación de contenedores en módulos multiusos de alta calidad: habitaciones individuales o colectivas, oficinas, despachos, bodegas, bibliotecas, residencias de estudiantes, etc. Los contenedores son modulares, de manera que pueden llegar a cubrir todo el espacio deseado mediante uniones en paralelo o en vertical. De esta manera un cliente puede ampliar su vivienda o aportar el terreno en donde se instale el contenedor habitable con unas condiciones óptimas durante cinco años.

El sistema de construcción que se aplica actualmente al entorno medioambiental es totalmente desastrozo; por ello Luis Rodríguez desarrolla este proyecto con una filosofía de ocupación del territorio determinada, "si se edifica, básicamente lo que sucede es que se hormigona el terreno, lo que imposibilita su cultivo posterior. Por lo tanto, hemos elevado los contenedores del suelo para impedir su degradación. En definitiva, defendemos la posibilidad de que el terreno vuelva a su condición original bajo el uso humano", afirmó Rodríguez.

La idea que propone Habitainer consiste en ofrecer a sus clientes la posibilidad de vivir con un balance ambiental positivo. Es decir, habitar en un tipo de instalaciones bajo una política de gestión eficaz de basura, aguas grises, aguas negras, restos orgánicos, etc., lo que provocaría que el balance ambiental sea mucho menos negativo que en una construcción convencional.

"Aún no hemos acordado los precios de las habitaciones, pero podrían rondar entre los 200 euros y, con algún tipo de subvención de alguna institución, hasta los 100 euros", apuntó el arquitecto. Y es que las posibilidades que ofrecen estos contenedores como elemento constructivo se multiplican, "constituyen una vía para trasladar la ciudad al campo.

Es decir, no hace falta asfaltarlo todo para hacer uso de las vías de comunicación propias de la ciudad; sino basta con poner Internet en este tipo de instalaciones para vivir en el campo y buscar el equilibrio en la balanza que desde hace tiempo está inclinada hacia la ciudad", aseguró Rodríguez.

Habitar en sí es una actividad muy compleja que está en constante cambio; pero parece que morar en estas grandes "ciudades que caminan", bajo un concepto razonable del espacio, puede convertirse en los próximos años en una filosofía de vida amenazante para las grandes constructoras convencionales.