Un inventario realizado en marzo pasado por miembros del Instituto Nacional de Cultura (INC) ha permitido a las autoridades peruanas determinar que el explorador estadounidense Hiram Bingham sacó del país andino, en 1912, 46.332 objetos y fragmentos.

El estudio realizado por el INC en el Museo Peabody de Yale determinó que existen 5.728 lotes verificados que contienen todo ese material.

Las piezas en condiciones de ser exhibidas de inmediato son 369; además existen 36.335 objetos de cerámica, 7.780 huesos, 684 objetos de piedra, 126 de metal y 1.038 restos de fauna.

Parte de esos objetos fueron llevados con una autorización temporal del gobierno de Augusto B. Leguía (1908-1912), pero otros lotes salieron de manera irregular por la frontera peruana con Bolivia, según han señalado los investigadores.

Las valiosas piezas, que conforman la historia secreta de un monumento lleno de fascinantes enigmas, permanecieron en Yale durante el siglo XX, hasta que el gobierno de Alejandro Toledo (2001-2006) decidió llevar a juicio a esa institución para buscar su repatriación.

Tras la llegada al poder del socialdemócrata Alan García, en 2006, Perú buscó un acuerdo, lo que llevó a suscribir en septiembre pasado un memorando en el que Yale reconoció por primera vez la propiedad peruana sobre los restos en su poder.

El memorando señalaba, sin embargo, que Yale sólo iba a devolver unas 400 piezas que podían ser exhibidas en un museo de inmediato y que las demás permanecerían en su poder para ser estudiadas, sin fijarse un plazo para su entrega, lo que generó las críticas de arqueólogos y políticos peruanos.

El inventario hecho por el INC ha abierto, sin embargo, las puertas de acceso a un legado incomparable y hasta hace poco desconocido en Perú, ya que los especialistas peruanos pudieron revisar los documentos de Bingham y las fichas de Yale.

Un legado deslumbrante que será publicado próximamente en cinco tomos y cambió la decisión de las autoridades peruanas, que han vuelto a la ofensiva para recuperarlo por completo.

Para Perú, el memorando del año pasado no era vinculante y "podía ser modificado por cualquiera de las dos partes", por lo que se tiene la certeza de que Yale aceptará el nuevo acuerdo.

El ministro de Salud, Hernán Garrido-Lecca, comisionado peruano para la repatriación de los restos, admitió el miércoles que existen discrepancias sobre la cantidad de objetos.

La directora del INC, Cecilia Bákula, precisó, sin embargo, que el inventario comprende "el material técnico, las fotos, listados y la verificación pieza por pieza, así como toda la documentación legal, que ha sido muy eficiente".

"Eso lo hicimos a cabalidad", añadió para luego comentar que la discrepancia con Yale, que habla de unas 4.000 piezas en total, puede deberse a que esta institución se refiere a lotes, que pueden tener tanto una sola pieza como muchos fragmentos.

Garrido-Lecca señaló a Efe que Perú espera obtener una respuesta la próxima semana de la vicerrectora de Yale, Dorothy Robinson, encargada de la negociación por la universidad norteamericana.

"Si no hay un acuerdo y no podemos avanzar tenemos que proceder a la demanda judicial", enfatizó.

En todo caso, "si todo sale bien y se logra un acuerdo", añadió, las piezas retornarán a la brevedad posible a Perú, ya que las autoridades regionales de Cuzco han ofrecido construir y sostener un moderno museo para exhibir y estudiar el material.

Hiram Bingham, profesor de Yale, llegó a la montaña que alberga Machu Picchu en 1911, guiado por pobladores locales, y al año siguiente se llevó las piezas.

Documentos encontrados en los últimos años han señalado que la "ciudad de las nubes" fue descubierta por el hacendado peruano Agustín Lizárraga, en un viaje que hizo el 14 de julio de 1902, nueve años antes que Bingham.

La historiadora peruana Mariana Mould de Pease ha señalado que el propio Bingham aceptó que Lizárraga fue el descubridor, según consta en una de sus libretas utilizadas durante su aventura y que ha sido revelada por el tercer hijo del explorador, Alfred M. Bingham.

Además, en una de las paredes del templo de las Tres Ventanas de la ciudadela figuraba una inscripción hecha a carbón que decía "Lizárraga 14 de julio de 1902".