Acompañada por el ministro de Cultura de Grecia, Mijalis Liapis, y por el alcalde de Rodas, Hatzis Haztiefhtimion, Doña Sofía ascendió en burro hasta la acrópolis y la fortaleza, a las que se accede a través de su desordenado pueblo de casas blancas, atestado de puestos de "souvenirs" y de turistas.

Se trata de la primera visita oficial de doña Sofía a Rodas como reina de España y de la segunda que efectúa a esta isla del sur del mar Egeo, ya que la conoció en su infancia en un viaje con sus padres, entonces reyes de Grecia.

Bajo un sofocante calor, la Reina escuchó atentamente las explicaciones sobre la fortaleza y la acrópolis, saludó a numerosos turistas españoles que había en el lugar y posteriormente se detuvo en alguna tienda de recuerdos y en la pequeña iglesia del pueblo.

Situada a unos 55 kilómetros al sureste de la ciudad de Rodas, en las faldas del monte Krana, Lindos es un pequeño pueblecito de típicas casas del siglo XVII, blancas, de techos de tejas rojas, con puertas llamativamente decoradas y estrechas callejuelas.

En este pueblo se hallan valiosas y bien conservados objetos arqueológicos dispersos en el espacio de la antigua acrópolis, que ahora han sido reunidos en el nuevo museo, visitado también por la Reina.

La acrópolis, algunos de cuyos restos datan del siglo VII antes de Cristo, está sobre una roca de 117 metros de altura, prácticamente rodeada por el mar, hasta el punto de que a ambos lados se abren dos bahías con sendas playas.

La conocida como fortaleza de los caballeros es casi inaccesible, ya que está construida sobre rocas verticales, y en su interior destaca una curiosa presencia de una acrópolis anterior, de manera que conviven restos de diversas civilizaciones.

Una vez en la cumbre de la roca, además de los restos del Palacio de la Comandancia de los Caballeros y la Iglesia Bizantina de San Juan, doña Sofía admiró otros restos de la antigüedad, como un pórtico dórico del siglo V a.C., las ruinas de los Propileos, el templo de Atenea Linda, la escalinata monumental, la gruta o lo que sería el solar de un templo romano.

No hay coches ni hoteles modernos en el pueblo, en el que vivió uno de los siete sabios de Grecia, y donde se cuenta que hizo escala San Pablo al final de su tercer viaje.