Los cuatro participan desde ayer y hasta el sábado junto con otras 250 personas en una pre-conferencia en México donde jóvenes de todo el mundo comparten experiencias y objetivos para unir su voz en la conferencia mundial sobre sida que se realizará en el país a partir del 2 de agosto.

Este foro juvenil, organizado por el Fondo de Naciones Unidas para la Infancia (Unicef) y la plataforma civil Fuerza Joven México, ofrece talleres sobre estrategias de prevención, reducción de daños, tratamientos y experiencias de otros países.

Luis, activista mexicano de 25 años con VIH desde hace cinco, aseguró a Efe que "la información no es suficiente", y que influyen muchos otros factores sociales en contagiarse de sida.

En su caso, el rechazo familiar por ser homosexual le provocó una depresión que le hizo "descuidarse".

Agregó que con la reunión de jóvenes se pretende que se tome en cuenta a este colectivo y posicionarlo en la agenda internacional del virus VIH.

"Somos los hijos del látex, del condón, muchos de los que estamos aquí crecimos con la información de utilizarlo. Al ser nosotros las personas que estamos naciendo en el tiempo del sida, somos las personas que podemos hablar de ello. Nada para nosotros sin nosotros", concluyó.

El 40% de las nuevas infecciones en México ocurren en jóvenes de 15 a 24 años. La enfermedad es la cuarta causa de muerte de jóvenes de 15 a 29 años en el país, indicó también.

Kristin Mena, de 25 años, líder de la Coalición Mundial de Jóvenes sobre el VIH en Jamaica, explicó que de los 25.000 contagiados que hay en su país el 40% tienen menos de 25 años.

Aseguró que compartir las experiencias de países tan diversos como Canadá, Honduras, Kenia o Japón puede ayudar mucho mutuamente.

Janna Zinzi, una activista neoyorquina de 28 años, destacó la importancia de incluir programas sobre VIH en las políticas de planificación familiar e introducir la prevención en escuelas en niveles tempranos.

"Los jóvenes necesitan la educación sexual comprensiva desde la primaria porque muchos no llegan a la secundaria o incluso tienen sexo antes", explicó.

Criticó que en su país ciertos estados basen la educación sexual en la abstinencia, cuando eso está lejos de la realidad de la juventud estadounidense.

"Muchos jóvenes tienen la idea de que 'eso no me va a pasar a mí, hacerme una prueba de VIH para qué, yo siempre me cuido', o se preocupan más por el embarazo precoz que por el virus", indicó Joel Panza, un joven activista venezolano de 20 años.

Un ejemplo es Barry Freedman, un canadiense de 25 años con VIH desde 2004, que aseguró que sufrió discriminación por su enfermedad, pero halló el apoyo de su familia y amigos.

"No entendí el alto riesgo de infección que tenía, pensé que era muy poco probable que me pasara, no conocía a casi nadie con VIH, así que no pensé que me fuera a pasar a mí", dijo.

Recomendó que se informe también sobre cómo vivir con el virus, las realidades de los tratamientos, lo complejo de volver a tener una relación personal y el riesgo de ser criminalizado.

"Cuando me infecté tenía la información, sabía los riesgos, así que por qué me arriesgue, es algo que aún no sé", explicó.

Un caso diferente es Ilsa Aguilar, una mexicana transexual de 18 años, diagnosticada hace dos años, que recomendó a los jóvenes no callarse y pidió lugares de ayuda más visibles.

Walter Trecher, un hondureño de 25 años con VIH desde hace 13, culpó a los "grupos fundamentalistas" católicos de su país de oponerse a la educación sexual. Honduras es el segundo país latinoamericano con mayor número de infectados, tras Haití.

"Me dijeron en mi escuela que eso sólo le da a la gente homosexual, de escasos recursos, que no va a la escuela o que no tiene información básica", recordó.

"La vida es una lotería, yo he ganado 13 años que he sabido aprovechar", concluyó.