El 50% de los municipios de Cataluña ha implantado un sistema de recogida selectiva de residuos orgánicos. Éste es el resultado de casi veinte años de trabajo, que resumió ayer Francesc Giró, miembro y fundador de la Agencia de Compostaje Europea, en la jornada de clausura de la segunda edición del Programa de Especialización en el Manejo de la Materia Orgánica, organizado por la Consejería regional de Agricultura, Ganadería, Pesca y Alimentación, a través de la Dirección General de Desarrollo Rural. El ejemplo catalán, junto a otras experiencias en España y Europa, podrían ser el espejo en el que se mirara Canarias para avanzar en la gestión de la materia orgánica.

Giró explicó a los participantes en el encuentro que todo comenzó en 1991, con la creación de la Consejería de Medio Ambiente. "Una de las primeras cosas que se hizo fue tomar conciencia del problema, y tener voluntad de corregirlo. En el caso de los residuos municipales, en aquel momento teníamos únicamente recogida selectiva de vidrio y, muy incipientemente, de papel".

Ya entonces, igual que ahora, el componente con mayor presencia cuantitativa en la basura es la materia orgánica. "Había que abordar ese frente, no sólo por la cantidad, sino porque genera problemas asociados con la gestión de los residuos, así como de lixiviación en los vertederos, y emisión de gases de efecto invernadero", resumió el ponente.

El siguiente paso se dio en 1993, con la aprobación en el Parlamento de la Ley de Residuos, que establecía que todos los municipios de más de 5.000 habitantes debían implantar sistemas de recogida selectiva de la materia orgánica. "Fue clave, pero, a partir de ahí, se abordó la dotación de infraestructuras para albergar y tratar esa materia orgánica, como son las plantas de compostaje", recordó Giró.

Con todo ello, llegaron a la primera experiencia real en 1996, cuando dos municipios empezaron a hacer recogida selectiva de materia orgánica. "Fueron un municipio de 15.000 habitantes y otro de 3.000. Aquello demostró que era posible hacer la recogida y hacerla bien, para dar un producto de alta calidad".

Una vez que se había probado la experiencia, "teníamos que buscar la mejor manera de llevar la materia orgánica desde las casas hasta las instalaciones". Sistemas de recogida hay muchos, y muy dispares, pero Giró los clasificó en dos, fundamentalmente. "Por un lado, está el que obliga al ciudadano a desplazarse fuera de su casa y depositar la materia orgánica en un contenedor. La otra opción es aquella que denominamos puerta a puerta. En ésta, el ciudadano efectúa la separación en su domicilio y la saca a la puerta de su casa, tanto en viviendas unifamiliares, como en edificios".

Francesc Giró recordó que "para que todo esto funcione, tiene que estar bien optimizado, facilitando la recogida selectiva de las fracciones y limitando lo más posible aquello que no es separado selectivamente".

ORDENANZA. "Si el municipio no ha establecido una ordenanza municipal que obliga a seleccionar los residuos, simplemente informa y pide la colaboración de la gente, el ciudadano se mueve por voluntad. De esta manera, la gente que quiere lo hace y la que no, no lo hace. Es una situación conflictiva, porque, no sólo no se consigue el efecto deseado, sino que puede pasar que el que mezcla la basura contamina la de quienes se han tomado la molestia de separar", advirtió el experto.

En relación al sistema de recogida puerta a puerta, Giró explicó que "ha permitido captar los mayores porcentajes de recogida selectiva global en Cataluña. Municipios que no hacían recogida selectiva de materia orgánica y hacían algo de cristal, papel o envases, tenían niveles globales de recogida selectiva de un 15% o un 20%, con lo cual el 80% restante iba al vertedero o a la incineradora. Pues bien, hasta 60 municipios que contabilizamos en los que se ha hecho la recogida puerta a puerta, han llegado a niveles de hasta el 60% o el 80% de recogida selectiva, con lo cual sólo un 20% va al vertedero o al incinerador".

La ley de 2003, que implantaba una ecotasa para los municipios que no cumplieran con la recogida selectiva, y las recientes de 2008, en las que se amplía la ecotasa a las incineradoras y los residuos de obras y se obliga a tener recogida selectiva a todos los municipios catalanes son parte del "buen camino" por el que transita Cataluña en la gestión de materia orgánica.