Independientemente de la cantidad de cocaína consumida, de la vía de administración, así como si se trata de un consumidor ocasional o habitual, supone un factor de riesgo clave en el desarrollo de las enfermedades cardiovasculares.

La adolescencia es una de las etapas en las que con mayor frecuencia se comienza a gestar el consumo de drogas, uno de los principales factores de riesgo cardiovascular, por lo que su prevención desde la adolescencia resulta primordial. De hecho, "el 25% de los infartos agudos de miocardio que se producen antes de los 40 años son desencadenados por el consumo de cocaína", señala el doctor Manuel Abeytua, de la Unidad de Rehabilitación Cardiaca del Hospital Gregorio Marañón y presidente del Grupo de Trabajo de Tabaquismo de la Sociedad Española de Cardiología (SEC).

Independientemente de la cantidad de cocaína consumida, de la vía de administración, así como si se trata de un consumidor ocasional o habitual, la cocaína supone un factor de riesgo clave en el desarrollo de las enfermedades cardiovasculares. No obstante, matiza el doctor Abeytua, "todos los factores de riesgo cardiovascular son importantes y hay que hacer especial hincapié en la necesidad de un cambio global de estilo de vida".

El tabaco es el factor de riesgo más frecuente que se desarrolla en edades tempranas, de hecho "es uno de los hábitos tóxicos más prevalentes entre la juventud en nuestro país, estimándose que han fumado en los últimos treinta días el 32,9 por ciento de los varones y el 41,9 por ciento de las mujeres entre la población de 14 a 18 años", afirma el doctor Víctor López García-Aranda, jefe clínico de Cardiología del Hospital Virgen Macarena y ex presidente del Comité Nacional para la Prevención del Tabaquismo (CNPT).

La adolescencia es una etapa proclive a las sensaciones nuevas, a los desafíos y a las conductas de riesgo, especialmente cuando se realizan en grupo. "Una gran mayoría de jóvenes que experimentan hoy con el tabaco _apunta el Doctor López García-Aranda_ son los fumadores consolidados del futuro y los que acuden a las unidades coronarias como consecuencia de los infartos de miocardio y a los quirófanos con distintos tipos de cáncer".

Controlar los factores de riesgo desde las edades tempranas define en gran parte la salud cardiovascular cuando se llega a la edad anciana. Hoy en día, "ha disminuido la mortalidad de los ancianos con infarto de miocardio, se ha mejorado su pronóstico y se ponen en marcha tratamientos que antes ni se planteaban", señaló el doctor el Esteban López de Sá, secretario general de la Sociedad Española de Cardiología (SEC).

No obstante, ser anciano lleva consigo el hecho de tener un pronóstico peor que la persona joven que sufre un infarto de miocardio. Este grupo de población "tiene mayor incidencia de insuficiencia renal, mayor comorbilidad y es posible que los tratamientos no les siente igual que a un paciente más joven", matiza el doctor López de Sá. En este sentido, añade el secretario general de la SEC, "no se debe hacer selección por criterio de edad sino por criterio de comorbilidad".

LOS HABITOS EN LA ADOLESCENCIA MARCAN

De esta manera, los hábitos de vida que se tienen durante la adolescencia marcarán el futuro. Por ejemplo, en el caso de los pacientes infectados por VIH (en gran parte de las ocasiones como consecuencia del consumo de tóxicos) ahora viven más años y comienzan a sufrir infartos de miocardio.

"En este grupo de población, la presentación clínica del infarto es igual, pero su perfil de riesgo es elevado, puesto que la mayor parte son fumadores y porque numerosos fármacos antirretrovirales elevan los niveles de colesterol y las cifras de tensión arterial", explicó el doctor López de Sá.

En este sentido, resulta de vital importancia que el enfermo que sufre un infarto de miocardio "no oculte que ha sido en algún momento consumidor de tóxicos, ya que el planteamiento de tratamiento varía", apuntó el secretario general de la SEC.