El consumidor de productos ecológicos no sólo vela por su salud y la de su familia, sino que también está muy interesado por el bienestar de todo el planeta". Francisco Armas de León está al frente de La Zanahoria, una tienda que también se come con la vista y que es la pionera en despachar frutas, verduras, carnes y todo lo que pueda llenar una alacena y una nevera con ingredientes libres de todo pecado químico.

Desde hace unos 15 años Canarias ha ido incrementando paulatinamente su superficie dedicada a la agricultura ecológica, con la que ya sirve buena parte de la demanda interna y que le permite incluso hacer sus incursiones en el mercado exterior, esto último sobre todo en tomate y plátano.

Paco López, presidente de la Asociación de Agricultura Ecológica, estima que en estos momentos si bien existe más de un centenar de agricultores inscritos en el Consejo Regulador de Agricultura Ecológica, obligatorio para despachar estos productos bajo su marchamo, la cesta insular está a cargo de una veintena de agricultores "realmente profesionales", lo que está permitiendo mantener por un lado el mercado abastecido prácticamente todo el año con fruta y hortaliza de temporada, y por el otro ofrecer unos precios estables que en ocasiones llegan a estar por debajo del de los productos convencionales.

Tomates, plátanos, lechuga, rúcula en Gáldar, plátanos de Arucas, fresa de Telde y Valsequillo, col, brécol y calabacinos en Teror, por citar sólo una mínima muestra de esta paleta de sabor claramente superior y una calidad que les permite aguantar hasta doce días más que los producido con química fitosanitaria, configuran un mapa ecológico insular capaz de surtir un potaje libre de sospecha y que se ajusta al principio de precaución y de cautela, o también llamado de Perogrullo: Nicolás Olea, catedrático de Medicina Interna de la Universidad de Granada y Jefe de la Unidad de Radiología del Hospital Clínico de Granada explica que "la exposición humana a los pesticidas es un hecho bien documentado durante los últimos treinta años, si bien sus consecuencias reales empiezan a entreverse ahora, cuando más de una generación ha sufrido ese acoso medioambiental..."

Por lo que queda en manos del consumidor, resume Olea, el elegir qué grado de seguridad demanda para sí y los suyos.

De hecho es bastante sintomático, como asevera Francisco Armas de León, el carácter del perfil de la clientela de su establecimiento: "Mujer, de entre 30 y 45 años, generalmente de profesión liberal, muchas de ellas maestras, con formación universitaria y, sobre todo, muy preocupada por lo que le rodea".

Y que también se acerca al producto ecológico a "redescubrir el verdadero sabor que tiene y da la tierra", remata López.