Cristina Schamann, diseñadora grancanaria, acaba de lanzar al mercado una colección de sombreros especialmente destinada a las mujeres que por enfermedad o tratamientos médicos han perdido el cabello. Los modelos, con diseños muy juveniles y realizados en tejidos naturales, han seguido las pautas marcadas por un grupo de pacientes con cáncer.

Lleva veinte años como sombrerera artesanal pero la colección que acaba de lanzar al mercado es sin duda alguna la apuesta más arriesgada de la diseñadora grancanaria Cristina Schamann. Sombreros, turbantes y pañuelos para las mujeres que por enfermedad o por duros tratamientos médicos han perdido el cabello. La colección se llama Moe y en japonés significa "renacer, volver a vivir". Eso es lo que quiere que hagan las mujeres que se pongan sus atractivos diseños. Porque como dice su catálogo, "eso es lo que hace el ser humano todos los días".

La colección se ha gestado en una pasarela muy especial, la de la propia vida. Cristina, sensibilizada con los enfermos de cáncer por cuestiones familiares, acudió al centro oncológico Anderson de Madrid para que vieran sus trabajos. De ocho sombreros, las pacientes le tiraron seis.

Cuenta que ha sido la crítica más "dura" que ha recibido. "Ninguno cubría sus necesidades", dice Cristina, diplomada por el Fashion Institute of Technology de Nueva York, ciudad en la que dio sus primeros pasos como profesional.

La diseñadora se puso a trabajar con las propias enfermas. Ellas le contaron el deterioro físico que sufrían, lo que suponía emocionalmente perder el pelo, la necesidad de sentirse atractivas y de vivir la cotidianeidad con un gorro sobre la cabeza. "Tenían más dolor por la pérdida del pelo que por la enfermedad", dice.

El resultado de todas las sugerencias es una colección muy "chic", en colores cálidos y con diseño muy moderno. Los sombreros son tan coquetos que cualquier mujer puede llevarlos.

Los gorros tienen unas características especiales. Cubren perfectamente el cráneo de la persona, tapando parte de la frente, la nuca y las sienes, lo que impide ver la línea donde se inicia el pelo. Se ajustan a la cabeza sin apretar y sin deslizarse fácilmente.

Los gorros están fabricados en algodón y en seda cien por cien, son transpirables y fáciles de lavar. Tienen además volumen, dando la sensación de que la persona tiene pelo.

Aunque la mayoría de la colección está pensada para el día a día, Cristina ha diseñado algunos turbantes años sesenta para que las mujeres puedan salir a cenar con un toque de sofisticación. "Quiero que los sombreros les aporten confianza, libertad, entereza porque la enfermedad les convierte en seres muy frágiles. Que puedan acudir al supermercado pero que también salgan con sus amigos", añade.

Ha querido que los sombreros lleguen al mayor número de personas como un "regalo". Para ello, ha ajustado los precios al máximo -hay sombreros por menos de sesenta euros- y ha puesto en marcha una página www.sombrerosmoe.com, donde se pueden adquirir.

Se emociona al recordar a las enfermas y agradece el apoyo de todos, en especial el de su "marido", para que el proyecto saliera. "Me costó mucho porque mi diseño es muy artesanal y tuve que cambiar muchos conceptos para que la colección llegue a todas las mujeres", señala.

Alejada de los cánones de la sofisticación, el lujo y el dinero que rodea al mundo de la moda, cree que el buen diseño está más relacionado con la calidad que con las "marcas". No entiende un diseño que no sea solidario, que cuide el medio ambiente y busque un mundo más equitativo. Es la esencia de Moe y de sus nuevos proyectos.