Durante años ha sido muy estrecha la relación de Teodoro Obiang, presidente de Guinea Ecuatorial, con la isla de Gran Canaria, donde ahora la justicia española investiga sus propiedades inmobiliarias. De entrada, los investigadores han descubierto un piso y una plaza de garaje en la zona de Vegueta pero quien ha tratado con el dirigente africano de la vieja colonia española cuenta que Canarias y más concretamente Las Palmas de Gran Canaria significa muchísimo más para este cuestionadísimo y ahora multimillonario líder.

Corría 1979 cuando el entonces gobernador civil de Las Palmas, Manuel Fernández Escandón, recibía una curiosa petición de un joven militar formado en la Academia de Zaragoza y sobrino de Francisco Macías. "Le contó que la situación en Guinea era insostenible y debía tomar el poder a la fuerza, apoyado en el Ejército, ante la desastrosa situación a la que había empujado Macías al país", recuerda Manuel García Sánchez, que desde 1981 y durante diez años fue cónsul honorario de Guinea Ecuatorial en España y conoció muy de cerca a Obiang. Dice Manolo García que el africano solicitó "protección" para una de sus mujeres, Lima, que residía en la capital grancanaria, "durante los días del golpe de Estado, y en un piso de Divina Pastora, custodiado por dos policías nacionales, se alojó ella con parte de su familia".

Ése fue el principio de una estrecha relación entre Escandón y el golpista, tan fructífera que sólo unos meses después de ocupar el poder solicitaba al gobernador "una persona de confianza" para que se encargara de las relaciones entre Guinea Ecuatorial y, más que con España, con Canarias, archipiélago del que salía absolutamente toda la mercancía que llegaba al país.

"Para el cargo de cónsul había una lista de todos los señoritos bien de Vegueta y Tafira, que se volvían locos por conseguir ese reconocimiento, pero Escandón al final me eligió a mí", añade García.

Comenzó así una relación curiosa, incluso simpática si se tiene en cuenta cómo cuenta Manolo García, histórico fundador de los carnavales de la capital grancanaria, algunas de las situaciones que compartió con el dictador, líder del que según la publicación Forbes es actualmente uno de los países más ricos del mundo gracias al petróleo hallado en sus costas.

"Tenía un rejo de dictador de cojones", cuenta García, "pero estaría feo que yo hablara mal de él porque siempre se portó muy bien conmigo". No se olvida Manolo García de la primera visita a Malabo "tras un viaje en avión de doce horas con un calor de campeonato". Al formar parte del cuerpo diplomático, al nuevo cónsul le recibieron en el país "como a una gran autoridad y nos trasladaron a Escandón y a mí a la residencia presidencial". Recuerda Manolo el lujo de aquel palacio 3 de Agosto donde, por cierto, había sido detenido el ejecutado Macías. "Muchacho", dice, "era todo espectacular. Enorme, todo muy cuidado, limpio y con unas medidas de seguridad impresionantes, por miedo a que se produjera algún ataque hacia su persona".

De esa primera visita recuerda el antiguo cónsul honorario "un whisky que nos tomamos en el último barco que se llevaba para Canarias a todos los empresarios y sus familias, que escapaban con miedo después del golpe militar". Corría 1981 y esos propietarios de las plantaciones de cacao, que es a lo que se dedicaban allí la mayoría de los empresarios canarios, no se encontraban seguros en el país y huyeron.

Obiang no entendía aquella estampida y unos años más tarde trató de convencer, a través de Manuel García Sánchez, a los latifundistas para que regresaran. "Y volvieron unos pocos pero aquello no fue nunca más lo mismo. Él", dice, "pensó que la juventud del país podría trabajar en aquellas explotaciones, que eran lo único que tenía, pero se equivocó. Un día recuerdo de ir con él en el coche oficial y señalando a un grupo de chiquillos y jóvenes que estaban a la sombra con unos radiocasetes enormes me dijo que con aquellos tipos el país no tenía asegurado el futuro".

No se equivocó "pero tampoco llevó a cabo ninguna iniciativa para que cambiara todo eso", cuenta por su parte el abogado guineano Francisco Ela Abeme, un opositor reconocido de Obiang que se alegra de que ahora la justicia española investigue las propiedades del presidente guineano "pero me alegraría más que también fueran las autoridades a por quienes han permitido las corruptelas de las que se benefició Obiang".

Algún consultado señala precisamente a Manuel García como una de las personas que se beneficiaron de los negocios de Obiang, pero él no sólo lo niega sino que dice que el dictador le adeuda aún 90.000 euros.

BAUTIZOS, TOLLOS Y PEJINES. La relación entre el cónsul y Teodoro Obiang fue haciéndose más estrecha con los años. Tanto que Obiang acabó pidiendo a su diplomático que fuera el padrino del bautizo de sus dos hijos, vástagos de Lima que acabaron estudiando en el colegio Jaime Balmes, en Tafira. "También me comí la primera Comunión de los chiquillos", añade. García, no obstante, repite una y otra vez: "Los años que conviví con Obiang no fueron los mejores del país, económicamente hablando" y cuenta que el líder guineano es "un hombre amable, educado, muy abierto y buena persona", según su opinión, "al que le encantaban los pejines, los tollos y el cherne salado".

Asegura García Sánchez: "Era lo que pedía siempre que le trajera cuando yo viajaba a Gran Canaria. Me acuerdo que mandaba a uno de los conductores a recoger siempre el paquetito que trajo don Manuel", dice que le decía.

Menos amante del pescado salado parece que era una de sus tres esposas oficiales, Lima, la que residía en Gran Canaria y que un lunes -día en que se volaba a Guinea- se plantó junto a su comitiva en el aeropuerto, según García, "con 700 kilos de equipaje". Confiesa el ex cónsul que "a Lima le gustaba mucho comprar en El Corte Inglés, y aquella vez se llevaba de todo para Guinea. Teníamos que pagar 1.000 pesetas por cada kilo de más y al final", gracias a un amigo del aeropuerto, "hicieron la vista gorda y nos dejaron embarcarla".

El abogado Ela Ademe habla de las mujeres "reconocidas" de Obiang. "Una, Constancia, es la de la tribu", explica, "la que más poder tiene en el país y es madre de alguno de los hijos que hoy son ministros. La otra, Lima, cuyos hijos también son ministros, residió muchísimos años entre Gran Canaria y Guinea. Uno de ellos", matiza, "es el que ha sido cuestionado por sus gastos". Según diversas fuentes, Teodoro Nguema Obiang gastó recientemente en un fin de semana 1,25 millones de euros.

"La tercera esposa", explica por su parte Manuel García, "es una chica rubia bellísima que vive en París y siempre ha sido muy discreta".

Otro consultado, que prefiere mantenerse en el anonimato, calcula que Obiang "tiene más de 30 hijos con cuatro mujeres distintas".

García dice que no ha "contado" todos los hijos que tiene el dictador "pero es cierto que Obiang era un hombre de bragueta fácil", asegura con mucho humor pero "sin olvidar que dirigía el país con mano de hierro. Sabía todo lo que pasaba allí dentro", añade antes de recordar la noche que entró Manolo García en un bar de Malabo "y como en esa época no había luz eléctrica en la ciudad, el local estaba iluminado sólo con dos farolillos de aceite. No se veía nada, tampoco parecía que hubiera nadie y entonces, enfadado, se me ocurrió gritar: 'Coño, esto parece una merienda de negros". Manolo no se percató pero al fondo, mimetizados casi con el ambiente, estaban algunos ministros de Obiang. "Al día siguiente se lo conté al presidente, por si acaso..."