La comunidad peruana en Las Palmas celebró ayer su día grande, el 188º aniversario de la abolición del virreinato del Perú y su independencia. Diversos actos en la capital acogieron encuentros de compatriotas peruanos que viven en Gran Canaria. Uno de ellos fue en el Club Prensa Canaria, donde el Consulado del país latinoamericano y diversas organizaciones peruanas en la Isla hablaron en una mesa redonda sobre los flujos migratorios entre Canarias y Lima. En las ponencias explicaron sus experiencias y alegrías en Las Palmas y los problemas a la hora de buscar trabajo.

El cónsul de Perú en Canarias, René Zevallos, señaló algunas de estas dificultades. "A menudo se trata de un problema de homologación de títulos. Hasta que se termine este proceso, las personas que vienen tienen que trabajar en algo. Muchos lo hacen cuidando ancianos o en los servicios de hoteles y, sin embargo, la mayoría tiene carreras universitarias muy importantes", por lo que el cónsul define el trabajo de sus compatriotas como "silencioso, parecido al de una hormiga".

La formación de la comunidad peruana en las islas varía de carreras como Medicina o Fisioterapia hasta Empresariales. Zevallos defiende la enseñanza recibida por sus compatriotas: "Vienen con un conocimiento adquirido que tiene tanto la influencia europea como la norteamericana. Sin embargo, en España la educación universitaria se basa en los planeamientos europeos, y nosotros tenemos las dos influencias, la europea y la norteamericana", puntualiza el cónsul Zevallos.

La comunidad peruana en la provincia de Las Palmas ronda las 2.000 personas. La mayoría de ellos ha estado en la Península, pero la conexión que existe entre Canarias y América Latina desde hace decenas de años motiva que las relaciones entre canarios y peruanos sea buena. "Hay un grado bastante alto de tolerancia y de acogida con los peruanos. Los canarios también tuvieron que emigrar hace años no sólo a Cuba y Venezuela, sino también a países como Uruguay o Argentina. Eso provoca que seamos aquí muy bien recibidos", resume con una sonrisa. Aunque el cónsul matiza: "Siempre hay un arraigo, siempre se quiere volver a casa. Se cumple ese vals peruano que dice que todos vuelven a la tierra en la que nacieron", sentencia el señor Zevallos.