Si el mero Pancho pudiera zafarse de las ancestrales costumbres de su especie, abandonar su cueva-hogar en los fondos de La Restinga y explorar el más allá hasta llegar a Taliarte (Gran Canaria), su pacífica existencia y su cansino nadar sufrirían un cambio radical. Si este ejemplar, de más de cincuenta o sesenta kilos, al parecer -porque nunca ha sido pesado-, al que ya sólo le falta convocar ruedas de prensa para submarinistas en las profundidades de el Bajón, lograra llegar hasta la dársena se vería inmediatamente rodeado de una nube de especialistas que tratarían de encontrar respuestas a las grandes preguntas que nos inquietan a todos, pero más a ellos: ¿sería esta migración una consecuencia del calentamiento global?, ¿habrá huido de su hogar y perdido sus querencias y la dependencia del entorno por la subida de temperatura del agua, más acusada en las islas occidentales que en las orientales?, ¿tendrá relación con la disminución del plancton y los nutrientes primarios que han observado los satélites en el gran pulmón oceánico cercano a las Islas? Pero antes de llegar a esta localidad teldense, que hace algún tiempo está en los mapamundis de la ciencia mundial, se llevaría un susto morrocotudo al encontrarse de repente con una especie de catedral del mar que se alzará majestuosa, en un par, o tres, de años, a ochenta metros de profundidad y a milla y media o dos millas de la costa. Una gigantesca columna, de hierro o de hormigón, se elevará entre las aguas para terminar con un enorme cajón que albergará sofisticados laboratorios y que, en términos gráficos, vendría a ser como una enorme torre de control como las de los aeropuertos, que podrá abarcar decenas de kilómetros cuadrados mediante boyas y cables. El hotel AC del Puerto de la Luz, antiguo Don Juan, tiene 80 metros; el edificio Woermann, 70. Quizás la altura total, para salvar el oleaje, y hasta la azotea del laboratorio, fuera de cien metros o más. Palabras muy mayores.

Pues es el Plocan (Plataforma Oceánica de Canarias), una iniciativa compartida del Gobierno de España y del Gobierno de Canarias, que está destinada a tener una importancia clave para el conocimiento de la vida de los océanos, de su fauna y de su flora, para conocer mejor los recursos, los efectos del calentamiento global y como banco de ensayo para nuevos inventos.

Volvamos a Pancho. Este pez, que demuestra una gran pachorra cuando es literalmente acosado por submarinistas curiosos, sería rodeado por una nube de oceanógrafos, zoólogos marinos, físicos, climatólogos, ecólogos, algólogos, ingenieros, y vaya usted a saber. Pero asimismo es posible que el enorme pez acabara dentro de una piscina de la zona dedicada a acuicultura, como reproductor de la especie; y terminara siendo el antecesor de meros producidos y engordados hasta el peso comercial en las instalaciones del ICCM. Los medregales, ejemplares que pueden alcanzar hasta ochenta kilos de peso, pescado muy demandado, están ahora en fase de cría en las pocetas mientras se les investiga a fondo. A unos metros de donde se hace un novedoso experimento con las almejas canarias, las orejas de mar o abalón, a las que se les están implantando pequeñas areniscas para la producción de perlas. No serían para joyería, no; "simplemente para bisutería, porque no serían redondas, sino ovaladas", dice la encargada del ensayo.

Porque Taliarte se está convirtiendo, a pasos agigantados, progresivamente agigantados, en una referencia mundial para los estudios del mar y las grandes interrogantes del calentamiento global similar a lo que son para las estrellas, el universo y el cielo el Roque de los Muchachos e Izaña. Si la astrofísica más adelantada del planeta tiene un punto de referencia obligado en las cumbres de La Palma y Tenerife, las ciencias del mar lo tienen en esta inhóspita y ventosa costa teldense, que corroe hasta el hormigón más reforzado, en la que un día el presidente del Cabildo, Juan Pulido Castro, decidió poner el Centro de Tecnología Pesquera, que luego ha ido sufriendo una profunda transformación hasta convertirse en el Instituto Canario de Ciencias Marinas, núcleo alrededor del cual, con carácter autónomo o sinérgico, se ha ido formando, está en ello, un verdadero campus del mar. "Los planetas y las lunas se han alineado por fin", reflexiona el profesor Antonio Fernández, uno de los primeros expertos mundiales en zifios y cetáceos, ex decano de la facultad de Veterinaria, que es solicitado por organismos internacionales y gobiernos cada vez que hay un acontecimiento extraordinario en sus aguas o costas.

El alineamiento de estos satélites, con sus lunas incluidas, y hasta con sus asteroides y perseidas, refleja una situación bastante aproximada: si hace más de una década se empantanó una iniciativa pionera del Consejo Social y de la propia Universidad, especialmente por el boicot interno de algún reino de taifa, en la actualidad han desaparecido los inconvenientes por simple aplicación de las leyes de la gravedad. O por su propio peso. Las únicas reticencias son las habituales en proyectos de esta naturaleza: como la inevitable de que el Gobierno de Canarias, sometido a una querencia en forma de tic que lastra el interés general, aunque al final no tenga otro remedio y suelte amarras, no ha demostrado su entusiasmo por el proyecto, lo cual se puede apreciar con su debida traducción en euros. "Pero la cosa va para adelante", dice uno de los promotores. "Hay ya demasiados patrocinadores, demasiados organismos de la mayor solvencia implicados, y no hay vuelta de hoja: o se suma o se queda fuera, y aquí paz y en el mar, Taliarte", afirma, con seguridad, un responsable de la ULPGC .

Desde 1976 era una criatura del Consejo Superior de Investigaciones Científicas, el CSIC, aunque por problemas presupuestarios el Cabildo era el patrocinador efectivo; pero se salvó de morir por inanición cuando se hizo cargo de él la Comunidad Autónoma y se garantizaron unos presupuestos "adecuados".

Pero la verdad es que ya en los años 60 los visionarios de los estudios universitarios en Gran Canaria habían pensado en lo que, para ellos, era un moderno huevo de Colón: las especializaciones relacionadas con la pesca y la oceanografía. Muchos años más tarde, con ocasión de una visita del Príncipe de Asturias a la Universidad, el rector Rubio Royo planteó el reto con un ejemplo muy gráfico: se trata, dijo, de que Taliarte y la Universidad de Las Palmas sean para el mar lo que el Astrofísico del Roque de los Muchachos y el Teide es para el cielo. Tan claro como el agua; precisamente. Su sucesor, el rector Manuel Lobo, cogió el testigo y su equipo fue creando los cimientos sobre los que el tercer rector, José Regidor, trata de componer el puzle.

Ahora, a unos pocos metros, se está levantando un soberbio edificio de la ULPGC destinado a parque tecnológico científico para que los titulados -egresados- puedan desarrollar sus iniciativas empresariales y para que las empresas especializadas lo tengan igualmente más fácil.

Muchas ideas han dejado de serlo para convertirse en realidades contantes y sonantes. La Reina Doña Sofía apadrina en Cofete una suelta de tortugas bobas cuyos huevos, procedentes de Cabo Verde, fueron incubados en la misma playa, o en dos incubadoras de Taliarte, verdaderas mamás, donde esta pasada semana, por cierto, han nacido muchos polluelos. El proyecto, que dirige el profesor Luis Felipe López Jurado, ha tenido un notable éxito. La mayoría de las tortuguitas nacieron en el laboratorio del ICCM; y todas tienen su DNI. María Medina, del equipo de López Jurado, disfruta viendo a los recién nacidos, que al cabo de tres días se depositarán en una piscina.

En una sala cercana, la de los acuarios, se trata de solucionar los problemas para la cría de los caballitos de mar, especie en peligro de extinción. La experimentación sobre piensos marinos, por encargo de empresas multinacionales, las investigaciones constantes sobre nuevas especies con posibilidad de comercialización futura son el cada día en el interior de las amplias instalaciones del ICCM. En ese ambiente se encuentra como pez en el agua -como es natural- el doctor de Ciencias del Mar Daniel Montero, uno de los investigadores contratados por la ULPGC al amparo del Programa Ramón y Cajal, destinado a evitar la fuga de cerebros'.

Como es lógico, no se trabaja sólo allí, bajo techo. El campo de operaciones es el mar, un ancho mar que se extiende a todas las zonas de interés para Canarias. Como el cercano Cabo Verde. Estos días se acaba de publicar el resultado final de una amplia campaña, dirigida por el profesor José Antonio González, y por la caboverdiana Oksana Tariche Pastor, para averiguar los recursos pesqueros de este otro archipiélago macaronésico. Se llama el estudio, en español y portugués: "Una mirada sobre la biodiversidad marina y bases para su gestión sostenible".

Fernando Real, vicerrector de Investigación, catedrático de Patología Animal de la Facultad de Veterinaria, cree que "nuestra aportación al estudio del cambio climático es fundamental. Estamos en un punto especial, con grupos de investigación implicadísimos. Tratamos de ver lo que el mar nos está diciendo que va a suceder".

Para sacar el mayor partido a los medios disponibles ha nacido el Polo Marino; pero la tercera fase, que es, como dice Octavio Llinás, jugar en otra liga, en la Champions, es el Plocan, y su tremendo efecto multiplicador, y el Campus de Excelencia'. Sólo falta cantar ¡gol!