La Vía Láctea tiene la culpa. Fue la belleza de una noche estrellada la que hizo que Alejandro Amenábar se interesase por la astronomía. Esa anécdota, aparentemente inocente, desembocaría años después en la película Ágora, que cuenta la historia de la primera mujer matemática, Hipatia, que murió a manos de una turba cristiana por defender la razón frente a la fe. Desde aquella noche en la que el realizador se quedó colgado con el universo hasta que la cinta se estrenó en 2009, el proyecto fue creciendo, y en ese proceso, un investigador del Instituto de Astrofísica de Canarias (IAC), Antonio Mampaso, recibió un e-mail de una amiga que le decía: "¿Puedes atender a Amenábar y a Mateo Gil en Tenerife para hablar de astronomía antigua?"

Ambos cineastas, Mateo Gil -canario él, y coguionista de la película- y el propio Amenábar se presentaron en el IAC con muchas preguntas y una persona de la productora. "Habían estado leyendo mucho sobre Galileo, Newton, Einstein... Alejandro estaba convencido de que el tema daba, al menos, para tres películas", dice el astrofísico. En aquel momento, en el verano de 2005, Hipatia aún no había sido escogida. "Yo no conocía la conocía, él me la descubrió", reconoce el científico. La expedición pasó cinco días entre telescopios y explicaciones de Mampaso, que les sirvió de Cicerone astronómico. Las preguntas que hacían ambos visitantes no eran cualquier cosa: "Qué es la gravedad, qué es la inercia. ¿Y el efecto Doppler? ¿Y la relatividad de Galileo? ¿Y la relatividad de Einstein? La tercera noche, de madrugada, habíamos llegado ya a: ¿y qué pasa si uno va en una barca a velocidad uniforme y dispara una bala que se cruza con una partícula relativista como un fotón?", cuenta Mampaso en un delicioso artículo sobre este breve encuentro. Dos meses después, Amenábar le llamaba para comunicarle que Hipatia sería el centro de la producción.

"En marzo de 2006 fuimos a Egipto a ver un eclipse total de Sol que, por suerte, eso sí que no se puede planear, pasaba ese año muy cerca de Alejandría (tan cerca como el eclipse total del año 402, que quizás vio Hipatia)", recuerda Mampaso.

La vida de esta matemática y física, y sus descubrimientos han estado rodeados de misterio. La historia ha dejado atrás a muchas mujeres como ella, que se adelantaron a su tiempo y destacaron en un mundo de hombres. "Los asesores históricos hicieron un trabajo excepcional de reconstrucción de la vida de la matemática, y luego todo ese material se entregó a los guionistas, que le dieron forma cinematográfica". Para Antonio Mampaso, los acontecimientos que se cuentan en la película son verosímiles, a pesar de la falta de fuentes. En este sentido, se alegra de que "un buen día, Amenábar se enamorara de la astronomía, es una suerte para todos los que trabajamos en esto que alguien como él decida difundir al gran público lo fascinante que es la ciencia". Mampaso cree que "es muy difícil que el método científico parezca algo fascinante para quien no lo maneja habitualmente, pero Ágora lo consigue, porque el espectador sigue el proceso mental y experimental que hace Hipatia en sus postulados, y quien se sienta en la butaca se apasiona con el hallazgo, como lo hace ella".

Hipatia, que se adelantó al heliocentrismo y diseñó el astrolabio plano, entre otras cosas, no sólo daba para una película sobre astronomía, y Amenábar lo sabía. El debate que se establece entre ciencia y religión, fue uno de los aspectos más polémicos de la cinta. Son los cristianos los que desollan viva a la científica por poner en duda sus creencias. "Hay quien dijo que no iba a ver la película porque atacaba a la Iglesia católica? Bueno, no era obligatorio ir a verla, igual que no lo es ir a un museo a ver una obra de arte, es una cuestión de elección", dice Mampaso.

Y llegó el rodaje, y el astrofísico de Amenábar fue invitado a pasar 15 días en Malta, rodeado de 300 extras y en el contexto de la reconstrucción en cartón piedra de la Alejandría del siglo IV y V de nuestra Era. En medio de todo eso, la Biblioteca, destruida como lo fue Hipatia, por la misma intolerancia. "Ver a Alejandro Amenábar dirigir la película fue un espectáculo. Sus compañeros decían que la seguridad que transmite es gran parte de su éxito", argumenta el científico. ¿Y la protagonista? Rachel Weisz era, según Mampaso, la persona ideal para el papel. "Me contaron que no sólo fue elegida por sus dotes artísticas, sino por su formación universitaria, al ser licenciada en Literatura Inglesa, podía leer textos antiguos y entender la profundidad de Hipatia y todas sus dimensiones". Weisz y Antonio Mampaso tuvieron varias conversaciones sobre astronomía. "Es una persona muy inteligente", sentencia.

Hipatia se adelantó a Galileo, a Kepler? Era una mujer notable, luchadora y ese espíritu se refleja en la película. Si un solo estudiante de la ESO vibró cuando, en el barco de su alumno Orestes, la maestra intuye que el movimiento de los planetas no era, como se decía, circular, habrá valido la pena.