- ¿A qué debe su nombre la Universidad Michoacán de San Nicolás del Hidalgo?

- Al Colegio de San Nicolás, que fundó, en 1540, el primer obispo de Michoacán, Vasco de Quiroga, para formar sacerdotes. Así se mantuvo durante toda la colonia, hasta 1810, que fue clausurado porque sus maestros y alumnos iniciaron el movimiento de Independencia. Miguel Hidalgo, José María Morelos... El padre de la Independencia nacional fue alumno, maestro y rector de esta casa de estudios.

- ¿Ese carácter revolucionario con el que surge cree que ha marcado su trayectoria?

- Sí, estoy convencida de que en la Universidad hay conciencia del legado histórico. Durante mucho tiempo inclusive se mantuvo muy estancada, cuidando ese legado, pero, sin embargo, está muy consciente de su futuro e inculca muchos valores a los estudiantes.

- ¿Hay paridad entre hombres y mujeres?

- Son 57.000 estudiantes y, en cuanto a la matrícula, se empieza a notar una tendencia a la feminización, como en todas las universidades del mundo. Ahora mismo hay un 51% de hombres. En cuanto al cuerpo docente, si bien es cierto que hay más mujeres, las plazas más estables son ocupadas por hombres. En las autoridades, el hombre sigue prevaleciendo. Yo fui la primera mujer rectora.

- ¿Encontró resistencia?

- Sí, mucha. Tuve mis oponentes, que también optaron al cargo en 2006/2007, todos eran hombres, y verdaderamente hubo una gran oposición, pero con el trabajo y la perseverancia fuimos alcanzando un gran nivel. En México, la calidad se está tomando mucho en cuenta. Cuando inicié mi Rectorado, sólo el 4% de la matrícula estaba inscrita en programas de calidad, la dejé con el 92%.

- ¿Ese era uno de los objetivos que se planteó, qué más quiso introducir y, sobre todo, lo consiguió?

- Uno de mis objetivos, efectivamente, fue conseguir un reconocimiento de nuestra Universidad. El otro, fue la descentralización. Abrimos dos campus y logré poner la primera piedra de otros dos.

- ¿Considera que se les da la importancia debida a los estudios superiores en su país?

- Hay un gran problema actualmente en México, la inseguridad, la violencia, etc. Yo he declarado innumerables veces a la prensa que lo que el país necesita es más educación. Con seguridad, mi generación hizo algo mal y por eso estamos teniendo estos resultados. Propongo mayor inversión del Estado hacia la educación, porque no es gasto, es inversión para el futuro. Pero también tenemos que ampliar la cobertura, ya que ahora es del 25% y debe estar en el 30%. Por eso me preocupé tanto de la apertura de los campus, porque hay tanta pobreza en México que hay familias que no pueden enviar a sus hijos a la capital del Estado a estudiar y menos si son mujeres. Siempre se les da prioridad a los hombres. Por eso mi Universidad tiene varias casas del estudiante, que albergan a los más pobres, y en las que reciben alojamiento, comida y material didáctico. Todo ello gratuito. Eso sí, hay ciertas reglas. A nuestra Universidad vienen estudiantes, prácticamente, de 18 estados, y son, en muchos casos, los más deprimidos, como Chiapas y Guerrero. Teníamos un acceso muy fácil y yo también empecé a poner reglas más estrictas, aunque por mi experiencia debo decirle que la calidad no está reñida con la cantidad.

- ¿Cree que la juventud de México quiere salir adelante?

- En lugar de tener a chicos desocupados en el campo, que pueden ser víctimas de organizaciones que han sido muy difíciles para el país, preferimos que estén en las aulas. Con la Universidad llegan bibliotecas, llega cineclub, llegan las exposiciones y las manifestaciones culturales. De esta manera, la Universidad puede servir, en un breve lapso, como polo de desarrollo.

- ¿Su universidad está imbricada con la sociedad que la rodea?

- Durante años los universitarios estuvieron en su torre de marfil; sin embargo, de unos años para acá, hemos trabajado para que se dé mayor fuerza a la relación universidad-empresa.

- ¿Es emocionante como profesora ver que un chico proveniente de una familia desestructurada sale adelante con educación?

- Más que eso, es muy gratificante ver convertidos en autoridades a chicos indígenas, que llegan prácticamente sin hablar español. En algunos casos, he tenido que hablar con sus padres usando a un intérprete.

- ¿Tiene ganas de volver a las aulas?

- En realidad voy a tener un sesgo más de investigación. Yo soy historiadora y me he dedicado a la Historia de la Educación, pero ahora me siento atraída por la Historia de la Gastronomía y quizá encamine a ello mis pasos.