Un búnker con alta seguridad y casi a prueba de bomba alberga las instalaciones desde las que se ha empezado a gestionar hace dos semanas el funcionamiento del Pencan-8, el nuevo cable submarino de fibra óptica que une Canarias con la Península para dar mayor rapidez de transmisión a las comunicaciones.

Con esta infraestructura, el Archipiélago ya cuenta con tres cables submarinos, verdaderas autopistas de la información que consolidan a las islas como el nudo más importante de Europa en las comunicaciones situadas bajo el mar.

El Pencan-8 es el octavo de los cables submarinos Península- Canarias (ruta de la que toma el nombre esta serie de infraestructuras, Pencan) construidos para dar mayor rapidez y abastecer la demanda de telecomunicaciones, aunque sólo están operativos los tres más recientes (junto al inaugurado esta semana, el Pencan 6, en funcionamiento en 1999, y el Pencan 7, desde 2001).

Desde las costas de Candelaria (Tenerife) hasta las de Conil (Cádiz), el nuevo cable de fibra óptica tiene una longitud de 1.400 kilómetros y ha costado 70 millones de euros.

"La repercusión de esta nueva infraestructura en el consumidor de servicios de comunicación no va a ser monetaria", explica Juan José Flores, delegado en Canarias de Telefónica, operadora propietaria de las conexiones submarinas. "Pero sí lo va a notar en materia de fiabilidad y seguridad. Por ejemplo, supone hasta 22 veces más de capacidad de información, de volumen de ancho de banda".

Fibra óptica

El Pencan-8 dispone de cuatro pares de fibra y su capacidad de diseño es superior a los 5,12 Tb/s (5.120 gigabits por segundo). Y al igual que los cables Pencan-6 y 7, utiliza transmisión y amplificación óptica con tecnología DWDM. Se ha diseñado para transportar en el futuro canales de 40 y 100 gigabits por segundo.

Según la operadora, las especificaciones técnicas del nuevo cable submarino harán posible que prácticamente se pueda asumir la totalidad de la demanda de servicios de Internet, televisión, voz sobre IP (por Internet), datos para empresas y comunicación en general.

La diversificación geográfica del cableado submarino para las comunicaciones es estratégica para la operadora, según asegura Juan José Flores.

De hecho, las dos islas capitalinas se reparten los tres tendidos que funcionan en la actualidad: el Pencan-6, que une Sardina de Gáldar, en Gran Canaria, con El Médano, en Tenerife, hasta llegar a Conil (Cádiz); el Pencan-7, que enlaza Las Palmas de Gran Canaria con Candelaria, en Tenerife, y Chipiona (Cádiz); y el Pencan-8, Candelaria, en Tenerife, Las Palmas de Gran Canaria y Conil.

Y el próximo cable, el Pencan-9, volverá a tener su punto de partida desde Gran Canaria. "Cuándo se instalará dependerá de la demanda", explica Flores. "De hecho el Pencan-8 se pensó para dar respuesta a un previsible boom en la demanda de 100 megas de velocidad sobre fibra. Se planificó hace dos años".

La seguridad en las comunicaciones es objetivo prioritario y justifica el nuevo tendido de fibra óptica que enlaza las Islas con el territorio peninsular. "Canarias no puede permitirse quedar aislada por la rotura de uno de los cables que sirven las comunicaciones", afirma Flores.

Por eso cada uno de los Pencan que enlazan las costas canarias con las andaluzas bajo el mar utilizan la mitad de su capacidad.

Es decir, el 50 por ciento de su volumen de información está vacío para posibilitar que, en caso de accidente o fallo técnico, el tráfico del que quede fuera de servicio por el incidente logre ser desviado a alguno de los otros dos aún operativos. "El que puedan resultar los tres averiados al mismo tiempo se me hace impensable, como no fuera por motivo de sabotaje o algo parecido".

Este tipo de incidentes no están fuera de estimación. Al contrario, aunque la tecnología submarina es considerada como una de las más seguras y de mejor rendimiento (es inmune a las interferencias, ofrece mayor capacidad de transporte de información, y es de fácil instalación), los percances con buques que transitan por las aguas canarias están en el origen de algunas de las averías que interrumpen las comunicaciones con más o menos frecuencia en el Archipiélago.

De cómo se pondera la seguridad en estas infraestructuras habla el propio sistema de protección en el que se albergan en Conil, en la costa de Cádiz, las instalaciones del flamante Pencan-8.

Se trata de un búnker en el que está la sala de transmisiones y desde donde se controla el cable submarino, junto a otras conexiones transatlánticas.

Una instalación de los años 60, la antigua estación base de Telefónica en la zona, que se construyó con un diseño soviético preparado para soportar ataques atómicos y que cuenta con un sistema de dobles puertas blindadas, según aseguran medios de comunicación andaluces.

El tiempo de reparación media de este tipo de infraestructuras, en caso de avería, se sitúa en torno a las tres semanas de duración, bastante menos que el que se empleó para tender el Pencan-8 bajo las aguas.

A casi 5.000 metros de profundidad máxima (en concreto 4.830 metros en el punto más hondo) y a lo largo de 1.347 kilómetros treinta días se emplearon en el sondeo, y 45 en el tendido del nuevo cable.