¡Esto es la República!". La gente mayor pronuncia esta frase en Canarias cuando quiere retratar el colmo del caos. El franquismo se encargó durante cuarenta años de inocular en los ciudadanos el temor al periodo comprendido entre 1931 y 1936, una visión interesada que caló profundamente en la sociedad. Pero, para eso está la Historia. La perspectiva de los años ha demostrado que el Archipiélago adelantó unos cuantos vagones del tren del progreso, superando un atraso que lastraba su desarrollo... Eso quedó truncado con el levantamiento del 18 de julio. Pero, ¿qué significó este impás democrático en las islas? ¿Cómo se vivieron aquellos primeros momentos? Nunca mejor para repasarlo que hoy, cuando se cumplen 80 años de aquel 14 de abril, en el que un telegrama de Madrid puso fin a unos angustiosos momentos de incertidumbre.

La II República: una experiencia frustrada. Así se titula el capítulo que la Historia de Canarias de LA PROVINCIA/DLP dedica a esta etapa de profundos cambios. Los historiadores que lo firman, José Alcaraz, Luis Alberto Anaya, Sergio Millares y Miguel Suárez Bosa sostienen que "la actividad política alcanzó en Canarias, como en el resto del Estado, una singular actividad, inusual en otros periodos de nuestra Historia". De hecho, aseguran que al final de la República se había llegado a una situación de equiparación con el resto del país en organización política y ciudadana.

Desde luego, la noticia de la proclamación fue celebrada en Las Palmas de Gran Canaria como una bendición. En el ámbito nacional, la cita electoral del 12 de abril de 1931 había acabado con un empate entre monárquicos y republicanos, pero sólo era un empate aparente, ya que los últimos habían arrasado en las ciudades, donde los caciques no podían manipular el voto. Eso fue interpretado por el mismo rey Alfonso XIII como el resultado negativo de un referéndum sobre su continuidad. Y fue lo que le llevó al exilio.

Cientos de ciudadanos de la capital grancanaria seguían con ansia las noticias que llegaban de Madrid, un gusanillo de libertad se les había metido dentro, pero las informaciones llegaban a cuentagotas. "A medida que avanzaban las horas, la expectación aumentaba y los corrillos en calles y plazas iban engrosándose por momentos, haciéndose por el público apasionados comentarios. El entusiasmo al propagarse estos rumores era grande", cuenta LA PROVINCIA. "Serían las cinco de la tarde, una manifestación, organizada en el Centro Obrero, precedida de banderas rojas y republicanas, desembocó en la calle Triana, dirigiéndose al Campo España", donde se celebraría un mitin antidinástico.

Ante unas 7.000 personas, Bernardino Valle y Rafael Guerra del Río, ex diputado republicano, "ya habían dirigido sus palabras al pueblo", al que recomendaban serenidad y "no bautizar esta página sublime de la Historia con la sangre de nadie".

Toda esta algarabía no debía hacer demasiada gracia a los que habían votado al bloque monárquico... que en Canarias eran una aplastante mayoría. Los resultados hablan por sí mismos. En el Archipiélago, los partidarios de la corona lograron cerca del 80% de los concejales elegidos. En la provincia oriental, el apoyo a los republicanos fue muy negativo, con solo 23 concejales frente a los 423 de sus rivales. "Únicamente en Las Palmas de Gran Canaria y Telde obtuvieron resultados significativos". En esta debilidad de las bases recae el caballo de Troya de la II República, según tesis de investigadores como el catedrático de la Universidad de La Laguna Antonio Macías.

La economía siguió dependiendo fundamentalmente del sector primario, con "una agricultura especulativa de exportación", manifiestan Alcaraz, Millares, Suárez Bosa y Anaya. Pero esta salida económica no es la adecuada en una coyuntura de profunda depresión tras la crisis del 29, que hace que los países receptores no importen los productos canarios. El plátano se ve duramente afectado por las medidas restrictivas impuestas por Inglaterra, su principal mercado.

El movimiento obrero, sin embargo, crece paulatinamente, pero también la división y el conflicto social. Los expertos coinciden en que el impulso reformista de los primeros años se fue diluyendo y que, exceptuando la clara apuesta por la educación, no se abordaron los problemas de fondo. De nuevo, los historiadores explican la causa. "La II República, si bien ocasionó un recambio en las fuerzas que, teóricamente, ocupaban el poder, no supuso un cambio en la tenencia efectiva del mismo, pues siguió estando en manos de la oligarquía agraria y financiera". En cuanto a Canarias, "la oligarquía perdió los aparatos del poder local, pero no el ejercicio del poder real. En realidad inició un repliegue táctico coyuntural tras la proclamación de la República, para desde ese momento reorganizarse dentro de la nueva legalidad". La cuenta pendiente de la revolución liberal que nunca fue pasó factura a las buenas intenciones del sueño republicano.

De vuelta en el mitin de Campo España, aún no había comunicación oficial. El suspense se palpaba en el ambiente y había datos contradictorios. Esa misma tarde, la marcha se dirigió a la Plaza Hurtado de Mendoza, donde, por fin, se confirmaba la feliz noticia. "Serían las seis cuando la cabeza de la manifestación llegaba a la plaza y en aquel momento, el señor Guerra del Río (don Rafael) recibía un despacho telegráfico en el que por el Gobierno Provisional de la República se le daba cuenta de la abdicación del Rey", cuenta el cronista. El telegrama fue leído al público al grito de ¡Viva la República!